sábado, 26 de octubre de 2019

BOLETÍN 203: EL PARO Y SUS CONSECUENCIAS ESPECIALMENTE ECONÓMICAS


El Estado liberal es una creación humana dedicada a buscar la vida organizada de una sociedad, en la que los más favorecidos por la fortuna, generalmente una minoría, aportan recursos financieros vía tributos, para que la mayoría, constituida por muy pobres, pobres y clase media baja, vivan mejor de lo que lo podrían hacer con sus propios ingresos. Pero, mientras en unos países el Estado regala dinero directamente o con subsidios de por vida y como derechos; en otros países se acostumbra a los pobres a vivir en democracia y en Derecho, se les da salud y educación gratuitas y de calidad, se les genera oportunidades de emprendimiento y empleo digno; y, se crea infraestructura y servicios de bajo costo y la más amplia cobertura posible.  

El Ecuador debería ser un Estado de Derecho y no de derechos como dice la Constitución vigente, porque en su texto actual esa Norma da lugar a que muchos ciudadanos y sus agrupaciones reclamen infinidad de reales o supuestos derechos de por vida y se olviden de que tienen obligaciones, entre las cuales la principal debe ser el respeto a los demás, por encima de otras consideraciones. Si hay ese respeto, al pensamiento diferente, la libertad, la democracia, las leyes, la autoridad, las fuerzas armadas, la policía, la propiedad privada, el libre tránsito, la convivencia va a ser satisfactoria y el país saldrá adelante por acción de todos.

Lamentablemente, en los últimos días, los interesados en volver al poder se aprovecharon del reclamo indígena para convulsionar al país en tal forma que, en lo que llevo de una larga vida, no había sucedido. Quito fue, por desgracia, una ciudad sitiada y su centro histórico sufrió cruel devastación, que hasta pone a pensar en la viabilidad y seguridad del Metro.   

PÉRDIDA DE AUTORIDAD. La consecuencia más importante que derivó del paro mal llamado “pacífico”, al que los miles de participantes acudían con palos y lanzas para “defenderse”, es la comprobación por la ciudadanía de que quienes recibieron el poder en 2017 perdieron su autoridad en los días y momentos más importantes, en beneficio de un grupo agresivo, y de que la mayoría de la población, de ahora en adelante, estará a merced de los manifestantes a quienes no les guste una decisión estatal, porque la Policía y hasta el Ejército son desbordados en los enfrentamientos masivos en los que la autoridad nacional teme afectar los “derechos humanos” de los violentos “infiltrados” que destruyen lo que encuentran a su paso y se resigna a buscar acuerdos que le permitan sobrevivir políticamente, ignorando los derechos humanos de la fuerza pública, formada por gente del pueblo sujeta a un orden constitucional jerárquico.   

PÉRDIDA DE SEGURIDAD. De hoy en adelante la sociedad sabe que no hay seguridad para nadie frente a acontecimientos como el de los días pasados, que Dios quiera nunca se repitan.  Vio con susto y en algunos casos con terror, por la cercanía a los lugares de los hechos, que la Policía y las Fuerzas Armadas eran rebasadas, ante la imposibilidad de usar sus armas ante miles de manifestantes que atacaban por todo lado y cerraban el paso a los apoyos y hasta a las ambulancias y motobombas. 

No hubo “inteligencia” que advierta a los gobernantes sobre lo que iba a ocurrir, un paro de grandes dimensiones, pacífico o no, pero multitudinario y nacional; y, tampoco se consideró que las fuertes medidas a tomar necesitaban una campaña previa de explicación a la ciudadanía sobre su alcance, el cese del enriquecimiento indebido para los contrabandistas y otros, y el beneficio para el Estado y la gente pobre. Se habló de la subida de los precios de los combustibles, pero no se explicó a tiempo y bien las medidas compensatorias.

PÉRDIDA ECONÓMICA NACIONAL. La tercera consecuencia es la enorme pérdida económica nacional derivada de los días en los que el país estuvo paralizado casi totalmente. Si el Producto Interno Bruto del Ecuador del año 2019 vale lo calculado en alrededor de 108 mil millones de dólares corrientes, cada día debió generar 296 millones en promedio y los 12 días 3.551 millones. Como la paralización no fue total y asumiendo que solo se redujo la mitad de la actividad económica, el daño hecho suma poco más de 1.700 millones de dólares. 

A eso hay que sumarle todo lo que se necesita para reconstruir y reparar la infraestructura física pública y privada; por ejemplo, el edificio de la Contraloría difícilmente se mantendrá en pie, porque en muchas partes el hierro de las columnas se habrá “amelcochado” y perdido su fuerza y resistencia; algunos campos petroleros requerirán tiempo para volver a la normalidad; en algunos edificios habrá que  hacer costosos arreglos, como en el de la Asamblea Nacional, y en otros de diferentes ciudades, que fueron quemados o afectados en puertas y ventanas, plantaciones, sistemas electrónicos y otros aspectos. Además, las maquinarias y los equipos destrozados, los negocios no realizados, las exportaciones canceladas, otros efectos.

El diario EL COMERCIO de Quito, del 15 de octubre de 2019, menciona entre otras pérdidas sectoriales: comercio, 733 millones de dólares; petróleo, 130 millones; actividades profesionales, 83 millones; transporte, 78 millones; industrias, 54 millones; flores, 40 millones, lácteos, 40 millones, con lo que este parcial suma 1.158 millones de dólares.

Expertos del Colegio de Economistas de Pichincha estiman que la pérdida global es superior a 2.400 millones de dólares, casi el doble de lo que el gobierno pensaba recaudar este año con la medida del alza del precio del diésel y la gasolina extra. 

Pero, la pérdida no solo es la registrada de esos días. Sobre todo, es la pérdida incalculable que se producirá de aquí en adelante, por la inestabilidad política, la inseguridad jurídica y la lentitud de crecimiento económico que habrá, ya anunciada por futurólogos nacionales y extranjeros sin el paro, y ahora probablemente más difíciles de cambiar.

Lo primero, porque hasta las elecciones del 2021 quedó fuertemente afectado el gobierno actual. La imprevisión y luego la marcha atrás en el Decreto 883 deja un mensaje negativo, porque implica que, sobre el marco constitucional y la eventual decisión democrática de la mayoría de la población, está la fuerza sin control movida por intereses de cualquier clase.

Lo segundo, porque las leyes futuras y eventualmente la permanencia de algunas de las vigentes pueden ser materia de revisión, por imposición de ciertos grupos, sin tener en cuenta los efectos positivos nacionales de las medidas, pero atendiendo intereses de grupos determinados.

El crecimiento económico que ya venía siendo lento lo será aún más. Simplemente, en el Estado no habrá inversiones importantes por falta de dinero y en varios sectores los inversionistas privados potenciales preferirán llevar su capital a otras partes, de mercados más grandes, más seguros, de mejor futuro, con políticas de Estado, leyes duraderas, más oportunidades.

PÉRDIDA DE RECURSOS FISCALES. El gobierno había dicho que su intención era obtener este año un ahorro de 1.300 millones de dólares con el ya histórico Decreto 883. No solo que no se logró esa meta, sino que se perdió mucho más.

Los subsidios de todo tipo se mantendrán vigentes y hasta se incrementarán, porque gobierno y ciertos grupos piensan que no es solo un beneficio temporal, sino un derecho de por vida antes no reconocido. 

En los próximos años, quien sea presidente del Ecuador pensará dos veces para quitar un subsidio o poner un impuesto importante y la caja fiscal solo podrá pagar sus compromisos con deuda o, lo que nadie desea, volviendo a la emisión monetaria.

Alguna gente dice que no quiere que se explote el petróleo ni las minas y que tampoco se deforeste el país. Esas son metas muy importantes y plausibles, pero la pregunta es: Y si se hace eso, ¿con qué dinero se pagará todo lo gratuito y subvencionado que hay ahora y se exige para muchos millones de personas, la administración pública, el mantenimiento (que no construcción), de infraestructura y la enorme deuda pública que existe a la fecha?

Escuché a un dirigente decir que en remplazo vendrían empresas transnacionales a otros sectores. No es fácil, aún si el Ecuador tuviera las condiciones favorables necesarias, en pocos años y menos inmediatamente, convencer a grandes inversionistas para que vengan a un mercado pequeño y convulsionado, y ejecuten proyectos que den los beneficios monetarios que generan las actividades extractivas, porque en muchos indicadores internacionales estamos a la cola de varias decenas de países y ahora crecerá mucho el riesgo país.

DIVERGENCIA COSTA SIERRA. Otro problema que se podrá observar en los próximos años será la divergencia que se producirá en cuanto a la velocidad de su crecimiento económico entre la Costa y la Sierra, pues muchas de las empresas existentes en la Sierra que puedan trasladarse y las nuevas empresas que se formen, tendrán como prioridad ubicarse en el perímetro de Guayaquil.

Las provincias centrales de la Sierra dependerán más del Estado para su desarrollo y se concentrarán en ellas subsidios y otros mecanismos. Con esta perspectiva, lo que conviene prioritariamente es profundizar los esfuerzos de educación y mejoramiento de la producción y la productividad agropecuaria de la región, para que esas acciones incrementen el empleo, eleven el ingreso de los pobladores y los saquen de la extrema pobreza y de la pobreza en que viven, con mayor competitividad. 

PÉRDIDA DE ATRACCIÓN TURÍSTICA. Las fotos y los videos de lo que sucedió en Quito y en el país se multiplicaron en los medios de comunicación del exterior y en las redes sociales de todo el mundo; y, por tanto, fueron conocidas por cientos de millones de personas, muchas de ellas interesadas en venir a Sudamérica y al Ecuador. Siempre habrá muchos turistas que desistan de llegar a este país y no solo eso, sino que serán difusores de la mala información con respecto a lo que sucedió.

Durante el paro ya se produjeron para las empresas turísticas pérdidas de cientos de millones de dólares, especialmente porque sucedió en días en los cuales las personas se desplazan a Guayaquil por las fiestas de octubre o porque la gente aprovecha el feriado para viajar.

Las pérdidas futuras previsibles surgen de las advertencias de varios gobiernos a sus ciudadanos, en el sentido de que es mejor que no vengan al Ecuador, con una fuerte pérdida de divisas para la balanza de pagos.

PÉRDIDA DE CONFIANZA INTERNACIONAL. Una pérdida notable es la de la confianza internacional de gobiernos, empresas e inversionistas en el Ecuador, no para los próximos meses, sino por varios años.

Los gobiernos, para llevar a feliz término negociaciones que estaban en camino, lo primero será esperar al 2021 para saber hacia dónde se inclina la balanza de la política nacional, tomando en cuenta que algunos de los potenciales candidatos redujeron sensiblemente sus posibilidades, al hacer desafortunadas declaraciones durante el paro, criticando medidas que cuando fueron gobierno las tomaron porque eran necesarias, pero mucho menos urgentes que ahora; y, en otros casos, sabiendo que, si llegan al poder, no tendrán más remedio que ir por la misma senda o endeudar más al país. Por otra parte, para más allá del 2021, seguirán considerando que el Ecuador es un país muy difícil de gobernar y con péndulo político tradicional, en el que el nuevo gobierno borra o deja insubsistente lo hecho por el anterior.

Los empresarios privados extranjeros continuarán aplicando su receta vigente. No valió el Código Orgánico de la Producción, el Comercio y las Inversiones de 2010 para atraer inversiones; no valió la ley que lo modificó varios años después y seguramente la Ley de Fomento Productivo vigente desde 2018 y la reforma en camino tampoco serán operativas.
A las razones que ya he mencionado en varios boletines anteriores, de inestabilidad política, inseguridad jurídica, alto costo e inflexibilidad de la contratación laboral, falta de productividad nacional (efectividad del Estado y competitividad de las empresas privadas) se une ahora el problema de la absoluta indefensión ciudadana y empresarial a la hora de los paros originalmente pacíficos, que se vuelven violentos por causa de “infiltrados”.

REFLEXIÓN FINAL MUY IMPORTANTE: Con esta oportunidad vale la pena reproducir las frases de un líder religioso estadounidense, William Boetcker (1873 – 1962), quien dijo:
  1. Usted no puede crear prosperidad desalentando el ahorro.
  2. Usted no puede fortalecer al débil debilitando al fuerte.
  3. Usted no puede ayudar a los pequeños aplastando a los grandes.
  4. Usted no puede ayudar al pobre destruyendo al rico.
  5. Usted no puede elevar al asalariado presionando a quien paga el salario.
  6. Usted no puede resolver sus problemas mientras gaste más de lo que gana.
  7. Usted no puede promover la fraternidad de la humanidad admitiendo e incitando el odio de clases.
  8. Usted no puede garantizar una adecuada seguridad con dinero prestado.
  9. Usted no puede formar el carácter y el valor de un hombre quitándole su independencia, libertad e iniciativa.
  10. Usted no puede ayudar a los hombres permanentemente realizando por ellos lo que éstos pueden y deben hacer por sí mismos. [1]_/
Concluyo: EL ECUADOR NO PUEDE DESARROLLARSE SIN RESPETO DE LOS UNOS A LOS OTROS


[1] _/ Estas frases se le atribuyen generalmente al presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln.

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