lunes, 26 de diciembre de 2016

135.- PROPUESTA DE POLÍTICA DE COMERCIO EXTERIOR 2017 - 2021



BOLETÍN 135 DE LUIS LUNA OSORIO
QUITO, ECUADOR, DICIEMBRE 26 DE 2016

Como en otras oportunidades, el autor del Blog sugiere una política de comercio exterior para el país. En esta ocasión lo hace teniendo en cuenta que en Mayo de 2017 habrá, con toda seguridad, no solo un cambio de Presidente, sino el cambio urgente de timón que requiere el país, ojalá en 180 grados, para que, sobre la base del aprendizaje de la lección, nunca más se frustren las esperanzas del pueblo, ni se dilapiden o se roben los recursos que a él le pertenecen.

PROPUESTA DE POLÍTICA DE COMERCIO EXTERIOR 2017 - 2021
La política de comercio exterior de un país como el Ecuador, debe estar enmarcada en una política de Estado de desarrollo nacional, que impulse en el largo plazo y de manera armónica el aumento sostenido de la inversión, el incremento de la producción y la productividad, el crecimiento del empleo, la generación de exportaciones. Debe tener como prerrequisitos: estabilidad política, seguridad jurídica, desarrollo de la competitividad nacional, apertura al comercio internacional, agilidad en procedimientos y trámites, respeto por las normas de parte de exportadores y funcionarios.  

Ello debe hacerse para: contribuir a que el comercio mundial sea leal y transparente; cumplir y hacer cumplir las normas internacionales y nacionales relativas al intercambio de bienes y servicios, lograr que los productores y los exportadores nacionales reciban el mejor precio por sus productos, que obviamente deben cumplir con las exigencias mínimas de competitividad (cantidad suficiente, calidad vinculada al precio, oportunidad de acceso al mercado); en consecuencia, los agentes de comercio internacional (públicos y privados), deben ser formados para aceptar las condiciones de toda compra – venta únicamente cuando esas condiciones le satisfagan. La palabra “no” y el voto negativo deben estar siempre en su vocabulario de negocio, hasta cuando les convenga la transacción y lleguen a acuerdo.

En todos los países miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC), entre ellos el Ecuador, esa política debe tener en cuenta la normativa internacional, en especial en lo que se refiere a las grandes áreas incorporadas en el Acuerdo por el cual se creó en 1994: comercio de bienes, comercio de servicios, asuntos de propiedad intelectual vinculados al comercio (ADPIC) y de forma indirecta, movimiento de capitales derivado del comercio internacional, necesario para efectuar inversiones extranjeras de gran magnitud, en países dueños de materias primas o importantes consumidores.

Además, esa política debe normar las importaciones, de manera que tengan incentivo las compras necesarias como medicinas, maquinaria y equipos no producidos, insumos agropecuarios; y, por el contrario, se graven, limiten y hasta prohíban ciertas importaciones suntuarias o que afecten a la salud, la moral y la integridad nacional.  

Por supuesto que las dos políticas mencionadas y su ejecución deben estar armonizadas y en algunos casos hasta ser complementarias; por ejemplo, cuando se negocian los acuerdos comerciales bilaterales o multilaterales; pero, los ejecutores de la política comercial y el Servicio Comercial en el Exterior, deben tener la capacidad de actuar con autonomía financiera y operativa frente a la Cancillería y las embajadas, aunque los funcionarios con sede en otros países estén sujetos a control administrativo de los embajadores y a las normas diplomáticas necesarias para su vida en el exterior.

Para los embajadores y los diplomáticos a su mando sobran tareas en sus lugares de destino, en vez de dedicarse al comercio. En este mundo tan interdependiente, crear o mejorar la imagen de país, que es poco conocida y a veces mal tratada, informarse e informar sobre acontecimientos políticos y económicos de importancia para el país al que pertenecen, asistir a  eventos culturales, económicos y protocolares, conocer y analizar normas internacionales y leyes nacionales de interés, organizar las agendas de las autoridades nacionales que viajan a su país de acreditación por asuntos oficiales, no es cuestión de poca monta y requiere de muchos conocimientos y destrezas, incluido el dominio de lenguas extranjeras.

Para los agentes comerciales, son labores de absoluta dedicación: estudiar el mercado del país en el que han sido acreditados; mantener e incrementar los contactos con los ministerios de comercio e industrias, las cámaras empresariales, importadores y consumidores, inversionistas de riesgo y financieros, organizaciones de transporte aéreo y marítimo; promocionar los productos exportables del país y descubrir nuevos productos de exportación potencial; además, averiguar formas de reducir los costos del proceso logístico entre el país de origen y el de destino, conseguir asistencia técnica y capacitación técnica para los empresarios nacionales.

El objetivo general debe ser: incrementar sustancialmente,  diversificar y desarrollar
tecnológicamente las exportaciones del Ecuador, multiplicando los productores, los productos y los destinos, en un clima de complementación virtuosa entre el Estado, las empresas y la Academia.

Objetivos específicos que se sugiere al Estado para el año 2017, son:

1.        Contribuir al incremento dinámico de una  oferta exportable competitiva, que amplíe la venta de los productos tradicionales, contenga crecientes aportes de nuevos productos agroindustriales, incluya productos industriales derivados de la minería y fortalezca la exportación de servicios modernos;
2.       Dar trato nacional a la inversión extranjera directa, orientada a generar producción exportable y garantizar la repatriación de esa inversión y sus réditos, cuando lo deseen sus propietarios.
3.    Vigilar que se respeten los derechos adquiridos por el país en virtud de los acuerdos internacionales de propiedad intelectual y de la ley nacional respectiva;
4.    Iniciar con dinamismo la ejecución del Acuerdo Multipartes con la Unión Europea, cumpliendo fielmente las obligaciones que de él dimanan y aprovechando las facilidades derivadas útiles a la exportación.  
5.       Negociar y suscribir acuerdos comerciales de interés nacional con todos los países cuyos mercados sean de importancia para el desarrollo de las exportaciones. La primera y urgente negociación debe hacerse con los Estados Unidos, el principal mercado nacional. Luego, habría que negociar con China un amplio acuerdo multipropósito; y, con India y Corea del Sur acuerdos similares, previendo que esos mercados van a ser mucho más importantes.
6.            Inducir cambios oportunos en las políticas de desarrollo de la infraestructura
               y los servicios portuarios y aeroportuarios internacionales, para mejorar las
condiciones de acceso del país al mercado mundial. Hay que construir la autopista Quito – Guayaquil, incrementar las rutas y las frecuencias de los vuelos internacionales y lograr que los puertos de Posorja, Manta, Puerto Bolívar, adquieran la profundidad para que operen los barcos post Panamá.
7.           Contar con un sistema institucional técnico de producción y promoción de las exportaciones que, al interior del país y en el exterior, trabaje con autonomía del manejo político de las relaciones internacionales. Para ello, hay que fortalecer los ministerios sectoriales de la producción, el Ministerio de Comercio Exterior y ProEcuador.
8.           Apoyar la aplicación de una política de importación de maquinaria y equipos con tecnología de punta, que permita a muchas empresas aumentar el abanico de productos de exportación con creciente valor agregado.
9.         Evitar que se utilice a los medios y procedimientos de facilitación del comercio internacional como mecanismos para traficar productos que incumplan las  leyes nacionales. Hay que colocar escáneres de control de ingreso y salida de carga en los puertos y aeropuertos y ejercer un control estricto sobre el narcotráfico.
10.        Procurar de manera permanente la formación y la capacitación de funcionarios
públicos y privados expertos en economía internacional y en especial en comercio exterior. Para ello, hay que crear una Maestría en Negociaciones Económicas Internacionales, que produzca negociadores para el Estado y para las empresas privadas, en dos especializaciones claramente definidas.
11.        Relocalizar el Servicio Comercial del Ecuador en el Exterior, para que responda con mayor eficiencia a las necesidades del país en función de la política de comercio exterior. Hay que cerrar determinadas oficinas que no cumplen su función y abrir otras en mercados mucho más importantes para el país.
12.        Evitar que el Servicio Comercial y la Diplomacia sean partes del botín político del gobierno de turno, que permite becar sin mérito a hijos de altos funcionarios, pagar favores, alejar a personajes partidarios importantes pero molestos, atender problemas de salud de amigos o familiares de los ministros.
13.        Mantener un estrecho contacto Estado – Empresarios – Trabajadores, para
definir políticas de consenso, en orden a lograr que los efectos económicos de la mayor exportación se traduzcan en beneficios para toda la sociedad.

Para avanzar en este proceso es fundamental organizar varias mesas de trabajo que se dediquen, entre junio y agosto 2017, a efectuar la tarea de definir el punto de partida en todos los sentidos propuestos, a preparar anteproyectos de ley necesarios y a programar técnicamente las acciones futuras.

Aquí quiero recordar, resumir y actualizar  algunas ideas expuestas en mi libro Ecuador: Proyección 2020, sobre lo que hay que hacer en materia de comercio exterior:

Mejorar sustancialmente la infraestructura y los servicios de apoyo a las exportaciones.-   Lo importante a señalar es la necesidad de que los problemas que existen especialmente en la infraestructura vial, de puertos y aeropuertos, y en los servicios complementarios operativos y funcionales del Gobierno, como las aduanas y los demás órganos de control, se solucionen pronto y de la mejor manera. De nada sirve que las empresas se vuelvan competitivas, si el Estado no les provee de los medios para acceder oportunamente al mercado, sea el nacional o el internacional. En este sentido, es bueno recordar que un estudio hecho para la Cámara de Industriales de Pichincha, con motivo de la negociación del TLC con los Estados Unidos, señalaba que: “los productos que entran con 0% de arancel al Ecuador (zonas francas y regímenes especiales), al demorarse en promedio 14 días en ser desaduanizados, están pagando en realidad un arancel administrativo equivalente al 11.2% del valor de la mercancía” y, añade el autor de este libro, están causando una grave pérdida de competitividad, porque en otros países el tiempo de desaduanización de ese tipo de bienes es de 48 horas; con lo cual, mientras el producto a ser exportado por el Ecuador recién está esperando la materia prima, el producto competidor ya está en el punto de venta o hasta vendido.
Incrementar la producción y la productividad nacionales.- Esta es una responsabilidad del Estado en el interior del país: seguridad jurídica y dentro de ella respeto a la propiedad privada y a la propiedad intelectual; apoyar todo tipo de emprendimiento para producir, con reglas claras de juego, marco legal actualizado y promocional; agilidad burocrática y simplificación de trámites y procesos, incremento de la inversión y trato nacional a la inversión extranjera, crédito suficiente y ágil, asistencia técnica para las mipymes, preparación y capacitación de expertos en las profesiones requeridas por los diferentes sectores económicos; información especializada y oportuna por Internet sobre el marco legal internacional que rige la producción y su relación con el Ecuador, estudios de mercados y de productos que orienten a los inversionistas, organización de ferias internacionales especializadas en las principales ciudades.
Diversificar las exportaciones y elevar sustancialmente su valor agregado.- Drástica reducción de la importancia relativa del petróleo, una creciente exportación agroindustrial con mayor valor agregado, aumento significativo de la exportación de minerales propios procesados, exportación de productos industriales nuevos que signifiquen al menos USD 100 millones cada uno; exportación de servicios financieros y de DFI internacional, venta de software, incremento a dos millones anuales de los turistas hacia el Ecuador,  aprovechamiento comercial de la ruta Manta – Manaos, venta de bonos de carbono a los países desarrollados y un programa de reforestación planificada, con miras a producir bosques, madera y productos de la madera, en los que el país puede ser muy competitivo. 
Atender mejor los mercados tradicionales.- Esto es algo que el Gobierno  no ha hecho, pero es muy necesario. Desde el 18 de mayo de 2004, hasta diciembre de 2014, el Ecuador no quiso firmar un solo acuerdo comercial, mientras que sus vecinos y otros países suscribieron varios y muy importantes, que le afectan al país en forma negativa, en unos casos directamente y en otros, indirectamente.  Para empezar, se ha negado a suscribir un acuerdo con Estados Unidos y ha pretendido que ese país prorrogue la vigencia de la ATPDEA por cuatro años, que es lo que planteó cuando estuvo en el país la Secretaria de Estado Clinton. …. El Ecuador tardó mucho en firmar el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea y la demora le hará daño, porque Colombia y Perú se le adelantaron en sentar las bases de una exitosa exportación.
Lo urgente es cultivar los mercados que el Ecuador ya conoce y ampliarlos; para ello, es básico acordar con Estados Unidos y la UE modus operandi que sean permanentes y eviten crisis y quiebras a los productores nacionales; también es necesario sentarse a negociar con Colombia y el Perú nuevas formas de ampliar los negocios bilaterales, pues éstos se va a ver afectados por los acuerdos de esos países con terceros. Encontrar otros mercados no es fácil; se puede lograr facilidades de exportación para ciertos productos, pero lo que interesa es abrir nuevos mercados a muchos nuevos productos y eso solo se consolida cuando hay acuerdos y normas permanentes, el transporte internacional está disponible, los servicios complementarios al transporte y éste funcionan con agilidad; la aduana y las entidades controladoras de calidad, normas sanitarias y de origen, y los puertos y aeropuertos despachan rápidamente.
Desconcentrar los destinos de las exportaciones.- Los datos del BCE dicen que el país exportó en el año 2015 a más de 150 países, de los 220 que hay en el mundo. Esto diría que el Ecuador tiene una buena diversificación de destinos, pero que hay otros mercados hasta ahora desconocidos. Sin embargo, si se profundiza en el análisis, se llega a la conclusión de que son ocho países los que copan las dos terceras partes de las exportaciones y que los otros registrados solamente compran uno o pocos productos y por cantidades mínimas. De manera que el abanico de naciones a las que se les puede exportar mayores cantidades es enorme.
Se reitera que el Ecuador solo participa con el uno por mil de las exportaciones mundiales y que, en consecuencia, debe diversificar sus destinos no solo a otros países, sino dentro de los mismos que ahora son sus principales mercados. Por ejemplo, en los Estados Unidos, solo una ciudad significa como mercado mucho más que algunos países grandes de entre los subdesarrollados; de manera que lo que faltaría es profundizar los negocios más allá de Miami, Nueva York o Chicago, para avanzar a ciudades que posiblemente no conocen o conocen muy poco de la producción nacional. 
Lograr que en la exportación nacional tengan mayor participación relativa y absoluta las MIPYMES.- Esto debe ser el resultado de una labor tenaz, diaria y técnica del Estado, que apoye a esas empresas, en todos los sectores productivos, con crédito, asistencia técnica, información y promoción de la asociatividad; que les lleve a cumplir con los requerimientos de competitividad de cada uno de los mercados de destino en: los requisitos legales e institucionales. Sin embargo, el Gobierno debe tener presente que casi todas  las empresas productoras del país, menos unas pocas, a nivel internacional son pequeñas y a lo sumo medianas, y que por tanto necesitan el apoyo estatal para alcanzar su propia competitividad y para tener las condiciones que hagan posible la productividad nacional. La actual visión del comercio, sesgada ideológicamente, no produjo el efecto necesario de aumentar exportaciones y exportadores. Se recalca que muchas de las grandes empresas productoras nacionales se apoyan en las medianas y éstas a su vez en las pequeñas, con integración vertical u horizontal, para cumplir con los requisitos que debe cumplir el “producto total” de exportación.
Un aspecto imprescindible es el financiamiento, vía inversión o crédito. En la inversión, es necesario el trato nacional a la inversión extranjera. Hay que terminar con la gran incertidumbre de los empresarios privados, frente al conjunto de leyes tributarias que adopta el Estado y de trámites que se inventa, que claramente van cerrando el ámbito de sus actividades y exigiéndoles incurrir en costos contrarios a la competencia.
Importar cada año un valor relativo menor, de productos de consumo y combustibles.- Esto se logrará si es que se efectúa un nuevo proceso de sustitución de importaciones, derivado del análisis de la actual demanda interna y se obtiene resultados sobre el tipo de empresas existentes con capacidad ociosa o de nuevas que podrían remplazar los productos de consumo importados por nacionales. En ese sentido, ampliar la capacidad de refinación de petróleo es una prioridad, racionalizar los precios reduciendo gradualmente los subsidios y focalizándolos, es otra; producir petroquímica es una tercera más difícil, que daría mayor valor agregado y ahorraría divisas al país.
Es necesario tener en cuenta que la sustitución de importaciones exige montar empresas industriales con maquinaria y equipos importados modernos y comprar materias primas en alto porcentaje, así es que no hay que pensar en ahorro de divisas sino en un cambio de la demanda y esta puede crecer más en la medida que la política de sustitución sea exitosa, lo que incide en la balanza comercial y eventualmente en la balanza de pagos.
Reducir hasta eliminar todas las prácticas ilegales de comercio exterior. Prácticas ilegales son, entre otras, el contrabando de bienes en general, el tráfico de armas, el tráfico de drogas, el coyoterismo, la trata de blancas, el comercio de órganos y el lavado de activos, que resulta de los dineros mal habidos. Eliminarlas o por lo menos reducirlas en gran medida, es una tarea urgente y trascendente.
Muchas de esas acciones se reducen cuando los países se desarrollan, la población tiene empleo, eleva su nivel de educación y está consciente del daño que puede hacer a personas inocentes. Otra manera de reducirlas es imponiendo sanciones drásticas a quienes las practican. Pero, si el país agrava sus problemas socioeconómicos y el Gobierno vuelve blandas o elimina las sanciones para los delincuentes privados y los funcionarios corruptos, como pasa en el país, el resultado es que la delincuencia se perfecciona.
El Gobierno tiene una gran tarea que cumplir, pero no la debe hacer solo. El COMEX debe tener en su seno representantes empresariales, laborales y de la Academia que impulsen la competitividad y el desarrollo dinámico de las exportaciones legales.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

DISCURSO, EN EL COLEGIO DE ECONOMISTAS DE PICHINCHA, DEL DR. ENRIQUE SIERRA CASTRO



Boletín 134: DISCURSO ACADÉMICO, EN EL ANIVERSARIO DEL COLEGIO DE ECONOMISTAS DE PICHINCHA, DEL DR. ENRIQUE SIERRA CASTRO

Eco. Luis Luna Osorio MBA                      Quito, Diciembre 11 de 2016

El 24 de noviembre de 2016, el Colegio de Economistas de Pichincha (CEP), celebró un nuevo aniversario y en la Sesión Solemne de esa fecha, el Doctor Enrique Sierra Castro, autor de numerosos libros sobre Economía y Desarrollo, Miembro del Directorio del  CEP, fue el encargado de pronunciar el Discurso Académico de orden.

Para beneficio de los lectores de este Blog, se transcribe textualmente ese Discurso, para celebrar que los receptores directos de los 133 boletines anteriores suman 105.600, los lectores en Google superan los 250 mil y los lectores potenciales son más de 1,5 millones, lo que genera una gran satisfacción para su autor y, a la vez, una enorme responsabilidad de continuar en el esfuerzo.

DISCURSO DEL DOCTOR ENRIQUE SIERRA CASTRO – Noviembre 24 de 2016

Lo corriente en los discursos académicos de Economía  es exponer el pensamiento y las teorías económicas de autores importantes que han hecho escuela.  Sin embargo, en esta oportunidad se tomarán  otras vertientes.

CONCEPTOS.- A mi juicio, tres son los conceptos que orientan a las macroeconomías capitalistas  y mixtas: cantidad, velocidad  y,  uno menos recurrente pero importante,  calidad. En la praxis, estos conceptos se apoyan en el desarrollo  de la ciencia, la tecnología y en la administración de empresas.  El desarrollo de estos fundamentos es  inducido, a su vez,  por la economía de más cosas más velozmente producidas. Las grandes economías modernas han llegado a ese estadio tratando de lograr  más cantidades a mayor velocidad.  En efecto, presenciamos una constante y febril actividad dirigida a incrementar las cantidades y a producirlas  más velozmente. Por diferentes medios y condiciones se tiende  a  incrementar la producción y otras funciones y valores económicos.  La visión empresarial –y también de gobernantes– es conseguir más producción, más ventas, más inversiones, más ganancias; en el ámbito de la economía nacional, más PIB, más consumo, más presupuesto; todo más. 

Por otro lado, más grandes establecimientos productores, más grandes medios de transporte, más vastos mercados; bancos más grandes; sociedades de capitales más extensas, etc. Así como se procura más y más cantidades, también se trata –hasta con desesperación– aumentar las velocidades: procesos de producción más rápidos, transportes más veloces, ventas más urgentes. Todo a mayor velocidad.

Estas condiciones económicas se sintonizan con la vida humana, la  que está sometida  al imperio de más y más cantidades y velocidades. Nos abruma la promoción de bienes y servicios; la insistencia de los oferentes… “lleve  dos que  sale más barato”;  “llévelo ya”.  El uso del vocablo “ya”, en este sentido, es todo un signo de inmediatez.

ATRASO.- Tales ondas expansivas –de más y más–  en las economías desarrolladas e hiperdesarrolladas, van dejando atrás a las regiones y países que no pueden seguir su ritmo. De ello están conscientes sus dirigentes políticos y sus clases empresariales; saben que no podemos seguirles el paso. También conocen que nuestros países van quedando sin materias primas y que se deteriora su medio ambiente; que se van  reduciendo las selvas, faltando el agua, agotando los yacimientos mineros; al mismo tiempo que, sin embargo, nos llenamos de desechos tecnológicos y de deudas, al paso  que se deterioran  nuestras condiciones de vida.

Nuestros países reciben la influencia –muy inducida por las grandes y modernas economías–  de imitar, en lo que la concentración de la riqueza  lo permite, algunas de sus formas de consumo; es el conocido efecto demostración.

Estas economías hacen penetrar  dicho efecto en  nuestro medio,  más que ideas y modos para desarrollar las capacidades productivas amigables con el medio natural y social. Usan nuestra fuerza de trabajo; pero, nos dejan a cargo su capacitación, educación, salud y vejez.   

AUGE Y CRISIS.- Cuando los conceptos mencionados –tan íntimamente concatenados,  cantidad  y  velocidad– tienden a intensificarse, se llega  a los crecimientos acelerados de las macroeconomías y  a los auges económicos. Pero, cuando esos conceptos se debilitan, aparecen los síntomas de crisis que  las teorías del desarrollo las han graduado y calificado; son las nominadas desaceleraciones, recesiones, depresiones, etc. 

Las grandes  economías son propensas a transitar por fases de lento crecimiento y de crisis; de modo que, cuando aparecen aquellos síntomas, suenan las alarmas, llegan las preocupaciones y los desfallecimientos.  La clase empresarial ya intuye que en el seno de la economía están madurando condiciones que pueden culminar en crisis generales, comprometiendo, de hecho, a las economías menos desarrolladas.

POLÍTICA ECONÓMICA.- En las previsiones de crisis y en el enfrentamiento de  las crisis mismas, se recurre a la llamada política económica, envuelta en la retórica de que el Estado  debe salvar la economía y volverla a punto de iniciar nuevas fases de recuperación y de auge.

El capitalismo inventó y cedió espacio a la política económica para salvarse a sí mismo y enriquecerse más con menos riesgos. Los costos de toda política económica, a la corta o a la larga, son cargados al pueblo.  Las economías capitalistas se transformaron en mixtas gracias a la política económica. Esta agrega a la gobernanza un arsenal de herramientas al servicio, en definitiva, del capital; sin  embargo, sin  ellas, las crisis serían más frecuentes y prolongadas.

CRISIS.- Se mencionó  la  palabra “crisis”.  Nadie querrá oírla o leerla; pero, ahí está, para singularizar situaciones  que lo ameritan. Los economistas, políticos y líderes sociales pueden y deben discutir y aclarar las fases en que se encuentra el proceso económico de  sus respectivos países, a la luz de  manifestaciones financieras, de producción y ocupación vistas objetivamente.  Evidencias de debilitamientos económicos –caída de las ventas y de la producción; cierre de empresas y emigración de capitales, desocupación, descenso de los ingresos,  déficit fiscal, endeudamiento público masivo, etc., implica que la macroeconomía está transitando por una crisis más amplia que lo que significa  cada una de aquellas situaciones particulares.

No hay que temerle  a la palabra crisis.  La Real Academia Española, en su quinta acepción de la palabra crisis, expresa que en economía significa… “Reducción en la tasa de crecimiento de la producción de una economía, o fase más baja de la actividad de un ciclo económico…”. La negación de las evidencias y el silencio de las palabras no detienen los procesos críticos, aunque el pueblo calle sus penosas consecuencias.

AVANCE Y RETROCESO.- La política económica no siempre aporta soluciones definitivas; sobre todo,  si no es bien pensada y aplicada oportunamente en el contexto de las condiciones económicas y sociales prevalecientes, y si no es respaldada con mecanismos adecuados que sustenten las soluciones esperadas. En América Latina, hace un par de años, se elogiaban los resultados obtenidos en disminuir el pauperismo; pero, hoy por hoy, con la desocupación a mayor escala y la caída  de los ingresos, se constata el retorno de la pobreza y su extensión a la clase media.

PLANIFICACIÓN ECONÓMICA.- La política económica incorporó  la planificación como función del Estado.  Al término de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, la dirigencia política de las potencias europeas introdujo la planificación para enfrentar la vasta destrucción de sus activos económicos y sociales; y, para sacar a sus economías nacionales de las vocaciones bélicas en que  habían caído,  y transformarlas en economías de paz y de comercio internacional.  

Con la planificación, Europa reflexionó más fundadamente su futuro, así como las potencialidades de sus economías globales y de sus sectores productores, al tiempo de proyectar concienzudamente sus servicios y políticas sociales. La política económica tuvo en la planificación una herramienta para armonizarse mejor y ser más eficaz. 

Ante la enorme tragedia de la guerra, la planificación fue aceptada en Europa; pero fue negada en la mayor potencia mundial, cuya economía no sufrió por el conflicto bélico; por el contrario, la guerra constituyó la plataforma que lanzó a la economía norteamericana al más alto nivel internacional y de bienestar.

 PLANIFICACIÓN EN LATINOAMÉRICA.- La planificación también entró en América Latina.  Los poderes dirigentes de las economías de la región –clases empresarial y política, más los dueños de la inversión extranjera– la admitieron ante el riesgo social que significaba la presencia de la vasta pobreza existente a mediados del siglo XX. En América Latina la planificación fue, de facto, un proyecto intelectual que, antes de medio siglo, evidenció su fracaso.

De los cuatro trabajos efectivos que constituye un plan nacional: diagnóstico; formulación de objetivos, metas y proyectos; ejecución; y, evaluación, en América Latina se logró avanzar sólo los dos primeros. 

Nunca ha existido  en las clases dirigentes  disposición sincera  de ejecutar los planes, mucho menos de evaluar sus resultados. En estas experiencias latinoamericanas de planificación, la clase política pronto descubrió que la formulación de metas y proyectos de los planes era un acervo de promesas, su argumento más eficaz para mantenerse a flote en la política y conquistar el voto ciudadano. 

La planificación no ha sido rectora de la política económica, pero ha servido a la demagogia. La política económica real ha seguido, como siempre, improvisándose y aplicándose conforme a los intereses de turno; a menudo llega atrasada a las crisis. Sin embargo, siempre hay opción de recurrir a la planificación como método de gobernanza, especialmente en las situaciones de escasez extendida, en las grandes catástrofes, en la vasta pobreza, en la guerra o graves apremios nacionales. 

Es factible utilizarla, sin duda,  con realismo, decisión y vocación política, superando los defectos de las experiencias anteriores. El planificador, por su parte, debería aplicar métodos sencillos y de fácil comprensión y operación.

APORTES.- Se sostiene, con razón, que la planificación aportó en América Latina conocimientos e ideas sobre nuestros países; agregó métodos de análisis y aclaró conceptos, como la pérdida de los términos del intercambio, que tanto negaron las potencias hegemónicas; planteó la necesidad de las reformas y algo concientizó sobre  la hegemonía internacional. Alentó la integración del comercio de la región que, hoy por hoy, se desvanece en medio de una pluralidad de acuerdos y en presencia de un nuevo imperialismo prometedor de mega proyectos; pero, en el fondo, la planificación está fracasada, resultado constatado por doquier.

La clase política que aceptó lo más elemental de la planificación, sin embargo, no asimiló en el pasado ni ahora, en la contemporaneidad, el mensaje de la literatura bíblica de años de abundancia y años de escasez.  Para ella, la abundancia son años de derroche y  de ejecutar cualquier  gestión económica  dando espacio a  vasta  corrupción; y,  los años de escasez, períodos con más pauperismo, pero también con corrupción.

PROMESAS Y CRÉDITOS.- Las ideologías, que en otros tiempos alentaron las reivindicaciones sociales,  se han evaporado, al mismo tiempo que se aminoró el proletariado y se expandió la clase media, el profesionalismo y el trabajo independiente.

La economía y la sociedad han caído en la vorágine de más y más cantidad, y de más y más velocidad, acompañadas las dos, en el campo político, de más y más promesas de obras y de consignas huecas que destruyen y corrompen cualquier proyecto ideológico. El pueblo asiste y aplaude más las promesas que las inauguraciones de proyectos y obras; sabe que son inauguraciones con vastos y duros créditos aprobados sobre hipotéticos futuros financieros. Los créditos públicos se apoyan objetivamente sobre las espaldas de las generaciones por venir.  El endeudamiento de los países  en desarrollo somete su futuro a sus acreedores, cualquiera que sea el signo ideológico de estos.

En las economías capitalistas y/o mixtas toda deuda se paga y también en las autodenominadas economías socialistas. Si la economía y la política económica no son capaces de generar ahorro, el crédito, con el que sobreviven los países en desarrollo, genera una pesada carga sobre largos períodos.  Los años de abundancia, de derroche y corrupción tienen un elevado costo futuro, por más que se trate de justificar los créditos tomados.

CORRUPCIÓN.- Proyectos y obras –las llamadas inversiones y los programas sociales– ofrecen, quiérase o no, oportunidades de corrupción; pues, la corrupción no solo es parte de los procesos administrativos públicos, sino también de las transnacionales, de las empresas menores y hasta de los modestos negocios locales. Hay corrupción en períodos de abundancia y también en períodos de escasez, y hay  corrupción en el capitalismo y también en el socialismo. En uno u otro estadio ideológico,  las empresas  consideran a la corrupción una práctica ordinaria, cuyos costos son parte de sus cálculos.  En este marco de responsabilidades, en América Latina  hay que incluir también  a los partidos políticos, a los cultos y a otras  entidades civiles que reciben rentas públicas ilegales y no legítimas.

Los mega escándalos, denunciados en los últimos tiempos en naciones e internacionalmente, demuestran la vasta deshonra y el cinismo que subyace en los negocios públicos y privados. Denunciar estos escándalos no es suficiente.  La ardua tarea es erradicar la permisión, el hábito y la impunidad de la corrupción. La deshonestidad  ha calado hasta los niveles más bajos de las administraciones, apoyada por la inconsecuencia profesional y social.

La corrupción menuda –que sí se la práctica– es inducida por la pobreza y el efecto  demostración.  La corrupción es un crimen, merma los recursos del  pueblo. Por lo mismo, debe ser constantemente perseguida, denunciada y severamente castigada. Hay que desarrollar en las naciones, particularmente en sus administraciones públicas y en el empresariado, una basta y profunda concientización ética y de honestidad, acompañada de tecnologías verificadoras y controladoras,  hoy  más prácticas y efectivas. Sin concientización social y sin relievar los méritos de la honestidad  y de la seriedad en los negocios y administraciones, es difícil erradicar tan costosa e injusta práctica.

CALIDAD.- El tercer concepto mencionado al principio –calidad– ha sido relievado por la conciencia social contemporánea como un mega concepto;  y,  ha tomado las singularidades de reivindicación. Es una demanda que las sociedades, especialmente  de las naciones de menor desarrollo, están exigiendo bajo las expresiones –que hablan por sí solas– de calidad de vida, calidad laboral, calidad en la alimentación, educación y salud; calidad de la vivienda, del ambiente, del transporte, etc., y también calidad en el tratamiento de los servicios públicos y privados a las personas de cualquier condición; calidad de los medios de comunicación para mejorar la información y cultura de la población; calidad en las relaciones y tratamientos entre las personas.
Las potencias industrializadas –capitalistas y mixtas–  exportadoras de bienes y de servicios, los producen con distintos estándares; de baja, mediana y alta calidad; destinados los primeros a los países pobres, tendencia fácilmente advertible. En el ámbito de la calidad han surgido, como se ve, demandas esenciales para bajar los niveles críticos de riesgos humanos, como son la calidad de vida, de trabajo y ambiental.  De hecho  son  reivindicaciones por la vida y la  cultura humanas.

CONCIENCIA Y REVEINDICACIONES.-  Cuando los economistas analizamos temas de nuestra disciplina, se espera y se piden soluciones. Sin embargo, no toda situación económica tiene  soluciones fáciles  o viables de inmediato. El mayor elemento auspiciador de soluciones es la conciencia y la reivindicación social. De ahí la importancia de los diagnósticos y de la discusión de las realidades. Es necesario correr las cortinas para ver las verdades sustantivas.

Profesionales de otras ciencias tienen iguales exigencias, lo que también es importante; pues, para un problema no bastan los aspectos económicos. La congregación de profesionales y técnicos de diferentes disciplinas es indispensable en la vida moderna para resolver los aspectos críticos con criterios técnicos, ética y solidaridad.

CIENCIA.- Sin duda que los extraordinarios progresos de las ciencias y de las tecnologías ameritan aplausos fervientes. Al interior de los círculos de científicos, tecnólogos y de pensadores de estas temáticas, se discute si las direcciones que en la práctica han tomado sus realidades son las más consecuentes con las condiciones presentes y futuras del planeta, de la población humana y del resto de la vida orgánica. Es una discusión necesaria y útil.

El desarrollo científico y tecnológico de la era moderna se ha sustentado en la concentración de los patrimonios, de los activos y de la renta generada por las economías. De ahí que sus tendencias resulten más eficaces para las clases ricas –con vasto poder de compra– que para resolver los problemas del  pauperismo y de las naciones atrasadas.

Aunque en nuestro mundo en desarrollo nos parezca increíble, ya hay en las sociedades hiperdesarrolladas  ofertas –con clientes interesados– para el turismo espacial, con las comodidades necesarias; ya hay, en otro lado,  posibilidades  ciertas de   manipular  células madres apropiadas para crear seres humanos con cualidades  y atributos prerequeridos.  Sin duda, esta es una grosera intromisión en la vida íntima y del  amor humano. Pero, en esos trabajos están involucrados científicos, tecnólogos y la industria, expectante de sus resultados.

A procesos como esos somos convocados, entre otros profesionales, los economistas, como lo somos también por la industria bélica. Los principios  morales –concretamente la ética– entran en tensión versus las ambiciones laborales, de ingresos y de posiciones sociales que cada profesional y su familia procuran.

POLITIZACIÓN.- En América Latina se está dando una excesiva politización de los asuntos públicos y privados; en nuestro campo, concretamente en la política económica.  Esta es una herramienta seria y delicada de la gobernanza,  que debería ser aplicada con honestidad y eficacia para que produzca los resultados buscados. Sin embargo, hay actores de la política económica que lo que más  procuran es beneficiar  los intereses a que se deben, junto con acrecentar su  prestigio y popularidad, así como descubrir oportunidades de corrupción. 

Las ambiciones de estos actores son fuente de errores y de distorsión de los resultados finales de la política económica. La política económica debe ser, en primer lugar, necesaria y transparente, libre de corrupción, bien formulada y aplicada.  De tiempo en tiempo, sus resultados deben  ser evaluados  y  la política corregida, por cierto, cuando lo amerite. 

Podría sostenerse  que todo esto es retórica; pero, por el  juego de intereses que entraña la política  económica, ésta tiene que atenerse a un comportamiento ético y político-social mínimos. Este es un reclamo justo y necesario.

DIVISIÓN SOCIAL.- Otra tendencia observable en América Latina es el fraccionamiento de las naciones y la diligencia puesta en su instrumentación; sin duda, este es  un accionar perverso. Es un mal mensaje a la nación, utilizar los poderes y recursos públicos, para dividir la población; contabilizar y calificar a unos ciudadanos y ciudadanas a un lado y situarlos frente a otros u otras de la misma patria. 

Se supone que los gobiernos, en democracia, representan a toda la nación de sus respectivos países.  Esta corriente de propósitos y de acciones  entraña, por lo general, en los elevados mandos del poder, una alta dosis de dogmatismo y de autoritarismo que llega hasta silenciar voces y libertades; sin extrañarnos, sus aspiraciones se prologan al extremo de lesionar la democracia institucional y la independencia de los poderes públicos, particularmente a la administración de justicia. 

Sin tribunales independientes no hay gobernanza ni administración pública honesta y transparente. Cuando en democracia,  por motivos ideológicos y políticos inmediatos, se radicaliza la politización del accionar de los poderes públicos y de la civilidad  y, por otro lado, desde los gobiernos se induce la fragmentación social, la gobernanza evoluciona mal; va de tensión en tensión; de contradicción en contradicción, cayendo en situaciones confusas y debilitando los idearios de mayor jerarquía; se irrespetan las políticas de Estado y se imponen las de gabinetes.

Entonces, se  confunde y se pierde  la orientación y el control de las actuaciones públicas, en tanto que en la nación se crean escenarios  confusos y anarquizantes. En tales condiciones políticas y sociales, la economía nacional se deteriora;  se pierde la confianza de inversionistas y acreedores; se debilitan los principales instrumentos de la política económica –presupuesto, sistema monetario, endeudamiento, conducción de los procesos públicos de inversiones,  de comercio exterior, etc.,  se difunde el desaliento económico y se expande la corrupción.
En el caos del desgobierno se buscan justificaciones,  recurriendo para este fin a las cifras e indicadores económicos, los que, de hecho, en esas circunstancias, pierden la virtualidad de sus contenidos. Un pueblo fraccionado por objetivos políticos y electorales es débil; carece de fuerza para sus  reivindicaciones; y, lo más  grave, es que las heridas del fraccionamiento perduran por largo tiempo. Desaparece  la confianza entre las personas, en circunstancias que los gobiernos son pasajeros y los pueblos  permanentes.

DEMOCRACIA Y REVOLUCIÓN.- Ante las tendencias  evidenciadas en América Latina, vale reflexionar sus implicaciones.  Desde ya, cualquier nación entraña una pluralidad de seccionamientos proveniente de la historia y de la posesión de activos económicos, del profesionalismo  y de tantos otros aspectos.

Pero los seccionamientos dirigidos, como los mencionados, son, sin duda,  sensibles a la epidermis social. Es sumamente complejo –como lo demuestra la historia moderna– transitar por las vías democráticas a la revolución.  Las revoluciones  más clásicas del siglo pasado –Rusia, China, Cuba, Vietnam– ilustran que a la gobernanza nacional revolucionaria se llega por vías revolucionarias; no por medios democráticos. 

Si se pretende esto último, se traiciona el sistema electoral y el voto popular; se cae en una gran contradicción, prácticamente irresoluta para la propia revolución. Un proceso revolucionario implica la mudanza de todo el sistema  económico y social histórico de una nación, incluyendo su inserción internacional.  Un intento revolucionario desde el sistema democrático es mucho más complejo; pues,  el sistema vigente se defiende a sí mismo, con toda su estructura económica, social y política, más sus nexos internacionales, como se verificó en los casos latinoamericanos del siglo pasado, entre otros, Chile.

Intentos fallidos de revolución desde la gobernanza  democrática dejan a la nación dividida y con gran desconfianza hacia el sistema político y entre las agrupaciones civiles. Lo relevante de esta situación es el reflujo político-social, como ya se observa en Latinoamérica. Los proyectos revolucionarios fallidos pavimentan el camino de fuerzas conservadoras, con todo el costo económico-social  que  esa  circunstancia carga al pueblo.

CONCIENCIACION.- Desde los conceptos más pragmáticos, corrientemente usados por la población  -cantidad, velocidad y calidad- que orientan  los procesos micro y macro económicos,  se infieren situaciones económico-sociales que, junto con los escenarios de nuestros tiempos, ofrecen un temario interesante que meditar. Los economistas de América Latina tenemos mucho que pensar y nuestro Colegio de Economistas de Pichincha mucho en que trabajar para contribuir a la concientización social, y al análisis y comprensión de las nuevas tendencias y condiciones de nuestros países. GRACIAS
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