lunes, 26 de junio de 2017

Boletín 147: BOLÍVAR Y LA INTEGRACIÓN DE AMÉRICA DEL SUR



Boletín 147: BOLÍVAR Y LA INTEGRACIÓN DE AMÉRICA DEL SUR [1]_/

Eco. Luis Luna Osorio – MBA                                                  Quito, 26 de junio de 2017

La Confederación Bolivariana de América, muy bien representada en el Ecuador por el ilustre Canciller Doctor Amilcar Tapia Tamayo, el 15 de junio de 2017 me incorporó como uno de sus miembros, y me invitó a colaborar en el gran esfuerzo de, algún día glorioso, hacer realidad los deseos del Libertador Simón Bolívar, de formar una América del Sur unida, para enfrentar con éxito a la que él ya veía poderosa América del Norte, beneficiada por “… un gobierno bienhechor que, con una mano hábil, activa, y poderosa dirige siempre, y en todas partes, todos sus resortes hacia la perfección social, que es el fin único de las instituciones humanas”  [2]._/

Lamentablemente, ha pasado mucha agua bajo el puente, desde los años en que Bolívar veía en conjunto al continente americano y se preocupaba por el dinamismo con el que crecían los Estados Unidos  y  la pasividad y desunión de esta parte del Continente. Y, la realidad es que, 200 años más tarde de la época de la Independencia,  América del Norte reina en el mundo político, económico, social, tecnológico y militar, y marcha a pasos agigantados, especialmente desde los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial; mientras que América del Sur casi que marcha en el propio terreno, porque varios de sus países todavía luchan por ampliar sus territorios nacionales a costa del vecino, no practican la democracia y niegan al pueblo sus libertades, buscan la supremacía de ideologías obsoletas en el resto del mundo, se mantienen en el subdesarrollo y la dependencia de terceros, acrecientan las masas de poblaciones pobres y con educación deficiente o sin ella, son incapaces de generar innovación y seguir el paso a la más moderna tecnología.

En consecuencia, la tarea de quienes seguimos el ideal bolivariano es inmensa y sobrepasará, de lejos, la vida nuestra. Pero, como no hay peor decisión que la de no hacer nada en pro de nuestros objetivos, porque los sabemos poco menos que imposibles, estamos aquí para decir que ahora, desde esta nueva trinchera, trataremos de lograr metas, paso a paso pero sin descanso, en pro de la integración de la América del Sur y ojalá, de América Latina; para converger hacia un estado de bienestar común de los pueblos. 

En mi familia, la admiración por Bolívar estuvo presente desde antes de mis días. Mi padre, sin embargo de ser católico practicante, bautizó y llamó siempre a su  primer hijo varón con el nombre de Bolívar, porque admiraba la generosidad sin límites y la disposición del Libertador para servir a los demás sin esperar nada a cambio; su valentía para enfrentar todos los rigores de la guerra, la política y las traiciones, sin importarle las eventuales derrotas en batalla o personales; pero, sobre todo, su visión del futuro, que lo llevó a soñar en la Gran Colombia y una América del Sur unida. 

Todos mis hermanos y yo nos educamos en el Colegio Nacional Bolívar de Tulcán, aprendimos a quererle al patrono institucional, y lo que es más importante, los maestros de ese establecimiento rindieron el mejor de los tributos a Simón Bolívar, cumpliendo a cabalidad sus funciones y haciendo de sus jóvenes alumnos, varios de ellos aquí presentes, hombres de bien, honrados, trabajadores, leales, tenaces, deseosos del progreso de nuestro país, nuestra tierra y nuestras familias.

En mis libros y en la cátedra universitaria, especialmente de la Universidad Andina Simón Bolívar, he buscado que los lectores y los alumnos se identifiquen con el Libertador, poniendo en sus mentes la información y el análisis necesarios para que trabajen por la unión de los pueblos latinoamericanos y contribuyan, desde sus funciones estatales o sus empresas, a construir la América unida, integrada, con visión de futuro, solidaria y cercana. 

Buena parte de mi vida profesional he dado mi aporte a la búsqueda de la integración económica de los pueblos de América Latina y de la Subregión Andina. Lo he hecho como parte de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas, en Chile; como funcionario de la Junta del Acuerdo de Cartagena, en Lima; como integrante y autoridad de los ministerios ecuatorianos responsables de impulsar la integración latinoamericana, en Quito; y, como coordinador de la Secretaría de Integración Fronteriza Ecuatoriano – Colombiana, en Tulcán. También, desde los importantes organismos empresariales que reúnen a industriales y exportadores. 

Y entonces, como observador y actor, he asistido a una enorme cantidad de reuniones de presidentes y de otros altos funcionarios de los gobiernos, en los que las palabras proyectaban el ansia por avanzar hacia el desarrollo armónico de América Latina y su integración, pero los hechos demostraban que siempre priman los intereses nacionales y muchas veces las actitudes irracionales de quienes, teniendo como su responsabilidad principal la conducción de la política exterior de sus países, suscriben múltiples acuerdos, gastan esfuerzos, realizan innumerables viajes, pero apuntan para diferentes lados.

No es otra cosa el hecho de que en América del Sur coexistan la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), el Sistema Económico Latinoamericano (SELA), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Comunidad Andina (CAN), la Unión de Naciones de América del Sur (UNASUR), la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y otras instituciones, provocando primero una fragmentación continental, luego una lucha soterrada por ganar poder en alguna de esas instituciones; después, una dispersión de esfuerzos que hace que la mayoría de esas entidades no cumplan sus funciones; y, finalmente, el quemeimportismo y hasta la oposición de los ciudadanos, con respecto a una empresa que necesita del apoyo general para hacerse realidad. 

Más aún; cada una de esas instituciones “integradoras” multiplica la formación de grupos especializados, encargados de llevar adelante ciertas acciones puntuales o de atender los problemas de ciertos sectores productivos o sociales; pero, el balance es totalmente negativo, porque no tienen planes de largo plazo ni recursos financieros para trabajar o porque sus reuniones inaugurales resultan también reuniones finales, pues nacen del deseo de algún funcionario con poder efímero en un país, que quiere figurar en el ámbito internacional, y no de una verdadera y justificada razón de avanzar hacia la integración. 
El diagnóstico es pesimista, pero es real y resulta de mi experiencia de varias décadas. Lo que interesa es superar los problemas y encontrar las soluciones más idóneas.

No basta la metáfora de que la espada fulgurante de Bolívar marcha por las tierras americanas liderando la batalla por el desarrollo y la justicia social. Es repulsiva la denominación de “Bolivariana” de una revolución que ha hecho de la patria de Bolívar el ejemplo de lo que no deben ser un gobierno y una nación.

Por ello, cada uno de nosotros y las entidades a las que pertenecemos, debemos  trabajar todos los días del año en poner el hombro al desarrollo nacional y a la integración continental, como buenos ciudadanos.

Qué podemos sugerir?

Primero, que la integración de América del Sur tenga claros objetivos políticos, económicos y sociales. En la parte política, una presencia cada vez más importante en el concierto internacional, resultado de una posición única o concertada de todos los países de la región; en lo económico, el avance constante hacia la formación de una unión económica, en la que las personas, los capitales, las mercaderías y los medios de transporte puedan moverse libremente; en lo social, el propósito y la acción para que cada día disminuyan las lacras de la pobreza extrema, la desnutrición, el analfabetismo, la falta de empleo, las enfermedades resultantes de las deficiencias de servicios básicos de prevención de la salud.

Segundo, que al menos en aspectos fundamentales como los derechos humanos, vayamos hacia una Constitución regional. Derecho a la vida en sociedad, en paz y sin delincuencia; derecho a la democracia y la libertad; derecho a la utilización racional de los recursos naturales;  derecho a la educación gratuita en los niveles primario y medio; derecho a la comunicación libre y a la información estatal transparente; derecho a la salud gratuita para todos, especialmente para quienes soportan enfermedades catastróficas; derecho a la libre movilidad de las personas, sin necesidad de más documentos que los emitidos en su país de origen; derecho al trabajo en cualquiera de los países y con seguridad social; derecho a una remuneración mínima según el nivel educacional y la experiencia; derecho a la asociación lícita, la innovación y la propiedad intelectual. 

Tercero, que la integración económica sudamericana sea dirigida por un solo organismo, conformado por los ministros de la producción de los países, que cuente con una secretaría general financiada por los estados, pero autónoma en su administración, con capacidad de proponer políticas orientadas a planificar, incrementar y profundizar las acciones de integración regional, en todos los ámbitos posibles. Realizar lo propuesto implica eliminar las entidades subregionales ahora existentes, hacer que el patrimonio histórico de ellas se aproveche y conduzca a armonizaciones y unificaciones de políticas, en plazos perentorios. Este esquema ya fue utilizado con éxito por los países del Grupo Andino en los años 1969 a 1976 y solo la miopía de los gobiernos de entonces hizo que se lo destruyera, para dar paso a la Comunidad Andina, que perdió la visión integracionista e hizo prevalecer los intereses nacionales de unos países sobre los de los otros. 

Cuarto, que los gobiernos se comprometan a ejecutar conjunta o coordinadamente los proyectos de desarrollo de la infraestructura que sean necesarios para acercar a los países del Atlántico con los del Pacífico y brindar un mejor servicio a las personas y las empresas, una vez que uno de los problemas mayores de la región es el de las largas distancias que hay que recorrer para llegar de unos a otros. Para ese efecto, aprovechar la tarea desarrollada por la Iniciativa para la Integración Regional Sudamericana (IIRSA)

Quinto, que gobiernos, empresas y universidades de todos los países se comprometan a llevar adelante investigaciones de gran alcance y costo, sobre aspectos de importancia regional, a fin de generar tecnología de punta, especialmente sobre productos agropecuarios tropicales y productos agroindustriales derivados.

Sexto,  promover la formación de empresas sudamericanas con capacidad de abastecer el mercado propio y el internacional, mediante políticas fiscales de impulso a su creación, operación y exportación. Para ello, es básico hacer converger a los entes financieros de la Región en uno solo, incrementar sus recursos y lograr que otorgue crédito fácil sobre proyectos que demuestren la rentabilidad de su puesta en marcha y operación.

Algunos lectores pensarán que tengo un optimismo exagerado y que, como algún día me dijeron sobre los planteamientos de mi primer libro, si se cumple el 10 por ciento, estamos hechos. Pero, creo que quienes trabajamos con el intelecto y hemos vivido de él durante más de medio siglo, tenemos derecho a proponer un rumbo hacia el horizonte y quizás a empezar a desbrozar la selva, para que sean nuestros descendientes, los que formen la trocha, amplíen el camino y faciliten la consecución de la meta por los futuros habitantes de estas tierras, que recorrió Bolívar a caballo, meditando en los Estados Unidos del Sur, y que pueden ser, porque tienen capacidad para serlo, el asiento de una nueva cultura mundial, rica en la capacidad de su gente para trabajar, en los recursos de su geografía, para alimentar y servir al mundo, en la belleza de sus paisajes para amar la libertad y la belleza. 

Termino parafraseando lo que dijo el Libertador en Angostura, con respecto a la unión de la Nueva Granada y Venezuela, y aplicándolo a América del Sur:

“Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con imaginación y pasmo, la prosperidad, el  esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región, me siento arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del universo, extendiéndose sobre sus dilatadas costas, entre esos océanos, que la naturaleza había separado, y que nuestra patria reúne con prologados y anchurosos canales. Ya la veo servir de lazo, de cetro, de emporio a la familia humana; ya la veo enviando a todos los recintos de la tierra los tesoros que abrigan sus montañas de plata y oro; ya la veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud y la vida a los hombres del antiguo universo; ya la veo comunicando sus preciosos secretos a los sabios que ignoran cuan superior es la suma de las luces, a la suma de las riquezas, que le ha prodigado la naturaleza. Ya la veo sentada sobre el trono de la libertad, empuñando el cetro de la justicia, coronada por la gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno.” [3]_/
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[1] _/ Texto del Discurso de incorporación de Luis Luna Osorio a la Confraternidad Bolivariana de América.
[2] _/ SIMÓN BOLÍVAR: Mensaje al Congreso de Angostura, Venezuela. Febrero 15 de 1819.
[3] _/ SIMÓN BOLÍVAR: Mensaje al Congreso de Angostura, Venezuela. Febrero 15 de 1819.

domingo, 11 de junio de 2017

Boletín 146: EL DESARROLLO INDUSTRIAL DEL ECUADOR



Boletín 146:   EL DESARROLLO INDUSTRIAL DEL ECUADOR
Eco. Luis Luna Osorio – MBA                                     Quito, 11 de junio de 2017

El ex – Presidente Correa, en el 2008, hizo aprobar por el pueblo la Constitución vigente, que pocos leyeron en su integridad y menos entendieron, cuyos cinco rasgos principales, entre otros, son: el estatismo, el presidencialismo, la redistribución de la riqueza,  el populismo y el alejamiento nacional de los países considerados imperialistas o capitalistas.

El Estatismo llevó a que, en el artículo 313 de la Constitución, se defina que los sectores estratégicos son: “… la energía en todas sus formas, las telecomunicaciones, los recursos naturales no renovables, el transporte y la refinación de hidrocarburos, la biodiversidad y el patrimonio genético, el espectro radioeléctrico, el agua, y los demás que determine la ley”. Varios de esos sectores tienen efectos directos o indirectos  sobre la industria, y están destinados a  “… la decisión y control exclusivo del Estado.” 

Ello llevó también a que el gobierno planteara como los ejes del cambio de la matriz productiva, a varios megaproyectos industriales: petroquímico, siderúrgico, del aluminio, del cobre, del acero, de astilleros y de pulpa de papel. Tómese en cuenta que el Ministerio de la Producción y el Ministerio Coordinador de los Sectores Estratégicos, en el punto 5.3.6 de un documento sobre la política industrial, señalan ilusamente que la inversión en esos proyectos sumaría 9.213 millones de dólares y que, para el año 2025, los ingresos que generarían serían de 3.832 millones, el impacto en la balanza comercial sería de 3.812 millones, el efecto sobre el PIB llegaría a 4.413 millones y determinarían 5.780 empleos. 

A la fecha, 11 de junio de 2017, algunos de esos proyectos no se han iniciado, otros comenzaron mal y se paralizaron, y aparentemente solo el de astilleros está en actividad, pero no en el nivel propuesto originalmente. En el conjunto, el resultado esperado no se ha dado ni modestamente en el cambio en la matriz productiva buscado por el gobierno y no se ve posibilidades ciertas de que alguno de los proyectos madure según la idea original. 

El Presidencialismo se practicó con mucha fuerza desde el 2008 hasta el 24 de mayo de 2017, pues el Presidente Correa se colocó en la cima de todas las funciones y entidades estatales y logró que el conjunto de las acciones de ellas se realice a su real saber.

La política redistributiva determinó que no fuera el objetivo final el desarrollo nacional, sino una economía orientada al fortalecimiento del mercado interno y al mejoramiento de las condiciones de vida de la población pobre con los recursos estatales, desestimando el aporte de la empresa privada al crecimiento económico, llenándola de numerosos tributos, controles y trámites; y, haciendo que la inversión extranjera de riesgo existente se vaya del país y que no venga nueva inversión, ante la falta de seguridad jurídica.

El populismo hizo que, aprovechando el gobierno  los ingentes recursos obtenidos de la exportación del petróleo y el endeudamiento agresivo, se incremente el llamado “bono de desarrollo” y sus receptores, y se lo reparta con fines electorales; se creen nuevos subsidios y variedad de becas; y, se aumenten las plazas de trabajo y las remuneraciones de miles de nuevos empleados públicos, por encima de los niveles salariales de los empleados privados y de la lógica macroeconómica, multiplicando procesos, trámites y corrupción. 

En el ámbito internacional, se amplió las distancias políticas con Estados Unidos, país con el cual las relaciones internacionales del Ecuador son la de mayor importancia; se negó por mucho tiempo la posibilidad de negociar un tratado de libre comercio con la Unión Europea; se puso en neutro el avance de la Comunidad Andina en los temas de mayor relevancia para el país; y, no se buscó aproximaciones con otros mercados interesantes, gastando infructuosamente muchos esfuerzos de política internacional y de política económica internacional, en crear o aumentar vínculos con países pobres o lejanos que tenían afinidad política con el famoso “Socialismo del Siglo XXI”. La excepción fue China, que se convirtió en el primer soporte financiero para el derroche gubernamental, en condiciones muy gravosas, que incluían la construcción china de obras gubernamentales importantes; pero que, en cuanto a inversión en el país y a comercio bilateral, no dio mayores resultados.

Con respecto a la industria (excepto refinación de petróleo), entre 2007 y 2016, el Producto Interno Bruto (PIB) del sector creció en el 34%, por debajo del crecimiento de la cifra global del PIB (38%) y de las cifras de los sectores de suministro de electricidad y agua (200%), acuicultura y pesca (128%), correo y comunicaciones (100%), servicios financieros (79%), construcción (72%), administración pública y seguridad (62%), enseñanza y servicios de salud (55%), transporte (46%), actividades profesionales y técnicas (36%). Solo marcaron cifras inferiores a la industria, la agricultura (28%), el servicio doméstico (25%), el petróleo (13%), la pesca (7,7%) y la refinación de petróleo, que decreció.

Cabe mencionar, a este respecto, que la industria no funcionó en la década 2007 - 2016 como el motor del desarrollo productivo y tecnológico que se entiende debe ser. Su crecimiento de toda la década correísta, menor que el del PIB total, demuestra que no tuvo la fuerza necesaria para impulsar la oferta de  bienes de producción nacional; por ello, la tendencia por importar fue de gran magnitud, en todo tipo de bienes, de tal forma que en algún momento el gobierno se vio obligado a recurrir a salvaguardias e impuestos internos fuertes, con el objetivo de reducir el consumo de miles de productos. 

Las salvaguardias no cumplieron su papel; además de incrementar los precios internos y de no impulsar a algunos sectores de la industria nacional (pues irresponsablemente se las colocaron a muchas materias primas y bienes de capital), generaron ríos semanales de gente hacia las fronteras, para comprar productos de primera necesidad en Colombia o Perú y provocaron cuantioso contrabando, por cientos de millones de dólares.

El cambio de la matriz productiva fue solo un espejismo, que se lo publicitó oficialmente como una realidad o como un proceso exitoso, a pesar de que ninguno de los megaproyectos anunciados por el gobierno tuvo los resultados esperados y de que uno de ellos, la refinería del Pacífico, fue el fiasco más monumental, pues se invirtieron 1.200 millones de dólares y en más de un lustro, solo ha llegado a contar con una explanada y una carretera que ya cuestan más de 1.600 millones, sin que se consiga fondos para su realización (que, además, al país no le conviene llevar a efecto, por múltiples razones).  

El Código Orgánico de la Producción, Comercio e Inversiones (COPCI) no aportó para dinamizar esas actividades y cuando lo complementaron con otra ley, el mismo gobierno reconoció que no había dado frutos. Y se advierte que su ambicioso artículo primero decía:

El ámbito de esta normativa abarcará en su aplicación el proceso productivo en su conjunto,... Así también impulsará toda la actividad productiva a nivel nacional, en todos sus niveles de desarrollo y a los actores de la economía popular y solidaria; así como la producción de bienes y servicios realizada por las diversas formas de organización de la producción en la economía, reconocidas en la Constitución... De igual manera, se regirá por los principios que permitan una articulación internacional estratégica, a través de la política comercial, incluyendo sus instrumentos de aplicación y aquellos que facilitan el comercio exterior, a través de un régimen aduanero moderno transparente y eficiente.” 

Con respecto a las exportaciones industriales, entre el año 2008 y el 2016, éstas decrecieron en el 12,5% al pasar de 4.484 millones de dólares en el primer año a 3.921 millones en el último, en el cual significaron solamente el 23,3% de las exportaciones totales. Además, se explica que, de las exportaciones industriales, el 24% corresponde a “Otros elaborados de productos del mar”, el 10% a “Derivados del petróleo” y el 10% a “Manufacturas de metales”, cuyos aportes reales de valor agregado son modestos.

Se destaca la exportación de (miles de) “Otros” productos industriales, que de 2008 a 2016 ha crecido de 1.145 a 1.503 millones de dólares, pasando de significar el 25,5% de las exportaciones industriales en el primer año al 31,3% en el último. Sin embargo, conviene señalar que todos ellos son poco significativos y no hay la expectativa de que alguno o algunos puedan elevar sus ventas para que tengan efecto macroeconómico.

Se anota que, en el primer trimestre de 2017, las exportaciones industriales fueron superiores a las de igual periodo del 2016 en 123 millones de dólares, debido a los incrementos sustanciales en las exportaciones de derivados del petróleo (70 millones de dólares); los otros productos del mar (49 millones de dólares) y harina de pescado (13 millones de dólares), a pesar de que se redujeron las exportaciones de elaborados de cacao y café, manufacturas de metales, sombreros y manufacturas textiles. 

El inicio del gobierno del Presidente Moreno lleva a sugerir algunas acciones prioritarias para el Ministerio de Industrias, para acelerar el desarrollo industrial. Solo se las puntualiza y no se las explica, por falta de espacio, pero podrían servir como referentes. 

1.    REFORMAS DEL MARCO LEGAL
a.    Ambiental (en relación con el uso del agua, la contaminación del aire, la explotación del suelo y del subsuelo)
b.    Energético (autogeneración por la empresa privada, tarifas industriales)
c.    Para la inversión extranjera directa (seguridad jurídica, renegociación de los tratados de protección recíproca de inversiones, diseño de formas de atracción de capitales, reducción de procedimientos y trámites para las empresas)
d.    Societario (revisión del COPCI y sus reformas y la Ley de Control del Poder del Mercado, mejoramiento del mercado de valores, respeto a la propiedad industrial, promoción de la localización industrial regional, creación de Zedes)
e.    Fiscal (rebaja de aranceles y carga tributaria interna, especialmente)
f.     Financiero (promoción y facilitación de créditos de fomento y privados)
g.    Laboral (impulso a la generación de empleo y revisión de los términos de contratación, administración y finalización de actividades laborales)
h.    De seguridad industrial (capacitación y mejoramiento de sistemas)
i.      De infraestructura (búsqueda de mejoramiento operacional de puertos, aeropuertos, carreteras, parques industriales, zedes)
j.      De exportación y logística (búsqueda de ganancia de competitividad)
k.    De educación y capacitación (dinamización del desarrollo tecnológico).

2.    COORDINACIÓN INTERINSTITUCIONAL ESTATAL PARA EL DESARROLLO NACIONAL
a.    Planificación global (SENPLADES) – proyección del Sector Industrial
b.    Economía y Finanzas – obtención de recursos para el desarrollo del sector y atención especial a los temas 1.c  a 1.f, 1.i y 1.j antes mencionados.
c.    Desarrollo Agropecuario (Coordinación con el MAG y Ministerio de Pesca)
d.    Energía – ver 1.b
e.    Obras Públicas – ver 1. i
f.     Ciencia y tecnología (SENESCYT) ver 1.b , 1.c , 1.d, 1.j, 1.k
g.    Según los literales del punto 1.
h.    Reducción de tiempos y requisitos para procedimientos y trámites.
i.      Seguimiento constante del correcto desarrollo de las industrias básicas

3.    COORDINACIÓN INTERNACIONAL PRINCIPAL CON:
a.    ONUDI          En todos los ámbitos del desarrollo industrial
b.    OMC              Para impulsar el comercio y la propiedad industrial
c.    CEPAL          En temas de Macroeconomía e industrialización
d.    CAF               Financiamiento del desarrollo a largo plazo
e.    CAN              Fortalecimiento de la integración andina
f.     ALADI           Fortalecimiento de la integración latinoamericana
g.    Centros mundiales de desarrollo tecnológico industrial, para incrementar la competitividad nacional.

4.    APOYO AL MEJORAMIENTO DE LAS RELACIONES INTRA - INDUSTRIALES
a.    Impulso a la generación y desarrollo de cadenas productivas
b.    Capacitación empresarial y laboral en sus áreas y en comercio exterior
c.    Coordinación con el sector privado, universidades e institutos tecnológicos
d.    Coordinación con el sector laboral
e.    Formación de grupos de análisis sectorial y regional con los empresarios, los trabajadores y las universidades
f.     Apoyo a la investigación tecnológica y de mercados sobre temas de interés de la industria
g.    Organización de ferias industriales o apoyo a la participación en ellas.
h.    Instalación de zedes en las fronteras, especialmente en Tulcán.
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