Hace exactamente un mes, la Revista LÍDERES del diario EL COMERCIO de
Quito, publicó un artículo titulado: La innovación gana espacio en el
organigrama de las empresas. Ese artículo motiva este, que utiliza datos
importantes y eventualmente conceptos incorporados en la revista citada, pero
que, obviamente, tiene el enfoque del autor de este blog.
El mundo está globalizado. Es un lugar común decir que lo que pasa en un
sitio de la Tierra afecta de algún modo a lo que pasa en todo el planeta, que
cada vez es más pequeño para el hombre, porque la tecnología ha logrado ese resultado,
en los últimos 100 años y hasta menos. En efecto, gran parte de los equipos que
hoy utilizamos en la vida diaria no existían a mediados del siglo XX, eran
todavía elementales o estaban en los inventarios secretos de las potencias.
Hay dos razones fundamentales para que eso haya sucedido: una es la
capacidad de inventar que se ha multiplicado en el mundo, especialmente en los
países desarrollados, por aquello de la bola de nieve que significa la
acumulación y multiplicación de los conocimientos; otra es la capacidad de
innovar, es decir de mejorar lo que ya existe, que, así mismo, ha crecido de
manera exponencial, para transformar positivamente diversos productos en
beneficio de la humanidad: el telégrafo en el teléfono fijo, éste en el celular,
el celular en el equipo multipropósito que ahora tenemos; la fotografía en
blanco y negro en la fotografía a colores; la fotografía en blanco y negro en
la película en blanco y negro sin sonido; el cine mudo en el cine hablado, el
cine en blanco y negro en las películas a colores, las películas a colores en
los DVD y luego en los CD; el fax en el Internet y así, millones de ejemplos
que sorprenden todos los días.
La innovación consiste en mejorar algo existente y puede producirse en
cualquier ámbito de las actividades humanas. En el pasado fue lenta y por
siglos tuvo pocos resultados interesantes. Pero desde la primera revolución
industrial ha ido ganando dinamismo, hasta el punto de que los productos que
duraban décadas ahora se desechan en uno o dos años, por obsoletos. [1]_/
La primera revolución industrial
(Inglaterra 1786), llevó cambios radicales a los medios de producción,
al incorporar instrumentos mecánicos de tracción -hidráulicos y a vapor-
el telar mecánico y la locomotora. [2]_/
Entre 1870 y la Primera Guerra
Mundial ocurrió la segunda revolución en Inglaterra, Europa
Occidental, EEUU y Japón, siendo desarrollados la electricidad, el
bombillo eléctrico, el radio trasmisor, el automóvil de combustión interna
e iniciadas muchas industrias.
La tercera, la revolución de los
elementos inteligentes, surgió en los últimos 50 años del siglo XX e
impulsó la aviación, la era espacial, la energía atómica, la cibernética,
los ordenadores personales y la tecnología de la información para automatizar
la producción, el Internet.
La cuarta revolución es descrita
como la aplicación del Internet a la industria en el manejo de
los productos, usándose la digitalización, la Tecnología de la Información
(TI), y dispositivos inteligentes, conectando redes, comunicando máquinas,
adaptando servicios a los clientes en cualquier parte del mundo. Naciones
Unidas informó que existen 3.200 millones de usuarios Internet. Es la era de
la innovación, utilizando tecnología de última generación, que está
transformando la forma de producir, distribuir y consumir
bienes/servicios. Y la logística y suministro de productos basada en: impresión
en 3D, robotización en producción y almacenamiento y distribución con
drones.
Las revoluciones industriales han
incluido progresos significativos en la ciencia, agricultura,
ganadería, industria, finanzas, mega proyectos, y han generado eventos que
han cambiado el estilo de vida y forma de trabajo de las comunidades. En
el campo fueron destruidas reservas ecológicas, y miles de personas acabaron
despojadas de sus tierras y forzadas a vivir en ciudades con industrias
desconocidas.
Como resultado, en los próximos 5 años se
perderán 7.1 millones de puestos de trabajo en las 15 economías más grandes del
planeta, y surgirán 2 millones de plazas especializadas, que requerirán
habilidades diferentes. En distintos sectores se acentuará el
desplazamiento de trabajadores por dispositivos inteligentes, en particular en
salud, energía y finanzas.
Desde luego, cunde la preocupación por la
falta de empleos de baja calidad que habrá cuando los robots hagan muchas cosas
que ahora hacen los trabajadores con poca o mediana calificación. Por lo
previsto, ya no habrá taxistas, recepcionistas de hoteles, docentes de
determinadas materias, telefonistas, secretarias, fotógrafos, cajeros de
supermercados, oficiales de migración, policías en el número que ahora existe,
etc. Como señala Roberto Savio, de IPS: “En Estados Unidos, según el Instituto
de Investigación ABI, la cantidad de robots industriales aumentará en el 300%
en menos de una década”. [3]_/
Las primeras revoluciones industriales se produjeron
como efecto del trabajo generalmente individual, a veces solitario y hasta
combatido, de inventores que produjeron el barco de vapor, el ferrocarril, el
automóvil, el telar, la máquina de coser, la máquina fotográfica en blanco y
negro y a colores, el telégrafo, los rayos X, la aspirina y decenas de otros
bienes.
Las otras dos revoluciones han sido el resultado del
trabajo de equipos interdisciplinarios que han contado cada vez con maquinarias
más sofisticadas para su trabajo investigativo. De sus labores han surgido: barcos
portacontenedores, grandes aviones para vuelos intercontinentales, trenes super
rápidos, autos eléctricos, la tarjeta de crédito, la fotocopiadora, la
videocasetera, la bomba de hidrógeno, el cinemascopio, la primera central
nuclear para producir electricidad, la fertilización in vitro, las naves
espaciales, los anticonceptivos orales, muchos productos derivados de la
actividad espacial. También la televisión, la fibra óptica, los satélites, el
teléfono celular, la tecnología digital, el código de barras, la tomografía
axial computarizada y otras.
En el siglo actual se espera que continúe la
revolución industrial, que nos acercará a inventos tales como: robots
inteligentes capaces de actuar autónomamente, autos sin chofer, autos
voladores, transportador aéreo unipersonal, computadoras veloces muy superiores
a las disponibles, cientos de productos químicos nuevos, naves espaciales
turísticas, aparatos médicos en miniatura capaces de curar células enfermas,
armas capaces de evadir todo control por radar, sistemas de comunicación visual
ultra veloces y de altísima definición, aviones de gran capacidad de carga y
autonomía de vuelo; además, teléfonos con gran capacidad de comunicación,
almacenamiento de datos y variedad de servicios; repuestos orgánicos para
partes del cuerpo humano, sistemas de traducción inmediata a cualquier idioma,
tejidos textiles blindados, plásticos y concretos inteligentes para graduar
temperaturas y dar luminosidad.
Para esto y mucho más, todos los días el
mundo despierta con afán de innovación, que ya no es un patrimonio exclusivo de
los países desarrollados, sino que también puede ser ejercitado en los demás
países, aun cuando con serias limitaciones de acción, las principales de las
cuales son la falta de capitales, los insuficientes recursos humanos capaces de
innovar, el desinterés del Estado por apoyar la innovación; y, la actitud negativa de los accionistas, de
los directores y a veces hasta de los gerentes de las empresas, con respecto a
modificar los métodos tradicionales de acción, sobre todo en las empresas
familiares, que son la gran mayoría.
La poca capacidad de innovación de los países
subdesarrollados se refleja en las cifras de inventos para los cuales se
solicita registro de propiedad intelectual en el mundo. La Oficina Estatal de Propiedad Intelectual (SIPO) de
China recibió en 2016 el número total mundial más alto de solicitudes de
patente: la cifra récord de 1,3 millones. Le siguieron: la Oficina de Patentes
y Marcas de los EE.UU. (USPTO) (605.571), la Oficina Japonesa de Patentes (JPO)
(318.381), la Oficina Surcoreana de Propiedad Intelectual (KIPO) (208.830) y la
Oficina Europea de Patentes (OEP) (159.358). En cuanto a las cifras per cápita,
el número de solicitudes de patente presentadas en China se ubicó detrás del de
Alemania, los EE.UU., el Japón, Sur Corea.[4]_/
Correspondió a las principales cinco
oficinas el 84% del total mundial. Entre las principales cinco oficinas, se
observó: China (+21,5%) y los EE.UU. (+2,7%) un aumento en la presentación de
solicitudes, mientras que la OEP (-0,4%), el Japón (-0,1%) y la República de
Corea (-2,3%) recibieron en 2016 un número inferior de solicitudes que en 2015 También
figuraron entre las principales 10 oficinas: Alemania (67.899), la India
(45.057), la Federación de Rusia (41.587), el Canadá (34.745) y Australia
(28.394).
Lamentablemente, América Latina no consta entre las
principales regiones inventoras e innovadoras. Por la misma vía de los
registros de propiedad intelectual, se puede conocer que los tres países más
importantes de la región en innovación 2017 son: Chile, en el puesto 46 de la
clasificación mundial respectiva, Costa Rica en el puesto 53 y México en el 58.
Brasil, que se supone en uno de los países más desarrollados de América del
Sur, consta rezagado, en la lista que proporciona la Organización de Naciones
Unidas para la Propiedad Intelectual (OMPI).
Volviendo al tema en Ecuador, según la investigación
de la empresa Deloitte a que hace referencia la Revista LÍDERES, los
empresarios ecuatorianos consultados dicen que innovación para las empresas es,
en orden de importancia: desarrollar nuevos productos y servicios (27%),
mejorar productos y procesos (21%), penetrar en los mercados (16%), desarrollar
proyectos científicos (11%), generar propiedad intelectual, (9%), trabajar con
universidades (8%) y cooperar con entidades científicas (5%).
Las razones para innovar serían, de la más a
la menos importante, las siguientes: diferenciarse del competidor (24%),
satisfacer al consumidor (20%), crecimiento de la empresa (19%), ingresar a
nuevos mercados (16%); y, con valores menores al 10%, mejorar márgenes de
utilidad, generar un impacto ambiental positivo, desarrollar la cultura
organizacional, lograr ventajas financieras y otros aspectos.
Los principales obstáculos para la innovación
que se mencionan, también en orden de importancia, son: dificultad de liberar
tiempo dentro de la administración del negocio (20%), la compleja normativa
legal (19%), la falta de recurso humano capacitado (16%), con igual porcentaje,
la falta de recursos a nivel organizacional, incertidumbre de lo que pueda
traer para la organización (13%), inconvenientes para atraer los fondos
necesarios (11%), falta de infraestructura (10%), poca generación de buenas
ideas (8%), otros (6%).
Desde mi punto de vista, uno de los problemas
centrales del Ecuador es la falta de los triángulos virtuosos formados por el
Estado, las empresas y las universidades, para desarrollar la invención y la
innovación en aquellos ámbitos de interés, especialmente el agropecuario, el
agroindustrial, el minero, la metalmecánica, el turismo ecológico, otros
servicios modernos.
El Estado apenas asigna recursos financieros
a la investigación y su uso es deficiente, porque no se marcan prioridades y se
siguen líneas de acción o modas provenientes de otros países, sugeridas y hasta
financiadas por ellos. Esto se agravará en los años siguientes, cuando el
gobierno central piense que sus prioridades serán pagar la cuantiosa deuda
pública heredada y conseguida; y, haciendo esfuerzo, pagar parcialmente la
deuda social, con algo de lo ofrecido en la campaña presidencial, para vivienda
y atención a discapacitados.
Las pocas empresas grandes del país, que
podrían asignar recursos financieros a la investigación, piensan en su mayoría
que esa tarea es del Estado o significa un gasto y no la realizan, o la
efectúan austeramente. De otro lado, desconfían de las universidades, porque
buscan resultados en el corto plazo y ya se sabe que la investigación es una
tarea de largo aliento, cuyos resultados a veces no llegan a darse o tardan
décadas en lograrse, incluso en los países desarrollados.
Las universidades carecen de capitales
propios y en general no cuentan con asignaciones estatales o privadas para sus
actividades de investigación. Muy pocas cuentan con personal, recursos
financieros y equipos de trabajo que puedan dedicarse a tiempo completo a
investigar para llegar a producir inventos o innovaciones.
Por eso es que varias veces he manifestado
que para el país es básica la formación de clusters, que desarrollen sinergias
entre sus participantes, para lograr la innovación, por ejemplo, en la
producción, procesamiento y exportación de los principales productos
agropecuarios de la Costa. El camarón es una muestra de lo exitoso que puede llegar
a ser un cluster, que ha permitido que se incorpore valor agregado al producto,
de manera que los laboratorios de larvas, las piscinas, las empacadoras y las
exportadoras han innovado y mejorado en mucho la competitividad del producto
núcleo, al punto que ahora es el de mayor exportación nacional, por encima del
banano.
POR FAVOR, LEA DOS LIBROS ACTUALES: ECONOMÍA INTERNACIONAL Y DE AMÉRICA LATINA, de Luis Luna Osorio y Claudia
Marcela Bastidas. Edición 2017. Precio:
USD 25 cada ejemplar de 608 páginas y un CD; y, ECUADOR: VISIÓN DE LAS CRISIS
2014 – 2017.
[1] _/ La obsolescencia de un producto se da porque aparece otro de
mejores características, que lo sustituye.
[2] _/ Este párrafo y los 5 siguientes tienen por fuente: https://confidencial.com.ni/las-cuatro-revoluciones-industriales-y-el-progreso/
[3] _/ Diario EL COMERCIO DE Quito, del 28 de febrero de 2018.
[4] _/ La fuente de este y los dos párrafos siguientes es: http://www.wipo.int/pressroom/es/articles/2017/article_0013.html
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