jueves, 26 de abril de 2018

Boletín 167: LAS BECAS DEL TIEMPO DE VACAS GORDAS


NOTA IMPORTANTE. – Agradezco a todos quienes, de una u otra manera, me felicitaron por cumplir 7 años de difusión de este Boletín.
EL TEMA DE HOY. –  En Venezuela, en el año 1974, llovía el dinero, porque se exportaba más de 3 millones de barriles diarios de petróleo y el precio internacional del barril de crudo, en el mercado internacional, luego de la guerra de los israelíes con los árabes de 1973, subió de 1,80 dólares a 3,50 y luego a lo que sea, pero avanzaba rápidamente a 20, y luego a 25 y 30 dólares. En la cúspide del éxito, llegó a 35 dólares hacia 1980.

El flamante presidente de ese país desde marzo de 1974, Carlos Andrés Pérez, se encontraba  de pronto y sin preparación estatal adecuada, con las arcas fiscales llenas a rebosar, con la cascada de dólares fluyendo y con la posibilidad de hacer una gran transformación económica y social nacional, para que Venezuela ganara posiciones de política internacional y llegara, en poco tiempo más, a ocupar el liderazgo de América Latina, casi siempre en manos del Brasil.

En su Plan de Gobierno, Pérez incluía proyectos estatales de gran significación: petroquímica, siderúrgica, aluminio, hidroeléctricas, plantas de gas, supercarreteras, un ferrocarril que uniera Caracas con Lima por la región amazónica y una gran inversión en el envío de becarios al exterior, a las mejores universidades y politécnicas, con el afán de sentar las bases de un proceso de conversión de Venezuela en potencia económica hacia finales del siglo XX.

Venezuela llevó a cabo muchos de esos proyectos. Tienen su planta petroquímica (PEQUIVEN), la siderúrgica (SIDOR), una central hidroeléctrica de gran magnitud (EL GURI), la planta de aluminio (VENALUM), autopistas de gran calidad y extensión, y obras urbanas como “la araña”, “el pulpo”, “el ciempiés” y el metro, para dar fluidez al tránsito caraqueño, imposible entonces por la enorme cantidad de vehículos en circulación.

Por supuesto, Pérez gozaba de una inmensa popularidad; toda la población aplaudía esas ideas y tenía la certeza de que, con la montaña de dinero originada en el petróleo, el futuro nacional sería de bienestar popular generado por el Estado. La economía crecía, pero solo a base de los hidrocarburos. Arturo Uslar Pietri, un famoso intelectual, había propuesto que “se sembrara el petróleo”, para decir que el país dejara de depender solo del crudo, pero eso no se efectuó.

Con respecto a la formación de profesionales en el exterior, el Programa “Gran Mariscal de Ayacucho”, creado el día 1 de julio de 1975, envió a decenas de miles de jóvenes a estudiar afuera diversas especialidades, con becas de montos mensuales elevados para el promedio latinoamericano, para formarse y acercarle a Venezuela a los niveles científicos y tecnológicos de los países desarrollados. [1]_/

Parece que alguien en el Ecuador copió, literalmente copió, el Plan de Desarrollo venezolano de entonces y lo trasladó al Ecuador de los años 2007 y siguientes, pensando que, con varias décadas de retraso, lo que fue bueno para Venezuela podría serlo para este país.

Lamentablemente, algunas de las condiciones y las reservas de los recursos naturales para desarrollar algunos de esos proyectos no hay en el Ecuador; además, Venezuela en los años setenta no apuntaba hacia el socialismo del siglo XXI; la democracia venezolana funcionaba a su manera, pero permitía que los entes de control cuenten con el marco institucional para evitar (aunque no siempre) los negociados de los encargados de decidir sobre los megaproyectos; había inversores extranjeros que aportaban para financiar parcialmente algunas obras; y, como siempre pasa en los países en donde hay dinamismo, se multiplicaban los agentes financieros nacionales e internacionales, deseosos de prestar plata a los empresarios privados y a las empresas públicas. 

En lo que hace al proyecto Gran Mariscal de Ayacucho, por varios años hubo un efecto positivo en los sectores en los que el Estado tenía capacidad de absorber profesionales; pero, por las erradas políticas del gobierno, no tuvieron el mismo efecto en los sectores privados y la prueba es que Venezuela siguió siendo dependiente del exterior para el abastecimiento de alimentos y muchos productos de consumo no duradero y duradero en la época de las vacas gordas y con mayor razón ahora que el desastre económico es fenomenal.

En el Ecuador también se decidió impulsar la formación profesional de pregrado y posgrado (maestrías y doctorados) en el exterior. 

Como principal antecedente, el artículo 385 de la Constitución del 2008, establece que:
El sistema nacional de ciencia, tecnología, innovación y saberes ancestrales, en el marco del respeto al ambiente, la naturaleza, la vida, las culturas y la soberanía, tendrá como finalidad:
“1. Generar, adaptar y difundir conocimientos científicos y tecnológicos.
- 2. Recuperar, fortalecer y potenciar los saberes ancestrales.
- 3.Desarrollar tecnologías e innovaciones que impulsen la producción nacional, eleven la eficiencia y productividad, mejoren la calidad de vida y contribuyan a la realización del Buen Vivir.”

Por su parte, el artículo 386 de la Constitución, determina que: "El sistema comprenderá programas y políticas, recursos, acciones, e incorporará a instituciones del Estado, universidades y escuelas politécnicas, institutos de investigación públicos y particulares, empresas públicas y privadas, organismos no gubernamentales y personas naturales o jurídicas, en tanto realizar, actividades de investigación, desarrollo tecnológico, innovación
y aquellas ligadas a los saberes ancestrales."

Además, el artículo 387 de esa Norma, establece que: "Será responsabilidad del Estado:

1) Facilitar e impulsar la incorporación a la sociedad del conocimiento para alcanzar los
objetivos del régimen de desarrollo;

2) Promover la generación y producción de conocimiento, fomentar la investigación científica y tecnológica y potenciar los saberes ancestrales, para así contribuir a la realización del Buen Vivir, al sumak kawsay;

3) Asegurar la difusión y el acceso a los conocimientos científicos y tecnológicos, el usufructo de sus conocimientos y hallazgos en el marco de lo establecido en la Constitución y la Ley;

4) Garantizar la libertad de creación e investigación en el marco del respeto a la ética, la naturaleza, el ambiente, y el rescate de los conocimientos ancestrales;

5) Reconocer la condición de investigador de acuerdo con la Ley."
Correa creó la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (SENESCYT), decisión que se publicó en el Registro Oficial No. 298 del 12 de octubre del 2010. Supongo que lo hizo con la mejor voluntad de cambiar para bien la educación superior en el país y de hacer que camine rápido hacia el conocimiento y manejo de aspectos científicos y tecnológicos necesarios para el desarrollo nacional. Más todavía cuando, como en el caso de la Venezuela de los años setenta, empezó a recibir divisas en grandes cantidades por el alza del precio del barril del petróleo en el mercado internacional y confiaba en que las vacas gordas seguirían engordando por muchos años más.

A la SENESCYT, la Ley Orgánica de Educación Superior, artículo 182, la declaró el órgano que tiene por objeto ejercer la rectoría de la política pública de educación superior y coordinar acciones entre la Función Ejecutiva y las instituciones del Sistema de Educación Superior.

De inmediato, en el artículo 183, dicha Ley determinó, entre las funciones de la SENESCYT: … "f) Diseñar, administrar e instrumentar la política de becas del Gobierno para la educación superior ecuatoriana; para lo cual coordinará, en lo que corresponda, con el Instituto Ecuatoriano de Crédito Educativo y Becas"; con el objetivo de preparar profesionales de excelencia en muchas ramas del saber, que luego pudieran regresar al país y, por una parte, aplicar sus conocimientos en las empresas públicas y privadas en las que se desempeñaren y, por otra parte, transmitir sus conocimientos a otras personas, en centros de educación superior que, con su concurso, elevarían sus niveles de formación profesional y de investigación. 

Reza uno de los enunciados de la SENESCYT en el Internet: “El Programa de Becas “UNIVERSIDADES DE EXCELENCIA 2015” … tiene por objetivo conceder becas a las personas naturales en goce de los derechos de ciudadanía ecuatoriana, que deseen formarse en estudios de educación superior en los niveles: técnico o tecnológico, tercer y cuarto nivel en los más prestigiosos centros de educación superior del mundo. Este programa no tiene límite de edad para postular y financia únicamente programas de estudio de un nivel superior al que ya registra el/la postulante en el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior de Ecuador de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación.” [2]_/

Para pesar nacional y disgusto nuestro, este programa de becas no tiene y en el mediano plazo no tendrá los efectos que se espera. Como casi todo lo que hizo el gobierno de Correa, sus resultados son y serán mediocres frente a lo esperado, porque se proyectó para un país dinámico, con diversidad productiva y con megaproyectos estatales que darían cabida a muchos “cerebros” formados en el exterior; pero, se ejecutó con deficiencias y eventualmente corrupción, a tal punto que, según decía en algún momento el actual director de la SENESCYT, favoreció a gente que poseía capacidad financiera para educarse por su cuenta y no a estudiantes de las clases menos adineradas (eventualmente a familiares de los gobernantes).

Ahora bien, esos programas solo tienen sentido si es que el país se desarrolla en el largo plazo, al ritmo necesario para absorber la oferta de profesionales capacitados que viene desde el exterior a poner en práctica sus conocimientos. Si eso no sucede, surgen dos problemas: si los estudiantes deben devengar la beca con su trabajo, se encuentran con que no pueden desarrollar emprendimientos y no hay lugares públicos o privados en los cuales puedan practicar lo que aprendieron, con una remuneración adecuada al esfuerzo realizado y los títulos logrados, se frustran y quedan endeudados; la otra posibilidad, posiblemente la mejor, es que busquen y encuentren en el exterior empresas que los contraten,  paguen el valor de la beca y les den ocupación acorde con su preparación y la posibilidad de progresar rápidamente.

Como todos sabemos, el Ecuador 2018 crece poco y en el mediano plazo no crecerá al ritmo necesario para avanzar hacia el desarrollo; pues, no hay inversiones por falta de seguridad jurídica, no hay producción porque muchas empresas cierran sus puertas por falta de demanda, no hay empleo porque el gobierno se ve obligado a deshacerse de personal y los empresarios privados cada vez son menos; la competitividad es cada día menor.

En consecuencia: ¿a dónde pueden ir los becarios que retornan?
Con razón, el Diario EL COMERCIO del 1 de abril, titula a su editorial principal: “Becas, una ilusión rota” y comenta que: “Más de 20.000 ecuatorianos emprendieron su aventura en maestrías, doctorados, tercer nivel de educación superior. Muchos volvieron, se ubicaron en distintos puestos de trabajo para aprovechar sus conocimientos y pagan con paciencia las becas de alto valor. Muchos otros llegan al país y no obtienen trabajo. La situación se agudiza por cuanto ya estamos en la época de las vacas flacas…”

¿Cuál es el resultado final? Que el país hizo y hace una enorme inversión que se malgasta, ya sea porque los profesionales altamente capacitados tienen que ubicarse en posiciones que poco o nada tienen que ver con sus estudios o deben dedicarse a la docencia, a veces sin las capacidades ni la vocación para hacerlo; o, porque toman nuevos rumbos en el exterior y dejan al país sin los beneficios de su formación.

En este sentido, lo que está pasando en Venezuela es terrible. Miles de profesionales de entre 25 y 45 años (no creo que gente de mayor edad), muchos de ellos preparados con fuerte egreso financiero estatal y también personal y con gran exigencia en universidades de Estados Unidos, Europa u otros continentes, dejan su país y viajan a otros lares, no con el ánimo de trabajar en lo que saben, sino en cualquier cosa, por lo menos en los primeros años, y no solo que no producirán para su país en los años en los que tienen salud y las mejores condiciones intelectuales, sino que gastaron el dinero estatal que se pensaba iba a ser una importante inversión nacional y personal.

En el caso del Ecuador hay que evitar ese problema. La aspiración nacional es que los jóvenes estudiantes que regresan de sus becas encuentren trabajos acordes con sus profesiones y sean bien remunerados, para que devuelvan en conocimiento lo que el país invirtió en ellos; siendo factor fundamental para que eso suceda, que el Gobierno diseñe y practique las políticas de desarrollo imprescindibles para que se efectúen inversiones importantes, se produzca con la mayor eficiencia, se logre una mejor atención de la demanda interna y una expansión dinámica de las exportaciones, para que el empleo y el bienestar de la población crezcan rápidamente.

POR FAVOR, LEA DOS LIBROS ACTUALES: ECONOMÍA INTERNACIONAL Y DE AMÉRICA LATINA, de Luis Luna Osorio y Claudia Marcela Bastidas. Edición 2017. Precio: USD 25 cada ejemplar de 608 páginas y un CD; y, ECUADOR: VISIÓN DE LAS CRISIS 2014 – 2017.


[1] _/ En 1974, fui testigo de la decisión de un becario venezolano, en el ILPES de Naciones Unidas, en Santiago de Chile, que tenía 1.200 dólares mensuales de beca, de entregar a un becario boliviano que recibía desde su país solo 100 dólares, otros 100 dólares para mejorar su situación económica. Conste que en ese tiempo, en Chile, el dólar negro se cotizaba 10 veces por encima del valor del dólar oficial, pero las cuotas mensuales de las becas se recibían al tipo de cambio oficial.
[2] _/ http://programasbecas.educacionsuperior.gob.ec/becas-en-el-exterior/

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