viernes, 26 de octubre de 2012

MENSAJE AL MILLÓN DE CANDIDATOS



Dentro de muy poco tiempo el Ecuador se verá totalmente inmerso en las elecciones presidenciales y de otra índole que, tal como van las cosas, serán una muestra de la “democracia del voto”, en la cual pesarán muchísimo las dádivas y flotarán en el aire las ideas de las derechas, las izquierdas y los populistas, deseosos de mantenerse en el poder o de llegar a él para hacer más de lo mismo o para engañar de otra manera.

La experiencia de muchas décadas demuestra que mucha gente, demasiada, quiere gobernar; pero, no para llevar al país y a su población hacia una mejor situación económica, social e internacional; sino, para conseguir posiciones personales que les permitan mandar, ojalá dictatorialmente, con familiares, amigos y oportunistas, para disfrutar de algunos años de importancia nacional, dinero y viajes al mundo entero.

Por el bien del país y su gente, eso no debería ser así. Y para que no lo sea, los presidenciables deberían presentar, a sus electores potenciales, sus planes para los cuatro años, no en la forma consabida de enunciados generales rimbombantes, como “darles una vida digna”, dirigidos a “los sacrificados ciudadanos humildes de la Patria, cuyos polvorientos caminos venimos recorriendo”, sino con proyectos específicos e importantes para los hombres y mujeres y sobre todo los niños y jóvenes, que merecen un futuro mucho mejor que el que tuvimos quienes pertenecemos a las generaciones anteriores.

Hace dos años presenté mi libro Ecuador: Proyección 2020. De su texto deseo extraer algunos temas, que ojalá lea alguno del millón y más de candidatos a ser salvadores de la Patria, con unas pocas ideas que espero sean útiles. 

Contrariamente a lo que hasta ahora está en boga, el país no debe seguir buscando ese “buen vivir” que dice que hay que vivir en comunidad, gastar lo menos posible, no afectar al medio ambiente y enfocarse internacionalmente en la integración latinoamericana; pues, desde el punto de vista económico y en el entorno internacional actual, eso no puede dar resultados positivos para el largo plazo.

Si el país persiste en esa idea, llegará en algún momento, más pronto que tarde, al tiempo del incario, en que el Inca, su mujer y sus hijos ocupaban la primera escala social; los líderes religiosos, los brujos y los jefes militares estaban en la segunda; y, el pueblo, si bien estaba cobijado en sus necesidades materiales mínimas, no tenía opción de expresar sentimiento alguno en contra de quienes ocupaban las escalas sociales superiores, pero tenía la obligación de adorar y defender a su máximo líder y trabajar de sol a sol, además de estar en constante inquietud sobre si lo incorporaban al ejército o lo enviaban a vivir en otras partes, para extender los dominios del Inca.
Mis planteamientos son los siguientes:

  1. En el horizonte hasta el año 2020, las principales preocupaciones del mundo y de todos los países van a ser: el cambio climático y sus efectos en la disponibilidad de agua dulce y en la capacidad de la tierra para producir alimentos; el crecimiento explosivo de la población mundial y su ya evidente envejecimiento en Europa occidental, el Japón, Rusia y otros países; la paulatina perdida de peso relativo de Estados Unidos y la Unión Europea en favor de la China y la India en la economía mundial; el avance vertiginoso de la ciencia y la tecnología en campos tan variados como el dominio del espacio, la medicina, la producción agropecuaria, las comunicaciones; el convencimiento cada vez mayor de la población pobre de todo el mundo respecto a que debe haber un profundo cambio en la distribución del ingreso; el aumento del poder de las empresas transnacionales en el mercado mundial y de los organismos internacionales en las decisiones planetarias.

  1. En ese mismo horizonte, las principales preocupaciones de América Latina van a ser: los efectos de la deforestación en el llamado “pulmón del mundo”, que es la Región Amazónica; el deshielo de las cimas de los nevados, que alimentan las cuencas fluviales, y con ello la pérdida de inmensas áreas cultivables; el gran peso relativo que tienen la agricultura tradicional, la minería y el petróleo en la economía latinoamericana; el crecimiento todavía rápido de la población regional y la incapacidad de generar empleos con la misma velocidad con que aumenta la población económicamente activa; la escasa atención de los estados a la salud, la educación y la seguridad social; la poca importancia relativa que tiene la Región en la industria y el comercio mundial de bienes y servicios (que además tiende a la baja y que en un muy alto porcentaje depende de la exportación primaria); la poca educación y la ausencia de investigación científica y tecnológica; la consecuente falta de competitividad de la producción; la falta de infraestructura física y de servicios que a los países, especialmente en Sudamérica, los conecten y les permitan avanzar en su integración económica y social, eventualmente política, al ritmo que exige la globalización.

  1. Con esos elementos como telón de fondo, que no es telón quieto y pasivo, sino dinámico y está agitado por los vientos de la globalización tecnológica y económica, al Ecuador le compete pensar en su futuro. 

Por lo general, los políticos ignoran esos elementos y solo cuando están ya en el poder se dan cuenta de la importancia decisiva de lo que pasa en el mundo y también en América Latina para el desarrollo del país, y su incidencia en la vida de todos, pero especialmente de los pobres.  Y es que si estudiaran el entorno internacional del país y su influencia, sabrían que el Ecuador apenas significa un poco más del uno por mil del comercio mundial, genera mucho menos que eso del Producto Interno Bruto mundial y en centenas de indicadores relativos al desarrollo humano y la capacidad de satisfacer necesidades básicas de la población, la productividad nacional, la competitividad empresarial, la capacidad de hacer negocios, la investigación científica y tecnológica, la ubicación del país entre 180 países está detrás de la 150; y si los países son 120, el Ecuador se halla entre los 20 últimos.  Como decía un editorialista de Guayaquil, solo en corrupción y delincuencia andamos por los primeros lugares.

  1. Las prioridades de acción del Ecuador deberían estar entonces en aprovechar las oportunidades y neutralizar los efectos de las amenazas que surgen de las actividades políticas, económicas y sociales de los países del entorno mundial y latinoamericano.  Y en las actuales circunstancias eso debería pasar por una reforma a fondo de la Constitución del 2008 que, sobre la base de la experiencia, mantenga vigentes algunos de sus postulados sociales, pero le haga aterrizar al país en otros aspectos que resultan indeseables en unos casos y en otros casos impracticables o inoportunos.

  1. El Ecuador debe retornar a darles a los valores de la persona humana el sitial que deben tener. La libertad, la dignidad, la responsabilidad, la honradez, la lealtad deben ser las guías de todo ciudadano. En consecuencia, hay que eliminar de las normas constitucionales todas aquellas que significan apoyar o por lo menos ignorar delitos o atenuar sus sanciones. La gran mayoría de la población es de gente honrada que necesita vivir en paz, transitar por todas partes y a cualquier hora sin preocupaciones por asaltos o asesinatos, trabajar para su familia y no para los delincuentes. Por tanto, hay que legislar que el robo es robo aunque sea de cantidades ínfimas y que la violación de las leyes debe castigarse en la medida necesaria para evitar que haya nuevos actos de violencia.  Mal mensaje es el que ahora se da a niños y adolescentes.

  1. El país debe exigir visa a todos los extranjeros que ingresan por los puertos y los aeropuertos internacionales, salvo que haya acuerdos de reciprocidad con otros países; y, vigilar constantemente las fronteras para evitar el ingreso ilegal. La experiencia dice que quienes se aprovechan de la libertad de ingreso no son los turistas, sino los miembros de grupos delincuenciales de varios continentes, que llegan a operar libremente desde territorio nacional.

  1. El país debe volver a tener las tres funciones tradicionales y que cada una respete el espacio de las otras. La Asamblea debe ser el reflejo de una sociedad pensante y libre, no aborregada, que nombre a los jefes de los organismos de control, fiscalice las acciones del Ejecutivo y sancione políticamente a quienes actúen sin probidad y honradez en el manejo de los dineros públicos. La Corte de Justicia debe ser la máxima representación de una justicia verdadera, que se pronuncie sobre la base de las evidencias y sin reparo en las órdenes directas o veladas de terceros con respecto a sus fallos.

  1. El Estado debe dar prioridad absoluta a la educación de calidad. Hay que construir centros de educación fiscal modernos para servicio pre – escolar, escolar, secundaria y superior; eliminar la mala práctica de tener en las escuelas rurales un solo profesor para varios grados; reducir el número de alumnos por aula a 30 - 40 en todos los establecimientos públicos y privados; reducir la deserción escolar, del actual 5% promedio (7% en octavo grado) a un 3%; enseñar mecanografía en la escuela, para que los niños adquieran habilidad para escribir rápida y correctamente en la computadora; multiplicar el uso de computadoras y del Internet; montar sistemas de televisión educativa con alcance nacional; fortalecer la carrera del Magisterio y capacitar constantemente a los maestros; dar a los padres de familia acceso por Internet a la información educativa de sus hijos; crear escuelas de excelencia para niños de inteligencia privilegiada. No politizar la educación.

  1. Para el país es fundamental cambiar la matriz productiva y el gobierno actual lo ha propuesto con énfasis. Pero, a menos que se piense que ese cambio lo va a hacer el Estado y en el largo plazo, no hay posibilidad alguna de hacerlo sin el concurso de las grandes empresas nacionales y del exterior. Para que ellas actúen no solo es necesario contratarlas “por servicios” como a las petroleras o eventualmente las mineras, sino darles capacidad de acción en todos los sectores de la producción, con las garantías suficientes para que el fruto de sus actividades y sobre todo de la capacidad gerencial de generar utilidades vaya en provecho de las propias empresas y, en lo que corresponda por las normas tributarias generales, de la sociedad.

  1. La política de atacar a los grandes empresarios o romper unilateralmente contratos, no debe ser práctica estatal. Las empresas existentes se van a buscar nuevos horizontes en otros países, las empresas que pudieran tener algún interés en ubicarse en el Ecuador desisten de su idea, los trabajadores actuales y potenciales se quedan sin empleo y aumenta la pobreza que se trata de eliminar. Se debe tener en cuenta que las grandes empresas son las responsables de generar más del 70% del PIB y que si el Gobierno se dedica con todo fervor solo a apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas, lo que hace es impulsar un cierto volumen de empleo de baja remuneración, para atender el mercado interno y con poca capacidad de adquirir y adaptar tecnologías modernas, sin la suficiente capacidad de exportación, que es una meta principal que le interesa al país conseguir.

  1. La política de comercio exterior debe ser diseñada de manera que se diversifique la oferta exportable, se multiplique los exportadores y se aproveche primero y de la mejor manera los mercados ya disponibles en el mundo y luego se busque otros mercados. Hay que impulsar mayores y mejores acercamientos con Estados Unidos, la Unión Europea, los países sudamericanos del Pacífico y Venezuela.

  1. El país no puede perder oportunidades de financiamiento externo conveniente de obras que a los primeros que benefician son a los pobres. Hay que encontrar nuevas e importantes posibilidades de exportación y de captación de inversión extranjera desde los principales mercados mundiales, para aumentar las oportunidades de empleo bien remunerado.

  1. Las alianzas políticas con regímenes dictatoriales son un error. No solo que se crea resquemores y recelos en los países amigos tradicionales y no se recibe beneficios políticos o en exportaciones y cooperación, sino que se provoca efectos negativos y una corriente de inmigrantes de esos países al Ecuador, que trabajan y reducen las oportunidades de empleo en un país con alto porcentaje propio de subempleados y desempleados.

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