domingo, 15 de abril de 2018

Boletín 166: LA UNIVERSIDAD ALFREDO PÉREZ GUERRERO


NOTA IMPORTANTE. – Es motivo de satisfacción personal comunicarles que este blog cumple siete años de vida. En este periodo han circulado 166 boletines quincenales, casi sin interrupción, para conocimiento directo y gratuito de más de dos mil receptores por número y su difusión indirecta a muchos más en diversas partes del mundo. También están en circulación dos libros que reúnen los primeros 140 artículos. Creemos que los receptores totales suman cerca de un millón y medio. Ojalá podamos llegar al número 200 y a los 2 millones de lectores. 

Los temas han sido diversos, pero los más abordados han sido aquellos relacionados con la década “ganada” según el expresidente Correa, perdida según muchos analistas, “robada” según miles de personas, de enriquecimiento lícito e ilícito de muchos socios de AP listos a beneficiarse desde las más altas funciones de gobierno y de algunos empresarios que aprovecharon la mejor época financiera del país, para lograr grandes utilidades en negocios legales, aparentemente legales o abiertamente turbios, de los que fueron parte.

LA UNIVERSIDAD ALFREDO PÉREZ GUERRERO (UNAP). – Apenas iniciado el gobierno de Correa, una de sus decisiones más publicitadas fue la de reorganizar el sistema de educación superior. Según su pensamiento, la mayoría de las universidades no era estatal y lo que quería era que cambie la situación reduciendo al mínimo las universidades privadas, porque aspiraba a que todos los niveles educativos, desde el primario al superior, siembren las semillas del Socialismo del Siglo XXI, que debía durar 300 años…

Uno de los argumentos que recibió el aplauso general fue el de que muchas universidades eran “de garaje” y que no cumplían con normas básicas en cuanto a disposición de infraestructura, laboratorios, equipos, muebles y sobre todo, de docentes calificados para dar educación de calidad a sus estudiantes, que por esos vacíos se convertirían después en profesionales sin las bases suficientes para desempeñarse a la altura de las necesidades del desarrollo nacional.

El Mandato 14 de la Asamblea Constituyente, expedido en julio de 2008, obligó al Consejo Nacional de Educación Superior, a evaluar a todas las universidades del país y a pronunciarse sobre su situación académica y jurídica, con el propósito de satisfacer el deseo presidencial. Esa Asamblea no tenía fundamento para ordenar la evaluación de las universidades y politécnicas. Como decía el Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Guayaquil: “La Asamblea Constituyente viene haciendo en algunos casos un uso equivocado de los “mandatos constituyentes” al utilizarlos para reformar leyes, pues tal propósito no corresponde al objetivo de los mandatos que, según su propio Reglamento, es el de facilitar el ejercicio de sus plenos poderes.” [1]_/

En el fondo, lo que se buscaba era, como en otros muchos sectores, que el Estado cope las universidades y que el presidente de la República oriente ideológicamente la educación superior, sin considerar que las universidades se llaman así en todo el mundo, porque deben acoger el pensamiento universal, provenga de cualquier ideología política, teoría económica o visión social, justamente para en el crisol del debate abierto y democrático, encontrar las mejores soluciones a los problemas vigentes, no solo en el país sino en la Tierra.

La evaluación solicitada produjo lo que se esperaba. Muchas universidades fueron cerradas porque la evaluación les fue negativa. Obviamente, la mayoría era de universidades privadas y algunas eran estatales. La evaluación y las decisiones posteriores del Ejecutivo justificaban en algunos casos el cierre de ciertos establecimientos, pero en otros casos no lo hacían, porque las bases de evaluación no eran las más apropiadas. Algunos de los afectados incluso dijeron, en su momento, que, si hubieran hecho aportes económicos al partido de gobierno o a los bolsillos de algunas autoridades, no les hubieran cerrado sus universidades.

La Universidad Alfredo Pérez Guerrero (UNAP) fue cerrada injustamente. Con ella colaboré algún tiempo como docente invitado, no de planta, y constaté que era bien llevada, cumplía sus funciones atendiendo las exigencias para cada carrera profesional y progresaba cada año, en número de alumnos y prestigio, porque no solo formaba a sus estudiantes, sino que investigaba y participaba en actividades sociales. Sus autoridades estaban diariamente atentas para mejorar su funcionamiento y cumplir con su visión, misión y objetivos de la mejor manera.

En el transcurso de este mes, quien fuera Rector del indicado centro de educación superior, doctor Jorge Enríquez Páez, pondrá en circulación un libro titulado “LA VERDAD”. Lo recibí hace pocos días y basado en él quiero documentar mi apreciación positiva anterior.

El libro del doctor Páez contiene una síntesis histórica de lo que fue e hizo la UNAP, un comentario sobre la evaluación e intervención oficiales, una detallada mención a los atropellos, violaciones jurídicas y alteraciones de datos en las evaluaciones efectuadas por el CEACES, anteriormente CONEA, más algunos anexos que destacan ciertas actividades de la UNAP, como la suscripción de convenios con otros centros de estudio para desarrollar sinergias o su incorporación a organizaciones internacionales de universidades para desarrollar tecnologías.

Para los efectos de este boletín, conviene destacar algunas afirmaciones constantes en el libro:

La UNAP tuvo sus raíces en el Instituto Tecnológico Americano, creado en 1990. El Congreso Nacional expidió su Ley Constitutiva el 12 de diciembre de 2000, que fue promulgada en el Registro Oficial 244 del 15 de enero de 2001. Era una entidad privada y en la ley se decía expresamente que “… no recibirá asignación alguna proveniente del Estado”.

Las carreras profesionales que tenía eran: Gerencia de empresas, con mención en Marketing, Finanzas y Negocios internacionales; Sistemas informáticos y Networking; Administración de empresas turísticas, Derecho, Diseño digital y Multimedia, Educación Parvularia, Comunicación social. Contaba con una extensión en Gualaceo.

El equipamiento de la UNAP para los fines que perseguía era suficiente. Un campus bien ubicado, con edificios, laboratorios, aulas, equipos y muebles modernos; pero, pensando en el futuro, estaba en proceso un proyecto de campus en otro lugar de Quito, para albergar nuevas carreras, más alumnos y más compromiso con la sociedad.  No era universidad “de garaje”.  

Durante los 10 años de su existencia, los cientos de estudiantes que matriculó tuvieron la posibilidad de evaluar periódicamente a los docentes. El 90% del alumnado lo hizo y las calificaciones para los profesores estuvieron por sobre 88/100.  

La UNAP publicó muchos libros de autores nacionales, en algunos casos para recuperar textos olvidados pero valiosos y, en otros casos, para colaborar con autores de temas de indudable trascendencia nacional. Mi libro: ECUADOR: Proyección 2020, de 800 páginas, en el que ya anunciaba que el país iría al descalabro actual, lo auspició la UNAP en el año 2010. En ese libro se mencionan varios de los necesarios cambios en la Constitución del 2008, que sugiero para evitar que el país aplique el Socialismo del Siglo XXI y fracase en la búsqueda del “buen vivir”.

De otro lado, efectuó una investigación que le significó reconocimiento internacional, en relación con las orquídeas, que dio importante resultado relativo a la orquídea “Drácula”.
Por supuesto, efectuó muchos actos y labores reconocidos por la sociedad, al punto que, en el quinto aniversario de la entidad, el Congreso Nacional le hizo un reconocimiento público. Además, como se observa en el libro, muchas personalidades de diferentes corrientes ideológicas e intelectuales de gran prestancia apoyaron las tareas de la UNAP o las reconocieron en diversos medios de comunicación radiales y periodísticos.
Nada de eso se tomó en cuenta y el 12 de abril de 2012 “asaltaron la Universidad resguardados por las sombras de la noche y la Policía Nacional, la cerraron y confiscaron sus bienes”. [2]_/

El artículo 323 de la Constitución prohíbe toda forma de confiscación y eso es lo que se dispuso, cuando a los promotores de las universidades se les quitó su patrimonio para distribuirlo a entidades públicas, basándose en el artículo 41 de la LOES, cuya constitucionalidad fue demandada ante la Corte Constitucional.

¿Qué ha pasado desde entonces y que las autoridades respectivas deberían averiguar?
Se produjeron graves errores: violaciones jurídicas, adulteraciones de datos, faltas de comunicación, daños a los estudiantes y profesionales, además de perjuicios a la sociedad.
Las violaciones jurídicas, según lo que consta en el libro La Verdad, comprende actos de inconstitucionalidad, como el de reformar la Ley de Educación Superior con un reglamento, lo cual no puede suceder porque la Constitución señala el orden jerárquico de las normas nacionales y la Ley prevalece sobre los reglamentos; no comunicar oportunamente sobre el proceso de evaluación a los rectores de las universidades que iban a ser evaluadas, sobre el inicio del proceso respectivo, afectando a sus derechos de defensa; determinar que matricular alumnos en primer semestre era iniciar programas nuevos, cuando lo que se hacía era continuar con los programas pre-existentes y legalmente autorizados; la emisión de las resoluciones de suspensión de las universidades cerradas sin que el reglamento respectivo esté aprobado por el órgano estatal correspondiente; el cambio de los parámetros de evaluación a medio camino de esa actividad, afectando el principio de la seguridad jurídica sobre los resultados; la ignorancia de la solicitud de apelación a las conclusiones de la evaluación; etc.

La UNAP, es posible que también todas las otras universidades, nunca supo cómo se procesó la información que se entregó a los comisionados para recibirla, tampoco supo qué datos ingresaron al modelo configurado por el CEAACES para la evaluación, sus directivos nunca recibieron comunicación alguna sobre el informe final, “para tener derecho a asumir conocimiento, analizarlo, y acogerlo al derecho de ampliación, apelación, revisión, consagrados en la Constitución de la República del Ecuador, a su debido y oportuno tiempo.” [3]_/

La UNAP, luego de conocer a destiempo el documento “… y después de analizarlo detenidamente, llegó a la conclusión técnica y demostrable de: ADULTERACIÓN DE LA INFORMACIÓN QUE INGRESÓ AL MODELO, y generó obviamente los resultados falsos que desdicen de la realidad del IES.” [4]_/

Cerrada la UNAP, se nombró un interventor, para que se haga cargo de solucionar los problemas que quedaban pendientes y el Estado tomó a su cargo los activos, pasivos y patrimonio institucional. El interventor del primer momento ha sido reemplazado varias veces por otras personas; pero, lo realmente preocupante y que debería llamar la atención de las autoridades de la educación superior, de la Contraloría y de la Fiscalía, es que hasta la fecha no se sabe el destino que han tenido muchos de los bienes y la administración en general ha sido deficiente, pues al parecer muchos bienes se entregaron a otras entidades, otros están destruidos y algunos desaparecieron, sin que nadie dé cuenta de los mismos.

Lo que ha pasado con la UNAP ha sucedido por igual con otras universidades y escuelas politécnicas cuyos edificios sirven ahora a las universidades estatales o a otros organismos públicos, cuyos laboratorios y equipos también fueron entregados a diversos establecimientos; pero que, en ciertos casos, como pianos, automóviles, cuadros famosos, libros valiosos, no aparecen o, dicen sus antiguos dueños, saben donde están, pero no son entes del Estado.

La publicidad gubernamental fue masiva y hasta convincente en el sentido de que se había hecho un bien al país y que el sistema de educación superior se había desecho del lastre y que saldría adelante con el impulso que le iban a dar cuatro importantes nuevas universidades estatales y las que quedaban en las mejores categorías luego de la evaluación.

Pero, la realidad es que Yachay, la estrella universitaria imaginada e impulsada por Correa con millones de dólares, no da los resultados esperados y ha sido sujeto de numerosas irregularidades en su construcción y desarrollo académico; se agotaron los recursos financieros para atender debidamente a las universidades públicas. En 2013 y los años siguientes, miles de


estudiantes universitarios quedaron fuera de la posibilidad de estudiar, no en las universidades “de garaje”, sino en aquellas que fueron injustamente cerradas, seguramente por razones ideológicas y políticas o por enemistades (se comentaba que una de las más importantes del país estuvo a punto de ser cerrada por ese motivo, obviamente presentando otros justificativos) y el balance general de la famosa evaluación y de las acciones posteriores de las autoridades ha sido negativo, como lo expresan varios expertos en educación superior y como lo reconoce el gobierno actual, cuando se ha apresurado a corregir problemas como el de la falta de cupos en las universidades del Estado, para atender la enorme demanda insatisfecha de los jóvenes bachilleres que quieren tener una formación profesional.

POR FAVOR, LEA DOS LIBROS ACTUALES: ECONOMÍA INTERNACIONAL Y DE AMÉRICA LATINA, de Luis Luna Osorio y Claudia Marcela Bastidas. Edición 2017. Precio: USD 25 cada ejemplar de 608 páginas y un CD; y, ECUADOR: VISIÓN DE LAS CRISIS 2014 – 2017.


[1] _/ http://www.eluniverso.com/2008/04/28/0001/21/0BDCEC9982294AA3962CDE2192FB10C8.html. Además, en el orden jurídico nacional no existe como norma legal el “Mandato” en la Constitución anterior y no lo hay en la actual.
[2] :/ ENRÍQUEZ PÁEZ JORGE: La Verdad. 2018. Quito, Ecuador.
[3] _/ Ibid. Página 149.
[4] _/ Ibid, Página 149. IES = Institución de Educación Superior

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