domingo, 30 de agosto de 2020

 BOLETÍN 223: ECUADOR: CON LA MIRA EN LAS ELECCIONES Y PELIGRO DE FRAUDE ...

La democracia es un ideal reconocido mundialmente y uno de los valores básicos y principios de las Naciones Unidas. La democracia suministra un medio para la protección y el ejercicio efectivo de los derechos humanos. Esos valores se han incorporado en la Declaración Universal de Derechos Humanos y han sido elaborados aún más en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que consagra una multitud de derechos políticos y libertades civiles en los que se basan las democracias significativas. [1]_/

Dice la teoría que la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Y, en muchísimos países del mundo en los que se dice que hay democracia, la gente va a votar a favor de unos supuestos salvadores de la Patria que ofrecen el oro y el moro, en unos casos como el nuestro por obligación legal y en otros por voluntad personal, en el único acto supuestamente democrático en el que participa la ciudadanía, después del cual lo único que  puede hacer es cuidarse de la incapacidad de los gobernantes, el diluvio de tributos, la falsa publicidad oficial, las acciones demagógicas y la rampante corrupción.

Lamentablemente, el abanico de las supuestas “democracias” es muy rico y cubre 180 grados. Lo mismo se proclama democrático un país socialista o comunista con un solo partido aceptado oficialmente y gobernante que conculca las libertades a su gusto y castiga a los opositores, como uno liberal y capitalista en donde se dice que cada persona tiene todos los derechos que no afecten los derechos de las otras personas; u, otros, como el Ecuador, que en su Constitución dice que es un Estado de Derechos y no de Derecho, en el que se practica una democracia sui generis y rige el péndulo gubernamental por el cual lo que hizo el anterior gobierno no vale y hay que tomar otra ruta; no hay respeto por las instituciones del Estado, que han caído muy bajo por inoperantes; no hay partidos ideológicos, porque terminó con ellos el régimen anterior; no hay líderes nacionales de raigambre nacional y visión de estadistas; hay gobernantes y exgobernantes con grillete fácil de sacar; hay más de 250 movimientos politiqueros de ocasión; no existe una estrategia nacional de desarrollo; y, se sabe que ningún genio nos podrá  sacar totalmente de la crisis, por lo menos en los próximos 10 años.  

El Ecuador está próximo a sufrir otro periodo de elecciones presidenciales y con ellas a tener la vuelta o la aparición de una enorme cantidad de políticos, figurones, chimbadores, delincuentes y movimientos que tratarán de tener inmunidad temporal u ocupar la silla presidencial con distintos propósitos, unos buenos y otros pésimos. Tras elecciones primarias se conoce 19 precandidatos de todos los colores y olores, unos ya conocidos por sus varias postulaciones, otros que piensan iniciarse y de golpe y porrazo llegar a la Presidencia y los terceros, que saben que nunca llegarán, pero que aspiran a poner aunque sea un asambleísta que, en momentos cruciales, pueda “negociar” su voto con depósitos millonarios en países amigos de ellos, a cambio de posiciones estratégicas en ministerios, embajadas, consulados, empresas del Estado; o con adjudicaciones de compras públicas en las cuales no haya competidor que valga.

Unos candidatos se piensan estadistas y consideran que tienen los conocimientos y la experiencia necesarios para cumplir con el país, hacer una buena tarea desde el gobierno y dejar su nombre ubicado entre los pocos presidentes, contados con los dedos de una mano, que la historia nacional recoge como valiosos. Piensan en que tienen atrás buenos equipos de colaboradores, han sabido llevar bien sus grandes empresas por mucho tiempo, tienen contactos excelentes financieros y no financieros en el exterior, conocen gente del país en todas las provincias para los cargos de tercera o cuarta línea y creen que superar la crisis será difícil, pero ellos ya han pasado momentos complicados y los han superado. Además, algunos saben que tuvieron la oportunidad de llegar a la Presidencia y ganaron las elecciones con los votos, pero las perdieron a la hora de que se cuenten los sufragios o por oportunos apagones.

Otros consideran que es hora de demostrar que sus movimientos políticos (aquí ya no hay verdaderos partidos ideológicos) son fuertes y capaces de lograr, solos o en conjunto con otros grupos, los votos suficientes de la población para gobernar, hacer obras y dictar leyes que otorguen grandes beneficios económicos y sociales a las directivas y empresas respectivas, porque por lo general, el resto de los miembros de esos grupos se contentan, si es posible, con lograr cargos menores y sueldos bajos, pero que les dan alguna tranquilidad financiera. 

Los terceros piensan que la plata del Estado es para quienes gobiernan y sus familiares y que hay que probar suerte, para llegar a Carondelet con sus propios votos o los de otros, pero llegar, vía ministerios u otras instituciones, mediante acuerdos legales o por debajo de la mesa, para usufructuar de la posición en que se ubiquen y dejar una fortuna a los hijitos …

Algún indígena y otro que pasa por tal sueñan con llegar al poder. Se ven en el espejo y miran a Evo Morales. Creen que podrán lograr más de lo que pudo el boliviano. Piensan que este país es diferente al del sur, pero que lo más importante de su gobierno será superar 500 años de maltrato de los blancos y mestizos, buscando mejorar mucho las condiciones de vida de los de su raza y los afroamericanos, para lo cual un instrumento fundamental será una reforma agraria que piensa redimirá a los campesinos con solo repartir las tierras a los que las trabajan. Como saben que solos no podrán triunfar, buscarán alianzas con otros grupos que se mantienen permanentemente en plan de lucha social, ofreciendo el reparto de responsabilidades. Ofertas de sus campañas serán aplicar el sumak kawsay para que vivamos en comunidad;  cerrar los pozos petroleros y dejar el oro, la plata y el cobre bajo tierra; respetar a la Pachamama solo extrayendo lo muy necesario para una vida frugal; y, repartir todo lo necesario gratis a costa del Estado, cuyos recursos se cuidarán mucho de decir de dónde van a obtener, porque a los ricos se les puede confiscar, pero eso vale por una sola vez si es que se puede …

Hay también los que buscan venganza de sus antes incondicionales, hermanos se decían, que les han perseguido y sacado a flote varias de sus malas acciones cuidando de que no les afecten a ellos, porque “no fue en su tiempo” o desconocían pues “estaban absolutamente dedicados a cumplir con sus tareas y no sabían otras andanzas”.

Los que nunca hemos sido parte de partidos políticos o grupos politiqueros y por tanto no hemos ganado una elección de esta clase y no hubiéramos querido votar en ninguna, estamos seguros de que muchas de esas recientes “muy importantes” contiendas políticas fueron ganadas con fraude científico gestado desde las altas esferas estatales, para beneficiar a los candidatos del gobierno de turno, que se vanagloriaban de haber ganado muchas elecciones.

Aleccionados por sus amigos del exterior, actuaron de la forma siguiente, según se desprende de las acusaciones oficiales, los datos de prensa y lo que se podía ver:

Obtuvieron de grandes contratistas del Estado un aporte “voluntario” de millones de dólares que servían para financiar transporte, sánduches, colas y bonificación, para los miles de partidarios que asomaban en todas partes del país. Por supuesto, los candidatos veían que se gastaba a manos llenas, pero según algunos dicen, no se preocupaban por el origen de los fondos, porque confiaban ciegamente en el “compañero tesorero”, quien perdió la memoria en 2017.  

Para que no se huela el mal olor de los negociados se adoptó como norma aprobar las famosas leyes y los decretos que multiplicaban la frase “por esta sola vez” y se les quitó a las entidades de control y fiscalización los controles previo y posterior, o se puso en ellas de jefes a los partícipes de las ganancias o a parientes que sacrificaron sus principios en aras del “proyecto”.

A propósito, según la justicia ecuatoriana, ya salió de la cárcel un individuo que había recibido una fuerte coima de una empresa extranjera y, al parecer, por cada día que permaneció en la cárcel ganó más o menos mil dólares. Posiblemente, sobre todo ahora, habría mucha gente que querría que lo guarden un buen tiempo para salir en esas condiciones, a gozar de los dineros mal habidos, pero creyéndose en paz con la justicia y la sociedad …

Incrementaron en cientos de miles los beneficiarios de los bonos de ayuda social, insistiendo con la publicidad gubernamental en que no eran entregas de dinero del Estado, sino ayudas graciosas del presidente que solo quería que reconozcan su labor y preocupación por los pobres. Cada beneficiario y sus familiares eran votos seguros para el benefactor, porque de otra manera iban a perder el beneficio.

Aumentaron en cientos de miles los empleados del Estado, especialmente en las entidades donde los sueldos son mayores que en el promedio de la burocracia, para por esa vía también encontrar multitud de agradecidos. Por supuesto, no había nombramientos, sino contratos de trabajo temporales, para por un lado rotar beneficiarios y por otro cuidar que nadie se salga del rebaño. Los obligados a irse y los que llegaban pensaban que “de esta no hay otra” si no se respaldaba al amado y reconocido líder y se multiplicaron los diezmos y los chanchullos.

Dedicaron grandes cantidades de dinero oficial para los desplazamientos de muchos funcionarios a todo el país para elogiar las grandes obras construidas y el sacrificio de los líderes que trabajaban sin descanso por el bienestar popular y ofrecían cambiar la matriz energética y la productiva para que el país tome un nuevo y revolucionario rumbo.

Pusieron en la Asamblea Nacional a un ciento de alzamanos que no fiscalizaron nada durante una década y que vetaron todo proyecto de ley que pudiera ir en contra de los intereses de los detentadores del poder, pero aprobaron varias leyes orgánicas destinadas a cubrir las espaldas de los nuevos ricos y dieron base para que los megaproyectos estatales sean fuentes de dinero fácil para contratistas monopolistas, ministros y “el movimiento”.

Nombraron en la llamada Función Electoral solamente a gente del movimiento gobernante, de manera que se cuente los votos según las matemáticas oficiales “uno significa dos para mí y ninguno para el contrario”. Los votos reales fueron a parar en un pozo …

Finalmente, copiaron el éxito de socios listos de otros países que también ganaban sucesivas elecciones por aclamación y dejaron que la energía eléctrica desaparezca en el momento de los mal llamados conteos electorales, con lo cual se cambiaron los resultados, los perdedores salieron triunfantes y por supuesto “nadie nos puede ganar”.

Lo peor del caso es el resultado moral y efectivo. Los supuestos ganadores y por tanto gobernantes fueron parte de los que planificaron las acciones ilegales y están conscientes de que se preparó y ejecutó un fraude y de que se ganó con él o aprovechando las posibilidades que da el Estado para mover el fiel de la balanza a favor; sin embargo, con prepotencia declararon que su triunfo había sido el resultado de la voluntad popular, agradecieron la obra del mesías anterior, declararon su orgullo por haber sido parte de esa década histórica y ofrecieron continuar la obra de la querida revolución. En suma, se gobernó sobre una amplia base de corrupción, en la cual participaron los directivos del movimiento y poco a poco los individuos que miraron el desparpajo con el que sus jefes robaban y buscaron, ellos también, una parte del pastel.

El Consejo Nacional Electoral no da confianza a la ciudadanía. Su porcentaje de aceptación es bajísimo y es aún menor el de la presidenta de esa entidad. Los movimientos y los candidatos no comprometidos con la debacle nacional deben estar atentos para evitar que se repitan muchas de las artimañas reseñadas y vuelvan a dirigir el país individuos cuyos objetivos y los de su grupo distan mucho de los que debe tener esta nación para desarrollarse.

Las cualidades que debe tener el próximo presidente por lo menos son:

Un estado físico a toda prueba. Va a estar constantemente en riesgo de contagio del COVID 19 por sus movilizaciones por el país, pues aunque haya la vacuna, no se sabrá si no en algún tiempo si sus efectos son 100% efectivos y no tiene efectos secundarios.

Un concepto y una práctica de los valores más importantes, entre ellos la honestidad plena y comprobable en cualquier momento, y la humildad necesaria para saber que no es un mesías de proyección mundial, sino el mandatario temporal de un país que quiere bienestar. 

Los más amplios conocimientos, la experiencia necesaria y la capacidad para liderar a la gran mayoría de los ciudadanos del país en el esfuerzo por superar la terrible crisis actual y en los próximos cuatro años por lo menos recuperar la situación del país de antes de la pandemia, que era mala, pero que es mejor que la actual.

La capacidad de convocar a los especialistas más connotados del país en cada una de las actividades de mayor prioridad nacional, para formar un gabinete de lujo, durable y efectivo en el quehacer de todos los días, que no necesite supervisión para cumplir su cometido y que tenga total respeto por la opinión ajena, de manera que considere a sus críticos como asesores gratuitos y no como detractores.

La disposición a combatir la corrupción anterior y la eventual de su gobierno con todas las fuerzas necesarias, de manera que se aceleren los procesos, se castigue duramente a los corruptos, se recupere lo robado y se enseñe con el ejemplo la honradez a toda prueba.

Un vicepresidente hombre o mujer, con las mismas cualidades del presidente, patriota, desinteresado, comprometido de corazón a apoyarlo, fiel, capaz de remplazarlo si fuese necesario y eventualmente en condiciones de ejercer la presidencia con solvencia.

Finalmente, necesita tener la amplia visión indispensable para llevar adelante la construcción del Ecuador del futuro, desbrozando el camino de los próximos gobiernos, generando inversiones, producción y empleo, y fijando objetivos nacionales hacia el año 2040.

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