domingo, 25 de noviembre de 2012

EL PENSAMIENTO ECONÓMICO ECUATORIANO DEL SIGLO XX



El 20 de este mes, en el Auditorio del Colegio de Economistas de Pichincha (CEP), se realizó un acto de homenaje a algunos de los economistas ecuatorianos más destacados del Siglo XX, miembros de ese Colegio, que dejaron muchas ideas plenamente vigentes hoy y en el futuro, construyeron vidas ejemplares y produjeron un cúmulo de realizaciones profesionales dignas de resaltar. Ese día se entregó a los asistentes la Revista 24 del Colegio, de la serie Análisis Económico, con el tema central materia de este artículo.

Los economistas homenajeados, en orden alfabético de apellidos paternos, fueron:

RENÉ BENALCÁZAR RUALES
BOLÍVAR BOLAÑOS MANZO
RODRIGO CABEZAS NARANJO
JOSÉ CORSINO CÁRDENAS
MARCO HERRERA ESCALANTE
EDWIN MARCHÁN CARRASCO
JOSÉ MONCADA SÁNCHEZ
GERMÁNICO SALGADO PEÑAHERRERA
NÉSTOR VEGA MORENO

El Colegio también quiso homenajear en la Revista a otros economistas que honran a la profesión: Jack Bermeo Cevallos, Juan Casals Martínez, Manuel Naranjo Toro, Fernando Velasco Abad; pero, las personas que debían preparar los artículos respectivos, no los pudieron entregar a tiempo por diversas razones.  

Todos los economistas mencionados dejaron un inmenso legado de pensamiento económico valioso, en libros, conferencias y artículos de prensa, y sobre todo en las mentes de sus miles de agradecidos estudiantes y subalternos que recibieron la semilla y la hicieron fructificar aquí y en muchas partes del mundo.

Por obvias razones, en este artículo pretendo mencionar  solo algunas de sus ideas, que demuestran su vocación por el estudio de los problemas de las sociedades y de la Economía; por el análisis profundo de la realidad global, del continente latinoamericano y del Ecuador; por el planteamiento de soluciones fundamentalmente técnicas, pero también políticas, a las crisis recurrentes.

Su pensamiento económico en unos casos fue socialista y en otros, de lo que ahora se conoce como centro izquierda o centro derecha, pero en todos los casos fue inspirado por su deseo de lograr un mayor bienestar para los ciudadanos del país y del mundo, especialmente para los más necesitados.  Quizás escogieron caminos distintos para llegar al mismo objetivo, pero lucharon toda la vida por sus ideales, plenamente convencidos de su verdad y con la frente en alto.

Todos ellos tuvieron grandes responsabilidades en sus manos y las supieron cumplir a cabalidad, como ciudadanos honestos y caballeros, en primer lugar; como profesionales economistas capaces y entregados por completo a sus labores, en segundo lugar; y, como ecuatorianos de mentalidad abierta al mundo, que defendieron los derechos nacionales y dejaron muy en alto el nombre del país cuando tuvieron el alto honor de representarlo, cuando actuaron como funcionarios especialistas reconocidos de organismos internacionales andinos, latinoamericanos y mundiales; o, cuando fueron contratados como consultores o conferencistas.

En este grupo hubo quienes ejercieron funciones de embajadores; directivos, funcionarios o consultores de organismos internacionales; rectores, decanos y profesores universitarios; ministros de Estado y presidentes de directorios de alcance nacional; gerentes generales de bancos, directores de entidades estatales y privadas.

Todos ellos fueron hombres de paz y de amor por la libertad, sobre todo por la libertad de pensamiento; de diálogo constante y ejemplar con sus jefes, sus pares y sus estudiantes y subalternos; que no dejaron de lado su sencillez cuando tuvieron mucho poder en sus manos y que no ocuparon altos cargos para enriquecerse aprovechándose de ellos; que dieron siempre lecciones de dignidad y no agacharon la cabeza ante los poderosos del momento; que no buscaron posiciones de ningún tipo porque siempre los buscaron a ellos para que ejerzan funciones de mucha responsabilidad; que hablaron o escribieron su verdad sin miedo a las posibles represalias; que trabajaron por este país y el mundo, muchas, muchísimas más horas de las que exige la Ley, y lo hicieron voluntariamente y con gusto; que dieron siempre ejemplo de esfuerzo, convicción y emprendimiento.  Que fueron como debemos ser todos los ciudadanos y todos los economistas convencidos de la responsabilidad que tenemos con el país y con nuestra profesión.

Con esta oportunidad solo quiero apuntar algunos de sus pensamientos muy importantes y orientadores, que dan una pequeña muestra de su profesionalidad, de su sensibilidad social, de su espíritu latinoamericano o andino y de su preocupación por la forma en que el mundo camina hacia la más grave crisis de la historia, derivada de la cada vez mayor distancia entre los países ricos y los pobres, entre las empresas transnacionales y la pymes, entre los especialistas y los analfabetos, que ahora no son solo los que no saben leer, sino los que no saben utilizar una computadora; en suma, entre los que tienen la posibilidad de crecer y ser más porque el mundo se lo facilita y aquellos que carecen de todo, hasta de esperanza.

René Benalcázar, experto en Economía Agraria y por tanto conocedor profundo de la realidad de los campos ecuatorianos y de la economía, en su tiempo dependiente de la exportación agrícola,  decía: “es necesario cambiar el sistema económico capitalista neoliberal, para obtener como resultado la posibilidad de organizar naciones en donde prevalezca el equilibrio de riqueza y de poder; mediante la organización de unidades de producción en las cuales todos sus miembros sean partícipes de la propiedad de bienes de capital y el estado establezca mecanismos para garantizar una equitativa distribución del ingreso”.

Y en otro aspecto, sugería: “… deberían transformarse las sociedades de capital en sociedades de personas, con una representación similar a las cooperativas, limitando el poder de cada socio, de modo que exista un equilibrio en las decisiones empresariales….”

Bolívar Bolaños Manzo, Decano por muchos años de la Facultad de Economía de la Universidad Central, decía que le hubiera gustado ayudar a construir una sociedad justa y humana y tener facilidades para hacer el bien a la humanidad, eliminando la pobreza, el mal, las injusticias.

En uno de sus documentos expresa: Educad al pueblo, legislad el trabajo y regulad la actividad económica. Queréis que aumente la producción y se genere la riqueza? Pues bien, dad un justo uso al capital, al trabajo y a las iniciativas humanas constructivas y así dad seguridad económica y paz a los hermanos.

Rodrigo Cabezas, uno de los mejores expertos en petróleo del país, advertía en su libro Crónica de una Política Petrolera: “La especie humana continuará incansable tratando de alcanzar la esperanza y después de milenios, la veremos todavía perpleja, buscando la libertad, la sociedad ideal y el total conocimiento de los fenómenos de la naturaleza; y, además, (buscando) el equilibrio perdido por la explotación irracional de los recursos naturales y la contaminación material y espiritual creada por los desechos de la sociedad de consumo”.

Corsino Cárdenas materializó su pensamiento en grandes obras: fue uno de los creadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID); asumió la responsabilidad de elaborar y ejecutar la primera Ley de Reforma Agraria en 1964, participó en la negociación y firma de los contratos petroleros con la Texaco y la Gulf, dirigió en su mejor momento la Corporación Andina de Fomento (CAF), hasta ahora la obra más destacable de la integración andina; fue el protagonista, al decir de Germánico Salgado, “de un desquite histórico del despojo hecho al país de la Chinchona oficinalis y el cacao de aroma” porque siendo Ministro de Fomento, financió la traída desde Honduras de los primeros colinos de banano Cavendish, que se han transformado ahora en más de seis millones de toneladas de exportación de la fruta.

Marco Herrera, Decano de Economía de la Universidad Central por muchos años,  planteaba que “la Universidad debe participar activamente en la vida política, no alineándose a una bandera, partido o corriente, sino en el trabajo de orientar a través de su prestigio, de su fuerza moral, de su capacidad científica. La marcha del Estado y del pueblo ecuatoriano necesitan la guía intelectual universitaria en el camino de sus luchas reivindicatorias. En la orgía de pasiones desatadas por intereses conocidos de grupos oligárquicos y plutócratas, debe ser la voz serena y lata de la Universidad la que ha de levantarse a decir su verdad, guiar al pueblo hacia la conquista de un futuro mejor.”


Edwin Marchán, Rector de la UDLA y luego de la Universidad Santo Tomás, estaba convencido de que el país necesitaba prepararse para una época en la que sería determinante la competitividad de las empresas y la efectividad de los gobiernos. Por ello, junto con un grupo de educadores chilenos emprendió en su más grande tarea, la creación y funcionamiento de una de las primeras universidades privadas ecuatorianas sin aporte fiscal: la Universidad de las Américas. Bajo su dirección la UDLA sentó las bases de calidad académica y prestigio que tiene ahora y formó profesionales capaces de responder no solo a los nuevos retos mundiales en el campo empresarial, sino sobre todo seres humanos con profesión y valores morales.

José Moncada, quien llegó a ser Rector de la Universidad Central del Ecuador, decía: “la economía no es una simple técnica cuya principal preocupación es superar desequilibrios financieros y comerciales, aumentar las reservas monetarias, lograr la estabilidad. La economía es mucho más que eso. Es una ciencia cuya preocupación esencial debe consistir en contribuir a satisfacer las necesidades fundamentales del ser humano”. Sería tremendamente riesgoso, dice él, construir un país con indicadores estadísticos macroeconómicos positivos y estables, afirmados sobre una realidad lacerante y miserable para la mayoría de los ecuatorianos.

Germánico Salgado, quien aportó a la creación del Grupo Andino y codirigió los primeros y más exitosos seis años de ese proceso, dejó un mensaje muy claro: “O América Latina, sus ciudadanos e instituciones, se repiensan a sí mismas en un contexto integrado y sólido, o retornan a las situaciones en que esas grandes potencias e intereses transnacionales, hace más de un siglo, pusieron los cimientos de nuestro subdesarrollo; esta vez con otras dimensiones de tiempo y espacio, pero con más profundas y más graves consecuencias”.

Néstor Vega Moreno, quien fue Ministro del Tesoro y Director Técnico de la Junta de Planificación, preguntaba: Quién paga el desarrollo?  Y respondía: ….. es el pueblo, (porque) en el auge como en la recesión, los principales beneficiarios de la producción y la riqueza nacional son grupos que concentran inmenso volumen de riqueza…”  Él luchó siempre contra esa situación. Quizás por ello, cuando siendo Ministro habló de los “marginados”,  refiriéndose a quienes estaban en extrema pobreza, el Presidente de entonces le solicitó de forma elegante y cortés, la renuncia.

Aspiro a que las pocas frases aquí incorporadas despierten el interés de los lectores por investigar la vida y obras de todos estos ilustres economistas; pues, en sus vidas, libros y obras encontrarán fuentes inagotables de conocimiento sobre lo que fue la economía del mundo y del Ecuador e inspiraciones para luchar por un futuro mejor para el país y toda la población mundial, que cambie la perspectiva sombría actual por un horizonte de paz, justicia, libertad y desarrollo con equidad.

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