Eco.
Luis Luna Osorio MBA Marzo 26
de 2013
Después de la Segunda Guerra
Mundial, varios países, entre ellos Argentina, habían alcanzado un importante
crecimiento económico, gracias a sus exportaciones de productos primarios a los
países directamente comprometidos en la guerra.
Raúl Prebisch, uno de los
economistas argentinos más destacados del siglo XX, que dirigió la Comisión
Económica para América Latina (CEPAL) por
varios años, conociendo los mercados de su país, Brasil y México, propuso
entonces a la región, que iniciara un
proceso de industrialización, para evitar lo que se denomina desde entonces “el
deterioro de los términos del intercambio”, ejemplificado en la siguiente forma:
en un primer año, exportamos a las naciones desarrolladas 8 sacos de café para
comprar un tractor y en un segundo año, hacemos esa misma exportación, pero
tenemos que pagar 12 o más sacos de café, para comprar el mismo tractor; lo
cual, naturalmente, resulta perjudicial y más aún si esa situación se agrava
con el tiempo.
Como consecuencia, la propuesta de
la CEPAL era industrializar a los países de la región, sustituyendo las importaciones
mediante varios mecanismos: la protección del mercado interno, con elevación de
los aranceles y definición de varias medidas no arancelarias para los productos
industriales importados que se quisiera producir internamente; la reducción o
eliminación de algunos impuestos, como el de la renta, para las empresas que se
formaran para ese objeto; la creación de entidades estatales que apoyaran a los
empresarios elaborando estudios de factibilidad o de mercado para la nueva
producción y que les facilitaran crédito en condiciones favorables.
Naturalmente, la ejecución de esa política requería categorizar a las empresas
para dar más apoyo a las consideradas estratégicas o productoras de bienes de
capital; y, crear controles estatales para evitar los abusos, que muchas veces
generaban corrupción de empresarios deseosos de una mejor categoría o menor
pago de impuestos para sus empresas, y de funcionarios dispuestos a darles
gusto y a compartir los beneficios económicos malhabidos.
El Ecuador inició su proyecto de
sustitución de importaciones a mediados de los años 50, amplió sus expectativas
en los años 60, cuando ingresó a la Asociación Latino Americana de Libre
Comercio (ALALC), pensando en apoyarse en el mercado regional para sustituir
importaciones y efectuar exportaciones industriales; y, se ratificó en ese
empeño cuando, en 1969, pasó a formar parte del Grupo Andino, bloque
subregional menos heterogéneo que el anterior, junto con Bolivia, Chile,
Colombia y el Perú.
El gobierno creó, en diversos
momentos, la Junta Nacional de Planificación (JUNAPLA), el Fondo Nacional de Preinversión
(FONAPRE), el Centro de Desarrollo Industrial (CENDES), el Centro Nacional para
la Pequeña Industria (CENAPIA), la Comisión Ecuatoriana de Bienes de Capital
(CEBCA), la Corporación Financiera Nacional (CFN), y reasignó funciones al
Banco Nacional de Fomento, para que apoyara financieramente a las pequeñas
industrias y las artesanías. Armó un gran marco institucional en pro de la industrialización;
junto con un sistema de autorizaciones de acceso a los beneficios estatales,
procedimientos y trámites de control muy engorrosos.
Por muchas circunstancias, en
especial la de que el país se volvió exportador de petróleo desde 1972, ninguna
de las políticas de industrialización dio todos los frutos esperados y desde el
año 1986 hasta el 2006, el país trató de aplicar otra política, de apertura hacia
el mercado internacional, eliminando gran parte de la estructura favorable a la
sustitución.
El gobierno actual del Ecuador,
basado en su proyecto vigente desde 2007, ha decidido efectuar un programa de sustitución
de importaciones agresivo, dentro del plan de transformación de la matriz
productiva en el que se halla empeñado; además, quiere reducir los problemas
del sector externo nacional, necesitado de ahorrar y generar divisas.
“La sustitución de importaciones
es una de las medidas adoptadas por el gobierno de Ecuador para impulsar la
industria nacional, que hasta 2017 espera sustituir más de 6.000 millones de
dólares en importaciones que serán destinadas a impulsar la producción nacional
con importantes impactos en empleo y producción, indicó el presidente Rafael
Correa, durante el Enlace Ciudadano 359, transmitido desde la ciudad de
Guayaquil.
Desde hace 26 años, Ecuador ha
mantenido una participación en el sector industrial en el Producto Interno Bruto
(PIB) con un 13,3%, lo que significa que “en el país no se ha industrializado”,
explicó Correa este sábado, al comparar con la participación en este sector en
otros países como China con 45%, Corea con el 40%, Japón 26% y Brasil 26%.
“La meta es que esto suba al
25%”, dijo Correa, por lo que se debe apostar por la producción industrial
nacional “ambientalmente amigable y socialmente responsable”. *_/
El autor de este boletín considera
que esa es una buena decisión en algunos casos, pero una mala decisión o por lo
menos una acción errada, en otros.
Efectuar algunas
sustituciones de importaciones es
posible de forma inmediata, si se conoce la demanda existente y el valor CIF de las
importaciones a sustituir; hay capacidad instalada ociosa de las fábricas y
talleres; la mano de obra conoce la tecnología, los procesos y el tipo de
producto que se va a producir; y, la materia prima es básicamente agropecuaria,
ya sea alimenticia o de otra clase. De hecho, el gobierno, para estos casos,
encontró respuesta inmediata y entusiasta de algunos empresarios, que acordaron
con el Ministro de Industrias los términos en los cuales llevarían a efecto sus
proyectos de sustitución. Se anuncia inversiones millonarias para aceptar el
reto gubernamental.
La decisión es errada, cuando el mercado es
pequeño para el producto a sustituir y se fuerza la sustitución de
importaciones; porque se produce a costos muy elevados, por el tamaño de la
demanda del país; y, los consumidores tienen que pagar precios mucho más altos
que si se importara el producto o hay que subsidiar a los productores, con lo
cual sufre el pueblo o el gobierno pierde recursos de forma irracional.
La sustitución es mala cuando no hay capacidad
instalada ociosa, se requiere efectuar nuevas y cuantiosas inversiones, hay que
importar maquinaria con tecnología inexistente todavía en el país, la materia
prima no está disponible ni lo estará en el mediano plazo, la mano de obra
tiene que empezar por aprender cómo hay que producir los bienes. En este caso,
hay dificultades para cumplir las metas de inversión, eventualmente se
sustituye importaciones de bienes de consumo, pero se aumenta la importación de
materias primas y bienes de capital, se paga por el uso de la tecnología.
No hay duda de que el mercado
ecuatoriano ha crecido mucho en los últimos años. El PIB ha pasado de 37.726
millones de dólares constantes del año 2007 en el año 2000, a alrededor de 65
mil millones en el año 2013, elevándose en el 75 por ciento. Como consecuencia,
el ingreso per cápita ha subido de 3.011 dólares en el año 2000 a más de 4.200
dólares en el año 2013, creciendo en el 39 por ciento. De otro lado, las
políticas gubernamentales han determinado que el salario real promedio de los
trabajadores suba de 96,23 dólares mensuales en enero de 2002 a 154,92 dólares
en septiembre de 2013, con un aumento del 61 por ciento. También, los índices
de desocupación total y de subocupación total han disminuido en los años
analizados.
El crecimiento del Ingreso Nacional
y una visible redistribución de ese ingreso, han hecho que la población cuente
con más dinero para satisfacer sus necesidades; y ello, sin ninguna duda, ha
repercutido en el aumento de la actividad y de la demanda para los sectores
industriales de alimentos, vestido, calzado, muebles, vivienda, vehículos. En algunos
de esos campos, la sustitución de importaciones ha sido, es o será posible en
el corto plazo, sobre todo porque en los últimos años se importaba muchos bienes
de consumo que, sin mayor esfuerzo, se puede producir en el país.
En el caso de los alimentos y
bebidas, el Presidente de la República ha hecho mención a algunos bienes que,
según él, podrían ser fácilmente sustituibles internamente. Es posible que así
sea, pero la calidad nacional de esos mismos productos o de otros sustitutos,
no es la que procede de terceros países. Hay características de ciertos bienes
importados que no es fácil remplazar con la producción nacional y que les dan a
ellos la diferenciación suficiente para ser demandados a nivel mundial. Incluso,
ciertas maquinarias están diseñadas para procesar materias primas que tienen
esas características y no otras, con lo cual, ciertas producciones “muy
parecidas” no responden a lo que necesita la demanda. De otro lado, el gusto del consumidor no es
fácil variar en el corto plazo. La oferta nacional puede que se base en un
valor de sustitución de importaciones equis y a la postre resulte que la
demanda se reduce considerablemente o cambia hacia otros productos.
En cuanto a la industria textil, el
Ecuador importa la mayor parte del algodón, la lana y los productos necesarios
para producir fibras sintéticas y artificiales, razón por la cual, la
sustitución en algunos casos requiere empezar por la producción agropecuaria;
pero, el algodón de fibra larga se produce en mucho mejores condiciones en el
Perú, el algodón de fibra corta es mejor producido en Colombia, las fibras
sintéticas tienen costos bajos de producción en países que cuentan con
importante desarrollo petroquímico. Entonces, lo que podemos aprovechar en el
país es eventualmente el costo de la mano de obra.
La sustitución de importaciones de
productos de la siderúrgica solo se podrá hacer en niveles finales, importando
productos intermedios, en vista de que el Ecuador carece de la minería básica
para el desarrollo de la fundición. Por
tanto, los costos de los bienes finales producidos en el país serán más altos
que si se los importara.
La sustitución de productos de la
petroquímica exige como condición previa definir qué destino va a tener la
Refinería del Pacífico. Si se va a dedicar básicamente a producir combustibles,
no habrá muchos productos petroquímicos nacionales y tendrá que importárselos para
avanzar en la producción de bienes finales, aunque a costos altos. Lo mismo
podría decirse de los productos farmacéuticos; en los cuales además, es
esencial la calidad de las materias primas procedentes de la farmoquímica,
muchas de las cuales están protegidas en el mercado internacional por patentes
y otras medidas de propiedad intelectual o proceden de monopolios mundiales
imposibles de evitar.
El autor de este boletín escuchó
hace pocos días a un alto funcionario estatal decir que en el Ecuador
funcionarán plantas de producción de varios artículos electrónicos y que era un
éxito la producción de bicicletas. Hablar de “fabricación” es un gran error. Lo
que se hace y hará es solo ensamblar materias primas o partes y piezas
importadas en casi el 100%. Si el costo de producir resulta de una protección efectiva
elevada (arancelaria y no arancelaria), lo que se estará haciendo es creando
industrias incapaces de competir a nivel internacional y dando pie al
contrabando, además de afectar el bolsillo de los consumidores, obligados o expuestos
a no consumir otro producto que no sea el protegido.
El Presidente ha puesto como
ejemplos de proyectos exitosos de sustitución de importaciones, a China, Japón,
Corea y Brasil. Pero, esos países cuentan con enormes o grandes mercados
internos, de población importante; y, están cercanos a otros mercados de poblaciones
numerosas, que les permitieron desarrollar sus producciones y exportaciones en
un periodo en el que primero sus vecinos y luego otros países, estaban en
condiciones de inferioridad tecnológica notable con aquellos. No es el caso del
Ecuador actual. Los mercados vecinos están y cada día estarán más adelantados
tecnológicamente y los otros mercados tienen distancias muy grandes de
desarrollo industrial, difíciles de superar.
Conviene recordar que, después de
más de 50 años de iniciado el proceso de sustitución de importaciones en el
Ecuador, como reconoce el Presidente, apenas el 13% del PIB es generado por la
industria que, por otra parte, está concentrada en las ramas menos complejas y
en la producción de combustibles.
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