BOLETÍN 164: IMPORTANCIA DE LAS IMPORTACIONES
El Ecuador
es un país cuya producción nacional resulta mayoritariamente de actividades del
sector primario: agricultura, ganadería, pesca, silvicultura, minería e hidrocarburos.
En consecuencia, para satisfacer las necesidades de gobierno y consumidores, el
país requiere importar una gran cantidad de bienes industriales y muchos servicios
modernos que no produce.
La
importación de bienes que compiten con los que sí se producen en el país,
generalmente primarios o de ramas industriales básicas (alimentos y bebidas,
textiles y cuero, tabaco y sus elaborados, muebles, productos de la madera,
algunos materiales de construcción) debe ser controlada y eventualmente
encarecida vía aranceles y otras medidas, para evitar que afecte a la
producción nacional. La importación de los bienes no producidos (maquinaria,
materias primas de la siderurgia y la industria química) debe ser realizada en
forma libre, cuando se sabe que, por la escala de producción (motores y cajas
de cambio de vehículos) o por el tipo de productos (derivados del hierro y
minerales no existentes) no se puede producir en el país.
La
Organización Mundial del Comercio (OMC), de la cual el Ecuador es parte, tiende
a que todas las importaciones en el mundo lleguen a ser materia de libre
comercio; pero, como no todos los países están en capacidad de practicarlo,
acepta que se apliquen aranceles sobre el valor de las importaciones y busca
que cualquier otro obstáculo al comercio vigente, sea transformado en ese tipo
de aranceles, con tarifas acordadas entre la OMC y el país.
Además, los
acuerdos de la OMC comprometen a los países a aplicar la cláusula de la nación
más favorecida, que en resumen dice que: toda ventaja, favor o franquicia que
un país otorgue a otro en el comercio internacional, debe ser aplicada a sus
demás Miembros, sin distingo.
Pero, hay
dos excepciones a la regla: una, que señala que los grupos de países que
busquen su integración económica pueden fijar sus propias normas para el
comercio entre ellos, siempre que el objetivo del grupo sea el libre comercio;
y, otra excepción, que acepta que un país desarrollado otorgue preferencias
arancelarias a un país subdesarrollado, con el ánimo de apoyarlo para que salga
de esa situación en el menor tiempo.
Por haberse
acordado antes de la OMC o haciendo uso de esas excepciones, el Ecuador forma
parte de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALADI) y de la
Comunidad Andina. En la primera, formada por todos los países de América del
Sur, más Cuba, México y Panamá, da y recibe preferencias arancelarias para
ciertos productos, diferentes según los países. En la segunda, el país mantiene
en vigencia la Zona Andina de Libre Comercio, junto con Bolivia, Colombia y
Perú. También recibe, de parte de Estados Unidos y otros países, en aplicación
del Sistema General de Preferencias (SGP), preferencias arancelarias para
muchos productos.
Además,
tiene suscritos acuerdos comerciales con la Unión Europea, Chile, Venezuela y
otros países, para otorgarse mutuamente ventajas de tipo comercial y en otros
órdenes.
Ahora bien,
como no es sano para ningún Estado dejar que la población importe todo lo que
se le ocurra, Ecuador adopta diversas medidas de control, que se expresan en prohibiciones
de importación de ciertos bienes por el sector privado (armas pesadas y bienes
patrimoniales de otro país, por ejemplo) limitaciones de tipo sanitario (sobre
drogas, vegetales y animales, por ejemplo), aranceles ad Valorem que en el
Ecuador pueden llegar al 30% sobre el valor CIF de la mercadería, impuestos
específicos (dólares sobre el peso, el volumen o la unidad importada, según lo
que rinda más al fisco) y otras medidas permanentes u ocasionales (como las
salvaguardias de carácter monetario o con respecto a productos determinados).
En el año
1991 adoptó el gobierno un sistema arancelario ad Valorem muy racional, que fue
el que luego se declaró al ingresar a la OMC, de 0% para productos muy
necesarios al país, como maquinaria e insumos agropecuarios y medicinas; 5%
para materias primas con bajo grado de elaboración, como tierra mineral, sal,
lana de oveja; 10% para materias primas más elaboradas, como hilos y telas; 15%
para partes y piezas de maquinarias y 20% para todo producto terminado, excepto
los automóviles, que debían pagar inicialmente 40% y más tarde 35%.
Correa y su
gente desbarataron ese sistema, en unos casos para apoyar a ciertas actividades
como la textil y la del calzado y, en otras, para buscar recursos para el
fisco. Además, en algunas oportunidades fijaron salvaguardias o torearon
obligaciones internacionales, a disgusto de la OMC y la CAN, para reducir las
importaciones, lo que lograron; pero, facilitando la subfacturación; el auge del
comercio fronterizo, el contrabando y el ingreso de productos comprados en los
duty free; varios conflictos con los países exportadores; y, al final, no
obteniendo, en términos nacionales, el objetivo de ahorro de divisas que
buscaban.
En el año
2017 las importaciones totales del país bordearon los 20 mil millones de
dólares, cifra similar a la del año 2015, que muestra una recuperación
importante con respecto al 2016 (25%), pero que está distante de la obtenida en
2014, cuando registró más de 27.700 millones.
Al contrario
de lo que muchos piensan, las épocas de crecimiento económico de un país como
el Ecuador no sirven para reducir las importaciones, sino para acrecentarlas.
La razón es muy simple: se necesita más bienes de capital y materias primas
para alimentar la oferta industrial, pero la población demanda más productos de
consumo extranjeros, al elevarse sus ingresos.
El Banco Central del Ecuador
registra cuatro grupos de bienes de importación: bienes para consumo, combustibles
y lubricantes, materias primas y bienes de capital.
A su vez,
los bienes de consumo los subdivide en bienes de consumo no duradero y de
consumo duradero; las materias primas las aglutina en materias primas para la
agricultura, para la industria y materiales de construcción; y, los bienes de
capital los separa en agrícolas, industriales y equipos de transporte.
Los bienes de consumo importados en el año 2017 sumaron
cerca de 4.600 millones, con un registro superior al del año anterior en el 43%,
que se debe fundamentalmente a la eliminación de las salvaguardias
anteriormente vigentes, la reducción del IVA del 14% al 12% y el inicio de la
aplicación del Acuerdo comercial con la Unión Europea. Sobre el total de las
importaciones representaron el 23%. Este dato es importante, porque significa
que no son tan grandes como para preocupar, desde el punto de vista de la
balanza de pagos, y que posiblemente las características de ciertos bienes no
los hacen fácilmente sustituibles por producción nacional.
Bienes de
consumo no duradero son todos aquellos cuya existencia y utilidad son efímeras;
por ejemplo, los alimentos y las bebidas en general, los aceites comestibles,
las medicinas, los productos de aseo personal y de limpieza. Bienes de consumo duradero
son los que suelen utilizarse por periodos cortos o medianos, como ropa,
muebles, electrodomésticos, libros, cuadernos, aparatos electrónicos. Las
importaciones de bienes no duraderos sumaron cerca de 2.500 millones de dólares
(12,5% de las totales) y las de bienes duraderos llegaron a casi 2 mil millones
(10,5% de las totales). Hay aquí algunas posibilidades de sustitución interna.
Los combustibles y lubricantes (gasolinas y aceites para máquinas)
son en su mayor volumen bienes de consumo, pero también sirven de insumos
industriales. El Ecuador produce algunas cantidades, pero su producción no es
suficiente, razón por la cual hay que comprar ciertos valores en el exterior.
En el año 2017, las importaciones de estas clases sumaron alrededor de 3.300
millones de dólares, que significan la sexta parte de las totales.
La
repotenciación de la refinería de Esmeraldas y la construcción de la Refinería
del Pacífico tenían por propósito sustituir las compras externas de estos
bienes, e incluso producir algunos productos petroquímicos, pero solo
significaron desperdicio de recursos y grave corrupción.
Las materias primas son bienes que hacen posible,
mediante su procesamiento, solos, mezclados o combinados con otros, la
producción de otros bienes. Entre ellos se pueden mencionar los granos, el
ganado, la leche, la madera, los minerales, los productos químicos y los
derivados de esos productos, como harinas, cueros, tablas, varillas, abonos,
pesticidas.
Las
importaciones 2017 de esta clase de productos sumó poco más de 7 mil millones
de dólares, lo que significa el 35% de las totales. El rubro de mayor
importancia fue el de las materias primas para la industria, cuyo valor fue
cercano a los 5.500 millones de dólares o el 28% de las totales.
En segundo lugar
se ubicaron las importaciones de materias primas agropecuarias, con poco más de
1.200 millones de dólares, equivalentes al 6% de las totales. En tercer lugar
se hallan los materiales de la construcción, con cerca de 500 millones de
dólares o el 25% de las totales.
También aquí
se puede hacer sustitución de importaciones, siempre y cuando haya los
minerales necesarios para ello. Un problema básico para el país es que no tiene
carbón ni hierro en cantidades suficientes y que por tanto no puede producir
elaborados del hierro y acero; igual sucede para la producción de aluminio,
porque no hay bauxita. Para la construcción, esta situación obliga a importar desde
chatarra hasta productos muy elaborados, con el consiguiente costo elevado de
las obras de infraestructura y vivienda.
Los bienes de capital son los que sirven al gobierno y a
las empresas privadas para utilizar las materias primas y producir otros
bienes. Entre ellos, motores, tractores, palas mecánicas, excavadoras, carretillas
elevadoras, grúas, niveladoras, Requieren una inversión relativamente grande
por unidad y se compran para ser utilizados durante varios años.
El
Banco Central registra las importaciones de bienes de capital en tres rubros:
agrícolas, industriales y equipos de transporte.
Las
industriales son las mayores, con aproximadamente 3.400 millones de dólares en
el año 2017 o el 17 % de las totales. Reúnen toda clase de máquinas para los
diferentes sectores de la economía: motores, turbinas de vapor y de gas,
compresores, engranajes, cojinetes, calefactores, enfriadores, congeladores,
tornos, montacargas, impresoras para editoriales, tejedoras, cortadoras,
lavadoras, secadoras, pasteurizadoras, molinos, taladros, etc.
Las
importaciones de bienes de capital agrícolas (así las identifica el BCE), del
año 2017, que deberían identificarse como agropecuarias, sumaron un poco menos
de 140 millones de dólares, lo que representa menos del 1% de las totales. En
ellas está comprendidos productos como: abonadoras, arados de discos, cavadoras,
cortadoras, cosechadoras para diversos productos, compactadoras y descompactadoras,
desmotadoras de algodón, desbrozadoras, desgranadoras, desvaradoras, enfardadoras
o empacadoras, fumigadoras, rastras de dientes, motocultores, motores para
riego, pulverizadoras, remolques, rodillos, segadoras, sembradoras,
tractores,
trituradoras o moledoras, vendimiadoras, motosierras.
Una
de las razones por las cuales estas importaciones tienen registro bajo, es que
en la década anterior se le dio poca importancia gubernamental al sector
agropecuario, cuyo aporte al PIB fue mucho menor al deseable y ocupó la cuarta
o quinta posición entre los sectores económicos.
Los equipos
de transporte son: bicicletas, motocicletas, automóviles, camionetas, jeeps,
buses, camiones, furgones, volquetas, barcos, avionetas, aviones, helicópteros,
trenes, teleféricos. Las importaciones 2017 de estas clases de vehículos
sumaron menos de 1.300 millones de dólares, lo que representa el 6,5% de las
importaciones totales.
Los servicios que se importa constan en los
sectores respectivos de la Clasificación Industrial Internacional Uniforme
(CIIU), que tienen que ver con la producción de intangibles: comercio por
mayor, financieros, comunicaciones, publicidad, salud, educación; además, los
servicios de transporte internacional, el turismo externo, actividades
profesionales.
La Balanza
de Pagos del país registra una gran importación neta de servicios. La razón es
que el Ecuador no los produce en cantidades significativas y en cambio, necesita
comprarlos en el exterior para abastecer las necesidades nacionales. El rubro
principal es el de transporte de carga marítima, porque carecemos de una flota
propia. FLOPEC, que es empresa nacional para la exportación de petróleo, debe
alquilar buques, porque sus unidades son insuficientes. Para el transporte
aéreo internacional de turistas y carga, casi no hay participación ecuatoriana.
CONCLUSIÓN: Como se demuestra, la mayor parte de
las importaciones de bienes y casi la totalidad de las importaciones de servicios,
son necesarias para el desarrollo del país, incluso en áreas como las de la
salud y la educación superior, que antes no eran transables; por tanto, el
gobierno no las debe entorpecer y por el contrario las debe impulsar, a fin de
multiplicar el abastecimiento necesario para el desarrollo de las actividades
productivas. Su manejo de los acuerdos comerciales, los aranceles, las
restricciones no arancelarias, el control aduanero, los regímenes especiales
aduaneros, deben ser los más adecuados para que las empresas mejoren
sustancialmente su competitividad, el Estado aporte con su efectividad y todo
ello contribuya a la productividad nacional, orientada a generar bienestar de
la población.
Cuando las
importaciones sean temporales y destinadas a generar exportaciones, los
trámites para controlarlas y autorizarlas deben ser lo más ágiles posible. Esto,
especialmente, si su destino está en las llamadas zonas especiales de
desarrollo económico (ZEDE), o en las industrias dedicadas a la maquila. En
este campo, hay que aprender mucho de Colombia y su éxito con las zonas
francas, ubicadas en todo el territorio, lo que analizaré en otra ocasión.
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