Boletín 134: DISCURSO ACADÉMICO, EN EL ANIVERSARIO DEL
COLEGIO DE ECONOMISTAS DE PICHINCHA, DEL DR. ENRIQUE SIERRA CASTRO
Eco. Luis Luna Osorio MBA Quito,
Diciembre 11 de 2016
El 24 de
noviembre de 2016, el Colegio de Economistas de Pichincha (CEP), celebró un
nuevo aniversario y en la Sesión Solemne de esa fecha, el Doctor Enrique Sierra
Castro, autor de numerosos libros sobre Economía y Desarrollo, Miembro del
Directorio del CEP, fue el encargado de
pronunciar el Discurso Académico de orden.
Para
beneficio de los lectores de este Blog, se transcribe textualmente ese Discurso,
para celebrar que los receptores directos de los 133 boletines anteriores suman
105.600, los lectores en Google superan los 250 mil y los lectores potenciales
son más de 1,5 millones, lo que genera una gran satisfacción para su autor y, a
la vez, una enorme responsabilidad de continuar en el esfuerzo.
DISCURSO DEL DOCTOR ENRIQUE SIERRA CASTRO –
Noviembre 24 de 2016
Lo
corriente en los discursos académicos de Economía es exponer el pensamiento y las teorías
económicas de autores importantes que han hecho escuela. Sin embargo, en esta oportunidad se
tomarán otras vertientes.
CONCEPTOS.- A mi juicio, tres son los conceptos que orientan a las macroeconomías
capitalistas y mixtas: cantidad,
velocidad y, uno menos recurrente pero importante, calidad. En la praxis, estos conceptos se
apoyan en el desarrollo de la ciencia,
la tecnología y en la administración de empresas. El desarrollo de estos fundamentos es inducido, a su vez, por la economía de más cosas más velozmente
producidas. Las grandes economías modernas han llegado a ese estadio tratando
de lograr más cantidades a mayor
velocidad. En efecto, presenciamos una
constante y febril actividad dirigida a incrementar las cantidades y a
producirlas más velozmente. Por
diferentes medios y condiciones se tiende
a incrementar la producción y
otras funciones y valores económicos. La
visión empresarial –y también de gobernantes– es conseguir más producción, más
ventas, más inversiones, más ganancias; en el ámbito de la economía nacional,
más PIB, más consumo, más presupuesto; todo más.
Por otro
lado, más grandes establecimientos productores, más grandes medios de
transporte, más vastos mercados; bancos más grandes; sociedades de capitales
más extensas, etc. Así como se procura más y más cantidades, también se trata
–hasta con desesperación– aumentar las velocidades: procesos de producción más
rápidos, transportes más veloces, ventas más urgentes. Todo a mayor velocidad.
Estas
condiciones económicas se sintonizan con la vida humana, la que está sometida al imperio de más y más cantidades y
velocidades. Nos abruma la promoción de bienes y servicios; la insistencia de
los oferentes… “lleve dos que sale más barato”; “llévelo ya”.
El uso del vocablo “ya”, en este sentido, es todo un signo de
inmediatez.
ATRASO.- Tales ondas
expansivas –de más y más– en las
economías desarrolladas e hiperdesarrolladas, van dejando atrás a las regiones
y países que no pueden seguir su ritmo. De ello están conscientes sus
dirigentes políticos y sus clases empresariales; saben que no podemos seguirles
el paso. También conocen que nuestros países van quedando sin materias primas y
que se deteriora su medio ambiente; que se van
reduciendo las selvas, faltando el agua, agotando los yacimientos
mineros; al mismo tiempo que, sin embargo, nos llenamos de desechos
tecnológicos y de deudas, al paso que se
deterioran nuestras condiciones de vida.
Nuestros
países reciben la influencia –muy inducida por las grandes y modernas
economías– de imitar, en lo que la
concentración de la riqueza lo permite,
algunas de sus formas de consumo; es el conocido efecto demostración.
Estas
economías hacen penetrar dicho efecto
en nuestro medio, más que ideas y modos para desarrollar las
capacidades productivas amigables con el medio natural y social. Usan nuestra
fuerza de trabajo; pero, nos dejan a cargo su capacitación, educación, salud y
vejez.
AUGE Y CRISIS.- Cuando los conceptos mencionados –tan íntimamente concatenados, cantidad
y velocidad– tienden a
intensificarse, se llega a los
crecimientos acelerados de las macroeconomías y
a los auges económicos. Pero, cuando esos conceptos se debilitan,
aparecen los síntomas de crisis que las
teorías del desarrollo las han graduado y calificado; son las nominadas
desaceleraciones, recesiones, depresiones, etc.
Las
grandes economías son propensas a
transitar por fases de lento crecimiento y de crisis; de modo que, cuando
aparecen aquellos síntomas, suenan las alarmas, llegan las preocupaciones y los
desfallecimientos. La clase empresarial
ya intuye que en el seno de la economía están madurando condiciones que pueden
culminar en crisis generales, comprometiendo, de hecho, a las economías menos
desarrolladas.
POLÍTICA ECONÓMICA.- En las previsiones de crisis y en el enfrentamiento
de las crisis mismas, se recurre a la
llamada política económica, envuelta en la retórica de que el Estado debe salvar la economía y volverla a punto de
iniciar nuevas fases de recuperación y de auge.
El
capitalismo inventó y cedió espacio a la política económica para salvarse a sí
mismo y enriquecerse más con menos riesgos. Los costos de toda política
económica, a la corta o a la larga, son cargados al pueblo. Las economías capitalistas se transformaron
en mixtas gracias a la política económica. Esta agrega a la gobernanza un
arsenal de herramientas al servicio, en definitiva, del capital; sin embargo, sin
ellas, las crisis serían más frecuentes y prolongadas.
CRISIS.- Se
mencionó la palabra “crisis”. Nadie querrá oírla o leerla; pero, ahí está,
para singularizar situaciones que lo
ameritan. Los economistas, políticos y líderes sociales pueden y deben discutir
y aclarar las fases en que se encuentra el proceso económico de sus respectivos países, a la luz de manifestaciones financieras, de producción y
ocupación vistas objetivamente.
Evidencias de debilitamientos económicos –caída de las ventas y de la
producción; cierre de empresas y emigración de capitales, desocupación,
descenso de los ingresos, déficit
fiscal, endeudamiento público masivo, etc., implica que la macroeconomía está
transitando por una crisis más amplia que lo que significa cada una de aquellas situaciones
particulares.
No hay
que temerle a la palabra crisis. La Real Academia Española, en su quinta
acepción de la palabra crisis, expresa que en economía significa… “Reducción en
la tasa de crecimiento de la producción de una economía, o fase más baja de la
actividad de un ciclo económico…”. La negación de las evidencias y el silencio
de las palabras no detienen los procesos críticos, aunque el pueblo calle sus
penosas consecuencias.
AVANCE Y RETROCESO.- La política económica no siempre aporta soluciones
definitivas; sobre todo, si no es bien
pensada y aplicada oportunamente en el contexto de las condiciones económicas y
sociales prevalecientes, y si no es respaldada con mecanismos adecuados que
sustenten las soluciones esperadas. En América Latina, hace un par de años, se
elogiaban los resultados obtenidos en disminuir el pauperismo; pero, hoy por
hoy, con la desocupación a mayor escala y la caída de los ingresos, se constata el retorno de la
pobreza y su extensión a la clase media.
PLANIFICACIÓN ECONÓMICA.- La política económica incorporó la planificación como función del Estado. Al término de la Segunda Guerra Mundial, en
1945, la dirigencia política de las potencias europeas introdujo la
planificación para enfrentar la vasta destrucción de sus activos económicos y
sociales; y, para sacar a sus economías nacionales de las vocaciones bélicas en
que habían caído, y transformarlas en economías de paz y de
comercio internacional.
Con la
planificación, Europa reflexionó más fundadamente su futuro, así como las
potencialidades de sus economías globales y de sus sectores productores, al
tiempo de proyectar concienzudamente sus servicios y políticas sociales. La
política económica tuvo en la planificación una herramienta para armonizarse
mejor y ser más eficaz.
Ante la
enorme tragedia de la guerra, la planificación fue aceptada en Europa; pero fue
negada en la mayor potencia mundial, cuya economía no sufrió por el conflicto
bélico; por el contrario, la guerra constituyó la plataforma que lanzó a la
economía norteamericana al más alto nivel internacional y de bienestar.
PLANIFICACIÓN
EN LATINOAMÉRICA.- La planificación también entró en América Latina. Los poderes dirigentes de las economías de la
región –clases empresarial y política, más los dueños de la inversión
extranjera– la admitieron ante el riesgo social que significaba la presencia de
la vasta pobreza existente a mediados del siglo XX. En América Latina la
planificación fue, de facto, un proyecto intelectual que, antes de medio siglo,
evidenció su fracaso.
De los
cuatro trabajos efectivos que constituye un plan nacional: diagnóstico;
formulación de objetivos, metas y proyectos; ejecución; y, evaluación, en
América Latina se logró avanzar sólo los dos primeros.
Nunca ha
existido en las clases dirigentes disposición sincera de ejecutar los planes, mucho menos de
evaluar sus resultados. En estas experiencias latinoamericanas de
planificación, la clase política pronto descubrió que la formulación de metas y
proyectos de los planes era un acervo de promesas, su argumento más eficaz para
mantenerse a flote en la política y conquistar el voto ciudadano.
La
planificación no ha sido rectora de la política económica, pero ha servido a la
demagogia. La política económica real ha seguido, como siempre, improvisándose
y aplicándose conforme a los intereses de turno; a menudo llega atrasada a las
crisis. Sin embargo, siempre hay opción de recurrir a la planificación como
método de gobernanza, especialmente en las situaciones de escasez extendida, en
las grandes catástrofes, en la vasta pobreza, en la guerra o graves apremios
nacionales.
Es
factible utilizarla, sin duda, con
realismo, decisión y vocación política, superando los defectos de las
experiencias anteriores. El planificador, por su parte, debería aplicar métodos
sencillos y de fácil comprensión y operación.
APORTES.- Se
sostiene, con razón, que la planificación aportó en América Latina
conocimientos e ideas sobre nuestros países; agregó métodos de análisis y aclaró
conceptos, como la pérdida de los términos del intercambio, que tanto negaron
las potencias hegemónicas; planteó la necesidad de las reformas y algo
concientizó sobre la hegemonía
internacional. Alentó la integración del comercio de la región que, hoy por
hoy, se desvanece en medio de una pluralidad de acuerdos y en presencia de un
nuevo imperialismo prometedor de mega proyectos; pero, en el fondo, la
planificación está fracasada, resultado constatado por doquier.
La clase
política que aceptó lo más elemental de la planificación, sin embargo, no
asimiló en el pasado ni ahora, en la contemporaneidad, el mensaje de la
literatura bíblica de años de abundancia y años de escasez. Para ella, la abundancia son años de derroche
y de ejecutar cualquier gestión económica dando espacio a vasta
corrupción; y, los años de
escasez, períodos con más pauperismo, pero también con corrupción.
PROMESAS Y CRÉDITOS.- Las ideologías, que en otros tiempos alentaron
las reivindicaciones sociales, se han
evaporado, al mismo tiempo que se aminoró el proletariado y se expandió la
clase media, el profesionalismo y el trabajo independiente.
La
economía y la sociedad han caído en la vorágine de más y más cantidad, y de más
y más velocidad, acompañadas las dos, en el campo político, de más y más
promesas de obras y de consignas huecas que destruyen y corrompen cualquier
proyecto ideológico. El pueblo asiste y aplaude más las promesas que las
inauguraciones de proyectos y obras; sabe que son inauguraciones con vastos y
duros créditos aprobados sobre hipotéticos futuros financieros. Los créditos
públicos se apoyan objetivamente sobre las espaldas de las generaciones por
venir. El endeudamiento de los
países en desarrollo somete su futuro a
sus acreedores, cualquiera que sea el signo ideológico de estos.
En las
economías capitalistas y/o mixtas toda deuda se paga y también en las autodenominadas
economías socialistas. Si la economía y la política económica no son capaces de
generar ahorro, el crédito, con el que sobreviven los países en desarrollo,
genera una pesada carga sobre largos períodos.
Los años de abundancia, de derroche y corrupción tienen un elevado costo
futuro, por más que se trate de justificar los créditos tomados.
CORRUPCIÓN.- Proyectos y obras –las llamadas inversiones y los programas sociales–
ofrecen, quiérase o no, oportunidades de corrupción; pues, la corrupción no
solo es parte de los procesos administrativos públicos, sino también de las
transnacionales, de las empresas menores y hasta de los modestos negocios locales.
Hay corrupción en períodos de abundancia y también en períodos de escasez, y
hay corrupción en el capitalismo y
también en el socialismo. En uno u otro estadio ideológico, las empresas
consideran a la corrupción una práctica ordinaria, cuyos costos son
parte de sus cálculos. En este marco de
responsabilidades, en América Latina hay
que incluir también a los partidos
políticos, a los cultos y a otras
entidades civiles que reciben rentas públicas ilegales y no legítimas.
Los mega escándalos,
denunciados en los últimos tiempos en naciones e internacionalmente, demuestran
la vasta deshonra y el cinismo que subyace en los negocios públicos y privados.
Denunciar estos escándalos no es suficiente.
La ardua tarea es erradicar la permisión, el hábito y la impunidad de la
corrupción. La deshonestidad ha calado
hasta los niveles más bajos de las administraciones, apoyada por la
inconsecuencia profesional y social.
La
corrupción menuda –que sí se la práctica– es inducida por la pobreza y el
efecto demostración. La corrupción es un crimen, merma los
recursos del pueblo. Por lo mismo, debe
ser constantemente perseguida, denunciada y severamente castigada. Hay que
desarrollar en las naciones, particularmente en sus administraciones públicas y
en el empresariado, una basta y profunda concientización ética y de honestidad,
acompañada de tecnologías verificadoras y controladoras, hoy
más prácticas y efectivas. Sin concientización social y sin relievar los
méritos de la honestidad y de la
seriedad en los negocios y administraciones, es difícil erradicar tan costosa e
injusta práctica.
CALIDAD.- El
tercer concepto mencionado al principio –calidad– ha sido relievado por la
conciencia social contemporánea como un mega concepto; y, ha
tomado las singularidades de reivindicación. Es una demanda que las sociedades,
especialmente de las naciones de menor
desarrollo, están exigiendo bajo las expresiones –que hablan por sí solas– de
calidad de vida, calidad laboral, calidad en la alimentación, educación y salud;
calidad de la vivienda, del ambiente, del transporte, etc., y también calidad
en el tratamiento de los servicios públicos y privados a las personas de
cualquier condición; calidad de los medios de comunicación para mejorar la
información y cultura de la población; calidad en las relaciones y tratamientos
entre las personas.
Las
potencias industrializadas –capitalistas y mixtas– exportadoras de bienes y de servicios, los
producen con distintos estándares; de baja, mediana y alta calidad; destinados
los primeros a los países pobres, tendencia fácilmente advertible. En el ámbito
de la calidad han surgido, como se ve, demandas esenciales para bajar los
niveles críticos de riesgos humanos, como son la calidad de vida, de trabajo y
ambiental. De hecho son reivindicaciones
por la vida y la cultura humanas.
CONCIENCIA Y REVEINDICACIONES.- Cuando los
economistas analizamos temas de nuestra disciplina, se espera y se piden
soluciones. Sin embargo, no toda situación económica tiene soluciones fáciles o viables de inmediato. El mayor elemento
auspiciador de soluciones es la conciencia y la reivindicación social. De ahí
la importancia de los diagnósticos y de la discusión de las realidades. Es
necesario correr las cortinas para ver las verdades sustantivas.
Profesionales
de otras ciencias tienen iguales exigencias, lo que también es importante;
pues, para un problema no bastan los aspectos económicos. La congregación de
profesionales y técnicos de diferentes disciplinas es indispensable en la vida
moderna para resolver los aspectos críticos con criterios técnicos, ética y
solidaridad.
CIENCIA.- Sin
duda que los extraordinarios progresos de las ciencias y de las tecnologías
ameritan aplausos fervientes. Al interior de los círculos de científicos,
tecnólogos y de pensadores de estas temáticas, se discute si las direcciones
que en la práctica han tomado sus realidades son las más consecuentes con las
condiciones presentes y futuras del planeta, de la población humana y del resto
de la vida orgánica. Es una discusión necesaria y útil.
El
desarrollo científico y tecnológico de la era moderna se ha sustentado en la
concentración de los patrimonios, de los activos y de la renta generada por las
economías. De ahí que sus tendencias resulten más eficaces para las clases
ricas –con vasto poder de compra– que para resolver los problemas del pauperismo y de las naciones atrasadas.
Aunque en
nuestro mundo en desarrollo nos parezca increíble, ya hay en las sociedades
hiperdesarrolladas ofertas –con clientes
interesados– para el turismo espacial, con las comodidades necesarias; ya hay,
en otro lado, posibilidades ciertas de
manipular células madres
apropiadas para crear seres humanos con cualidades y atributos prerequeridos. Sin duda, esta es una grosera intromisión en
la vida íntima y del amor humano. Pero,
en esos trabajos están involucrados científicos, tecnólogos y la industria,
expectante de sus resultados.
A
procesos como esos somos convocados, entre otros profesionales, los
economistas, como lo somos también por la industria bélica. Los principios morales –concretamente la ética– entran en
tensión versus las ambiciones laborales, de ingresos y de posiciones sociales
que cada profesional y su familia procuran.
POLITIZACIÓN.- En América Latina se está dando una excesiva politización de los
asuntos públicos y privados; en nuestro campo, concretamente en la política
económica. Esta es una herramienta seria
y delicada de la gobernanza, que debería
ser aplicada con honestidad y eficacia para que produzca los resultados
buscados. Sin embargo, hay actores de la política económica que lo que más procuran es beneficiar los intereses a que se deben, junto con
acrecentar su prestigio y popularidad,
así como descubrir oportunidades de corrupción.
Las
ambiciones de estos actores son fuente de errores y de distorsión de los
resultados finales de la política económica. La política económica debe ser, en
primer lugar, necesaria y transparente, libre de corrupción, bien formulada y
aplicada. De tiempo en tiempo, sus
resultados deben ser evaluados y la
política corregida, por cierto, cuando lo amerite.
Podría
sostenerse que todo esto es retórica;
pero, por el juego de intereses que
entraña la política económica, ésta
tiene que atenerse a un comportamiento ético y político-social mínimos. Este es
un reclamo justo y necesario.
DIVISIÓN SOCIAL.- Otra tendencia observable en América Latina es el fraccionamiento de
las naciones y la diligencia puesta en su instrumentación; sin duda, este
es un accionar perverso. Es un mal
mensaje a la nación, utilizar los poderes y recursos públicos, para dividir la
población; contabilizar y calificar a unos ciudadanos y ciudadanas a un lado y
situarlos frente a otros u otras de la misma patria.
Se supone
que los gobiernos, en democracia, representan a toda la nación de sus
respectivos países. Esta corriente de
propósitos y de acciones entraña, por lo
general, en los elevados mandos del poder, una alta dosis de dogmatismo y de
autoritarismo que llega hasta silenciar voces y libertades; sin extrañarnos,
sus aspiraciones se prologan al extremo de lesionar la democracia institucional
y la independencia de los poderes públicos, particularmente a la administración
de justicia.
Sin
tribunales independientes no hay gobernanza ni administración pública honesta y
transparente. Cuando en democracia, por
motivos ideológicos y políticos inmediatos, se radicaliza la politización del
accionar de los poderes públicos y de la civilidad y, por otro lado, desde los gobiernos se
induce la fragmentación social, la gobernanza evoluciona mal; va de tensión en
tensión; de contradicción en contradicción, cayendo en situaciones confusas y
debilitando los idearios de mayor jerarquía; se irrespetan las políticas de Estado
y se imponen las de gabinetes.
Entonces,
se confunde y se pierde la orientación y el control de las
actuaciones públicas, en tanto que en la nación se crean escenarios confusos y anarquizantes. En tales
condiciones políticas y sociales, la economía nacional se deteriora; se pierde la confianza de inversionistas y
acreedores; se debilitan los principales instrumentos de la política económica
–presupuesto, sistema monetario, endeudamiento, conducción de los procesos
públicos de inversiones, de comercio
exterior, etc., se difunde el desaliento
económico y se expande la corrupción.
En el
caos del desgobierno se buscan justificaciones,
recurriendo para este fin a las cifras e indicadores económicos, los
que, de hecho, en esas circunstancias, pierden la virtualidad de sus
contenidos. Un pueblo fraccionado por objetivos políticos y electorales es
débil; carece de fuerza para sus
reivindicaciones; y, lo más
grave, es que las heridas del fraccionamiento perduran por largo tiempo.
Desaparece la confianza entre las
personas, en circunstancias que los gobiernos son pasajeros y los pueblos permanentes.
DEMOCRACIA Y REVOLUCIÓN.- Ante las tendencias evidenciadas en América Latina, vale
reflexionar sus implicaciones. Desde ya,
cualquier nación entraña una pluralidad de seccionamientos proveniente de la
historia y de la posesión de activos económicos, del profesionalismo y de tantos otros aspectos.
Pero los
seccionamientos dirigidos, como los mencionados, son, sin duda, sensibles a la epidermis social. Es sumamente
complejo –como lo demuestra la historia moderna– transitar por las vías
democráticas a la revolución. Las
revoluciones más clásicas del siglo
pasado –Rusia, China, Cuba, Vietnam– ilustran que a la gobernanza nacional
revolucionaria se llega por vías revolucionarias; no por medios
democráticos.
Si se
pretende esto último, se traiciona el sistema electoral y el voto popular; se
cae en una gran contradicción, prácticamente irresoluta para la propia
revolución. Un proceso revolucionario implica la mudanza de todo el
sistema económico y social histórico de
una nación, incluyendo su inserción internacional. Un intento revolucionario desde el sistema
democrático es mucho más complejo; pues,
el sistema vigente se defiende a sí mismo, con toda su estructura
económica, social y política, más sus nexos internacionales, como se verificó
en los casos latinoamericanos del siglo pasado, entre otros, Chile.
Intentos
fallidos de revolución desde la gobernanza
democrática dejan a la nación dividida y con gran desconfianza hacia el
sistema político y entre las agrupaciones civiles. Lo relevante de esta
situación es el reflujo político-social, como ya se observa en Latinoamérica.
Los proyectos revolucionarios fallidos pavimentan el camino de fuerzas
conservadoras, con todo el costo económico-social que
esa circunstancia carga al
pueblo.
CONCIENCIACION.- Desde los conceptos más pragmáticos, corrientemente usados por la
población -cantidad, velocidad y
calidad- que orientan los procesos micro
y macro económicos, se infieren
situaciones económico-sociales que, junto con los escenarios de nuestros
tiempos, ofrecen un temario interesante que meditar. Los economistas de América
Latina tenemos mucho que pensar y nuestro Colegio de Economistas de Pichincha
mucho en que trabajar para contribuir a la concientización social, y al
análisis y comprensión de las nuevas tendencias y condiciones de nuestros
países. GRACIAS
---------------------------------------------------------------------------------------------------------
AVISO: El libro ECONOMÍA INTERNACIONAL Y DE AMÉRICA LATINA,
presentado en la Universidad Andina Simón Bolívar, el 27 de octubre de 2016,
obra del autor de este blog, está a la venta en las librerías Tecnilibro,
Española y Científica del país y en el Colegio de Economistas de Pichincha. A
partir del 23 de noviembre de 2016, está también a la venta en las mejores
librerías de Colombia. Contactos al 0999 726954
O, LUIS LUNA OSORIO EN
GOOGLE – Suele haber novedades
POR FAVOR, SI LE
GUSTA EL BOLETÍN DIFÚNDALO; SI NO DESEA
RECIBIRLO, AVISE AL EDITOR
No hay comentarios:
Publicar un comentario