Qué es un
TLC?.- Es
un tratado internacional, suscrito por dos o más países, con el propósito de
llevar adelante un proceso de integración comercial que tiene por objeto
derribar las barreras arancelarias y para arancelarias al flujo de las
mercaderías (bienes y servicios) entre los países miembros; y, avanzar en acuerdos
de armonización de leyes internas o de adopción de normas comunes en temas
complementarios con el comercio o que pueden volverse necesarios en función de
las expectativas de avance de las normas del tratado.
Qué se negocia en un TLC?.- De la experiencia
fallida de la negociación del TLC del Ecuador con los Estados Unidos, los 18
temas materia de negociación fueron: acceso a los mercados
agrícola e industrial; reglas de origen, defensa comercial, competencia, normas
técnicas, medidas sanitarias y fitosanitarias, procedimientos aduaneros; servicios
de telecomunicaciones, servicios financieros, comercio electrónico, compras públicas, tratamiento a las inversiones, propiedad intelectual, asuntos
laborales, medio ambiente, solución de diferencias, fortalecimiento de
capacidades internas, plazos de avance en el cumplimiento de los compromisos.
Los temas más complicados de negociar fueron: mercado agrícola, por el
impacto social de abrir el mercado interno a productos de altísima
productividad y por la eventual generación de dependencia externa en alimentos
básicos; propiedad intelectual, porque EUA es ofertante y los demás países son
compradores casi absolutos y por el riesgo de perder sin reconocimiento alguno
los conocimientos ancestrales ; compras públicas, por el alto valor que
representan en el presupuesto del Estado y la dependencia tecnológica que pueden
determinar.
Cuál es la
situación de los Estados Unidos respecto a suscribir los TLC? La posición es cómoda. Primero, su mercado interno es tan grande que
podría pasar sin efectuar comercio exterior, sobre todo con países como los
latinoamericanos (desde México hasta Argentina), que en conjunto solo
significan el 4% o menos del comercio mundial. Segundo, ya ha suscrito acuerdos
de libre comercio o de otro tipo con tantos países en el mundo, que más del 70%
de su comercio exterior se realiza bajo esas normas. Tercero, cuenta con un
texto marco de Tratado para negociar, que es muy difícil que lo modifique solo para
dar gusto a determinados países, salvo en aspectos específicos como es el caso
de las normas para comerciar productos tropicales o muy propios de ciertas
naciones. Cuarto, su capacidad de exportar bienes industriales y servicios y la
logística de que dispone lo ponen en ventaja frente a sus competidores, en el
mercado mundial, pero más aún en el mercado latinoamericano.
El TLC de Colombia.- Según manifestaba
el Presidente Uribe en su momento, el TLC es una gran oportunidad para
Colombia, por tres razones: consolidar las preferencias que Estados Unidos le
otorgaba a Colombia con base en las leyes de Preferencias Arancelarias (ATPA –
ATPDEA), ganar espacio en el mercado internacional en comparación con otros
países que son competidores de Colombia; y, utilizar una herramienta muy útil
para ganar competitividad y conquistar mercados antes de que la China e India
lo hagan. Necesariamente, en el balance, las ventajas pesan más que las
desventajas, pues sería absurda una aventura basada en lo opuesto.
Para
los opositores colombianos al TLC, este instrumento será, como en otros
países, un medio que utilizarán los Estados Unidos para lograr mayores ventajas
en el mercado colombiano, ya sea para productos agropecuarios y
agroindustriales que reciben subsidios de producción o de exportación
norteamericana, como trigo, cebada, leche, trozas de pollo, papas, y para
productos industriales y servicios que competirán con los productos colombianos
en situación de gran ventaja tecnológica, de logística y gerencial de estos.
Agudizarán el “imperialismo”. Lamentablemente, el balance será negativo, en
especial para el sector agropecuario, en desventaja frente a su similar de
Estados Unidos, y eso repercutirá en mayor pobreza y desempleo.
El TLC del Perú.- Para el Gobierno del Perú,
en esencia las razones de suscribir el TLC con Estados Unidos fueron las mismas
que para Colombia, con respecto a las preferencias arancelarias, el desarrollo
de competitividad y el aseguramiento de nuevos mercados y de una mayor presencia
en el mercado mundial.
Desde el lado académico
cuestionador de
la firma del Tratado, “el TLC entre Perú y Estados Unidos tiene como
objetivos tanto la consolidación y ampliación de los
beneficios temporales establecidos para
determinados productos con la ATPA y su posterior ratificación con la ATPDEA,
así como intensificar las políticas de ajuste estructural. Todo esto pone en
cuestionamiento las funciones mismas del Estado, en su papel de conductor de
acciones de coordinación y promoción de las fuerzas productivas nacionales,
acciones conducentes a superar las barreras existentes para alcanzar niveles de
productividad y competitividad necesarios para hacer frente a la alta
competencia que significa un TLC con una economía desarrollada como Estados
Unidos y lograr una reinserción activa a la economía global, generando un
crecimiento endógeno. La alternativa es dejarse llevar por las fuerzas de
atracción en un contexto de laissez faire que conduciría a una
reinserción pasiva, lo cual generaría
mayor polarización entre los miembros de la
sociedad peruana.” Francisca Bouby Tolentino: El TLC Perú - Estados Unidos: Reinserción Económica
Internacional o Subordinación Nacional?.
El Gobierno de Ecuador no
prevé impactos sobre su economía en el corto plazo
por la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio, TLC, entre Estados
Unidos y Colombia, aunque sí vislumbra amenazas hacia el futuro, por lo que
prepara estrategias para contenerlas. Así lo señaló a Efe el Viceministro
ecuatoriano de Comercio Exterior, Francisco Rivadeneira, el 17 de mayo de 2012.
Efectos de esos TLC para el Ecuador.- Una primera aproximación
preocupante es que para Estados Unidos el Ecuador se vuelva un país con menor
importancia política y económica relativa de lo que era anteriormente, no solo
en términos de sus propios intereses sino en el del resto de la comunidad
internacional, en vista de su obstinación en cerrarse al diálogo y la concertación
con sus socios y amigos tradicionales (incluyendo la Unión Europea) y acercarse
a países con los cuales tiene pocos o no tiene intereses reales comunes y que
además están muy lejos en términos de servicios de transporte, son más pobres
que él o producen lo mismo. Es un riesgo inminente el de que se produzca la
temida eliminación de las preferencias arancelarias, que no afectaría a unos
pocos exportadores, sino a miles de productores que abastecen de productos
agropecuarios al mercado norteamericano.
Independientemente
de si sigue o no vigente el ATPDEA para el Ecuador, es
innegable que habrá una pérdida del mercado de EUA para todo tipo de productos
nacionales. No es cuestión solo de precios,
sino de otras condiciones de competitividad. A Colombia y el Perú, con mejores
y más numerosos puertos y aeropuertos llegarán muchos más barcos y aviones, con mayores capacidades
de bodega disponibles, con más frecuencia y rutas multiplicadas y les darán
mejor servicio y bajo flete, generando condiciones para que esos países vendan
más, no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo.
Afectará
al Ecuador su falta de atractivos para la inversión extranjera directa (IED) procedente de
cualquier país. Todo inversionista del mundo (incluso los estatales de países
ahora políticamente cercanos) preferirá ubicarse en los países vecinos del
Ecuador, que hablan con orgullo y se promueven como dueños de mercados
potenciales de más de mil millones de habitantes (porque tienen acuerdos
comerciales con muchos países) y no en el Ecuador, cuyo mercado interno real es
muy modesto por población y por ingreso y cuyo mercado externo real y potencial,
según la política actual, no tiene miras
de crecer rápidamente y puede hasta reducirse en el mediano plazo, si hay
problemas con el petróleo.
Es
muy posible la pérdida del mercado de Colombia para productos industriales ecuatorianos, porque la preferencia arancelaria
que tiene el Ecuador en el mercado andino quedará neutralizada por la calidad,
los precios, la publicidad y el acceso al mercado de los productos
norteamericanos. Así, empresas que han luchado muchos años por conseguir
posición en Colombia y la han logrado, como las de autos, línea blanca y
textiles, por ejemplo, se verán afectadas y con ellas toda la cadena productiva
que les abastece. A ello se sumará el ingreso al Ecuador de productos
industriales de EUA vía contrabando o con sellos “Hecho en Colombia” falsos.
Difícilmente
habrá mercado del Perú para productos industriales nacionales, por las mismas
razones señaladas en el párrafo anterior. Con el agravante de que allá ni
siquiera existe todavía un mercado real importante para la industria nacional.
Colombia
teme que su agricultura se vea en serios aprietos por la firma del TLC. Los afectados
potenciales protestan en todas las formas posibles por el efecto que tendrá
sobre sus economías la importación de arroz, azúcar, cuartos traseros de pollo,
maíz, papas, trigo, algunos de los cuales exporta Estados Unidos con muy bajos
costos derivados de la producción a gran escala y subsidios cuantiosos. La
pregunta es: Acaso todos esos productos no podrán cruzar la frontera
ecuatoriana por los dos lados terrestres y por el mar como productos
colombianos o peruanos? Y como la respuesta es positiva, habrá el ingreso de
productos agropecuarios de EUA vía contrabando, en forma incontrolable y con
efecto negativo.
El
éxito eventual de Colombia y el Perú con sus TLC le asignará al Ecuador una menor
cobertura logística internacional. Para nadie es desconocido que los
servicios modernos van a donde hay demanda real y potencial grande y
consistente. Las estadísticas muestran
que hacia los puertos y aeropuertos de esos países, mucho mejores que los
ecuatorianos y en el caso de Colombia más cercanos a Estados Unidos y la UE, se
orientarán las conferencias de fletes y las líneas aéreas, mientras el Ecuador
seguirá pensando en ser la famosa puerta de acceso del Asia al Brasil, cuando
más corto y barato es vincular Asia y la Cuenca del Plata directamente.
Habrá
pérdida de competitividad en el mundo, especialmente en EUA. En efecto, para
los productos agropecuarios y agroindustriales que exporta el país, las
condiciones de venta de los vecinos serán mejores que las del Ecuador, incluso
a nivel privado. Por citar un ejemplo, un importador preferirá crear o
fortalecer nexos con socios de los países que han suscrito TLC antes que con los
que no los tienen; un transportador buscará nexos con los países que les
ofrecen muchas oportunidades en pasajeros y carga, antes que con los que les
dan pocas y están en riesgo.
La
inversión extranjera que llega a un país siempre o casi siempre lleva consigo
la tecnología de última data de su país de origen. Colombia y el Perú recibirán junto
con la cuantiosa IED que registrarán y de la cual ya hay datos ciertos de los
últimos años, tecnología de punta. En cambio, el Ecuador seguirá produciendo
con base en tecnologías obsoletas y se demorará en ponerse a la altura de los
nuevos inventos.
Lo
antes expuesto llevará al país a sufrir una reducción de peso político y
económico en la subregión, la región y el mundo, porque no se habrá subido, como
dicen algunos, al carro del progreso y de la globalización, y caminará cada vez
más solo por la vía del supuesto “desarrollo endógeno”, que cuando quiera
transformarse en desarrollo “exógeno”, lo verá más difícil y distante que
ahora.
En
suma, para el Ecuador habrá menor capacidad de negociación en todos los ámbitos
internacionales,
incluso en los de los países importantes que hablan mucho y radicalmente del
socialismo del siglo XXI, pero que no lo practican, porque tienen como sus
socios principales del comercio y el abastecimiento a quienes califican de imperialistas y enemigos de los pueblos.
Qué hacer?.- Primero, reconocer
que el Ecuador es un país que no puede depender únicamente del “desarrollo
endógeno” y que necesita del comercio exterior (en el amplio concepto de la
OMC: comercio de bienes, comercio de servicios y comercio de propiedad
intelectual) para acelerar su desarrollo
y que no puede ni debe ignorar la importancia y el peso político mundial de sus
principales socios.
Segundo, decidir un
giro sustancial en la política de relaciones económicas internacionales, que
reconozca la importancia tradicional, presente y futura de los diferentes
países del mundo en relación con el Ecuador; y, que haga diferencia entre las
relaciones internacionales políticas y las económicas, para que las primeras,
cargadas ahora de “ideología”, no afecten a las segundas.
Tercero, crear un
conjunto de mesas de trabajo especializadas del sector público y del sector
privado, presidido por el Presidente y verdaderamente representativo del
Gobierno, los empresarios, los trabajadores y la Academia, que discuta y
prepare las estrategias y los elementos básicos de futuras negociaciones
internacionales, para saber qué queremos y qué estamos dispuestos, como país, a
ganar o a ceder.
Cuarto, sentarse a
negociar los tratados prioritarios, bajo claras directrices de los responsables
de sus relaciones internacionales, sin pensar en la soberanía propia del siglo
XIX, sino en la imprescindible interdependencia del siglo XXI, y considerar que
en la época de la globalización, a los países lentos y pequeños les aventajan
las naciones rápidas y grandes, quitándoles oportunidades de crecer y desarrollarse.
Quinto, crear un
centro de formación de negociadores internacionales de mucha exigencia
profesional, al que tengan acceso no solo los candidatos a diplomáticos y los
Ph. D., sino los trabajadores, los empresarios, los transportistas, los funcionarios
del Gobierno de todas las áreas del conocimiento. Si hay una carencia grande en
el país es justamente la de gente capaz de negociar con todos los elementos de
referencia necesarios para desempeñarse óptimamente.
Sexto, con miras en
el largo plazo pero con acciones inmediatas, mejorar los programas
educacionales en todos los niveles y volver bilingües a las universidades, para
que los estudiantes dominen sus áreas de especialización y al menos un idioma
extranjero y sepan las características
del mundo en el que van a trabajar.
Séptimo,
desarrollar un programa masivo de investigación y desarrollo de proyectos para
la generación de oferta exportable, no solamente sobre la base de lo que
produce ahora el país, sino del estudio de los grandes mercados mundiales y de
las posibilidades de abastecerlos de ciertos productos que en su ámbito pueden
ser de demanda modesta, pero que al Ecuador le pueden significar retos de
producción.
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