Hace muy
pocos días, la economista María Herrera Heredia, distinguida profesora desde
hace varios años de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) y la primera
mujer que ejerció la Presidencia del Colegio de Economistas de Pichincha (lo
que hizo con éxito pese a las dificultades creadas por el gobierno de Correa), presentó
su libro: “RIESGO PAÍS E INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA”, con la acertada
innovación de que está escrito en castellano y traducido al inglés, de manera
que pueda ser leído tanto por los latinoamericanos como por los “gringos” de
cualquier parte del mundo.
María
Herrera es profesora invitada de la Universidad Carlos III de Madrid y de la
Universidad de Puerto Rico, hace sesudos comentarios en la página editorial del
diario EL COMERCIO de Quito, ha sido consultora de organismos internacionales,
es miembro de la Comisión Ecuatoriana de Justicia y Paz y ha escrito otros
libros, de manera que esta obra tiene el respaldo de sus conocimientos y amplia
experiencia.
La PUCE ha
tenido el acierto de patrocinar la primera edición del libro que, sin duda
alguna, será fuente de información para los maestros y los alumnos de las
diferentes carreras universitarias que se refieren a las relaciones económicas
internacionales, pero también para los empresarios de dentro y fuera del país.
Es
importante que el gobierno tome en cuenta las recomendaciones que se hacen en
el texto, para que el estudio que hace la autora sea de utilidad en los
actuales momentos en los que el Ecuador necesita con urgencia atraer inversión
extranjera directa; primero, porque su capacidad de ahorro interno es muy pequeña;
segundo, porque son enormes problemas el desempleo y la subocupación, que se
debe atenuar urgentemente; tercero, porque la inversión extranjera directa
siempre viene acompañada de nuevas tecnologías; cuarto, porque la producción
que se logre puede tener destino en el mercado internacional y el país requiere
divisas propias y no solo las de la creciente deuda externa.
El libro
tiene cinco partes.
La primera parte
se refiere al riesgo país, su importancia y evolución. Explica el concepto,
trata sobre las calificadoras de crédito y la calificación que hacen; el índice
EMBI (Índice de los Bonos de los Mercados Emergentes), la permuta financiera de
crédito, la evolución del riesgo país en el Ecuador.
La segunda
parte trata sobre la inversión extranjera directa (IED) sus aportes y
resultados, refiriéndose de manera especial a los aspectos globales, las
variables de la inversión, el rendimiento esperado, el riesgo aceptado, el
horizonte temporal. También alude a el alcance y las teorías sobre la IED.
Entre las teorías hace referencia a la teoría del comercio internacional, el
enfoque industrial, el modelo del ciclo de vida y el paradigma ecléctico de
Dunning o modelo OLI. Trata sobre los elementos fundamentales del desarrollo de
la IED, los índices de evaluación de la IED y la inversión que se ha efectuado
en América Latina. Además, analiza la evolución de la IED en el Ecuador.
Considera los aspectos globales, la participación de la IED en el Ecuador, el
origen de esa inversión, los sectores de destino, las estrategias de atracción
de la IED y las perspectivas para los años 2018 – 2020.
La tercera
parte estudia la inversión nacional, revisa el tamaño de las empresas, el tipo
de compañía, el nivel de ventas, las utilidades, el empleo, la productividad y
la competitividad.
La cuarta
parte analiza el riesgo país y su relación con la IED en España, Colombia,
Ecuador y Perú en el periodo 2000-2017. Considera los parámetros, el desempeño
macroeconómico y en relación con la IED, el resultado del modelo logarítmico de
análisis correlacional.
Finalmente,
la parte quinta contiene las conclusiones y recomendaciones; un glosario de
términos y acrónimos y las referencias bibliográficas.
David Camino
Blanco, director del Instituto Universitario de Derecho y Economía de la
Universidad Carlos III de Madrid, en el Prólogo del libro dice lo siguiente
sobre la obra:
“El documento, que culmina algunos
de los trabajos realizados en el curso de los últimos años por su autora,
profesora de Macroeconomía de la PUCE e investigadora Visitante de la
Universidad Carlos III de Madrid, entre otras instituciones académicas, pone,
por tanto, a disposición de los lectores un instrumento muy valioso de análisis
desde el mundo universitario, dirigido también al campo político y empresarial,
que, sin duda, ayudará a difundir el concepto del riesgo país y el análisis de
la Inversión Extranjera Directa (IED) en Ecuador, desde una perspectiva
académica, por lo que considero que representa una excelente herramienta de
información para todos aquellos lectores interesados y, para su autora, una
gran oportunidad de avanzar y renovar su investigación en este campo. ¡Que lo
disfruten!”
Polibio
Córdova Calderón, presidente ejecutivo de CEDATOS y reconocido profesional de
la investigación económica, en un comentario que se incluye en el libro,
señala:
“El texto que se presenta y cuya
lectura recomiendo, tanto por la importancia del tema cuanto por el futuro del
país, particularmente ahora que la economía y las finanzas atraviesan una
crisis profunda, heredada de la última década, con la economía paralizada, una
deuda sobredimensionada y sobre todo el hecho de que el actual gobierno no
posee aún una política clara de desarrollo nacional para el corto, mediano y
largo plazo, transcurridos dieciocho meses de su posesión y con problemas
políticos serios, permite al lector sumirse en el mundo de un tema complejo
pero definitorio en el desarrollo de las naciones.”
Por mi
parte, formulo los siguientes comentarios:
En la mayoría
de los países, una gran parte del ingreso neto de las personas se destina al
consumo y otra pequeña parte al ahorro. La inversión es el uso productivo del ahorro, transformado
en el aporte que esas personas, naturales o jurídicas, efectúan para la
formación o expansión de una empresa, que puede ser de propiedad individual o
conjunta de varias personas; nacional, extranjera, mixta o neutra por el
capital; pública o privada; financiera o de riesgo.
Las alternativas más
comunes de inversión son: acciones, bienes raíces,
deuda externa de países, fideicomisos y titularizaciones, fondos de inversión o
pensión, fondos índices de las bolsas de valores, futuros y opciones, metales
preciosos, monedas fuertes, obligaciones empresariales, préstamos directos,
entre otras. *_/ CIFRA, consultores.
Las inversiones de riesgo son las que se
efectúan para ejecutar proyectos de carácter productivo y que pueden generar
ganancias o pérdidas. Su rentabilidad está sujeta al éxito del negocio. El
inversionista asume el riesgo.
La
IED es el capital de riesgo invertido por personas naturales o jurídicas del
exterior en empresas de un determinado país. Esta inversión no solo tiene importancia por sus
montos, sino porque aporta tecnología de última data en cada uno de los
sectores de la producción de bienes y servicios y porque genera en las empresas
nacionales similares una competencia que resulta beneficiosa para los
consumidores. Las
políticas y actitudes respecto a la IED en los países subdesarrollados son muy
diversas según las ideologías de los gobernantes de turno. En unos casos esas
políticas son liberales y poco exigentes, en otros casos son muy exigentes y
hasta prohibitivas para la operación de los inversionistas extranjeros.
Inversión extranjera de portafolio es
la
inversión en acciones, bonos obligatoriamente convertibles en acciones y otros
valores inscritos en el registro nacional de valores. Es de carácter
especulativo.
Inversión
neutra, en el marco de la
Comunidad Andina de Naciones (CAN), es la inversión realizada por ciertas
entidades financieras internacionales, en uno de los Países Miembros, para
desarrollar proyectos en forma autónoma o con participación de capitales
nacionales.
La IED en el Ecuador ha sido siempre modesta
por varias razones: una, el mercado interno es muy pequeño por el número de
habitantes (17 millones) y por el
ingreso per cápita ((4.229 dólares constantes del año 2007 en el 2017): dos, el
ingreso nacional está muy mal distribuido, de manera que el porcentaje de
consumidores con alto ingreso personal es reducido; tres, el desarrollo
económico nacional se hace sobre una base de producción petrolera y
agropecuaria; cuatro, la industria no es muy importante en la generación del
Producto Interno Bruto (PIB) y sin embargo, ella es la que demanda en otros
países mucha inversión; cinco, sobre todo en la década 2007 – 2017, que es
cuando más pudo haberse desarrollado el país y demandado IED, la Constitución
hasta ahora vigente y el presidente Correa ahuyentaron a la IED que existía en
varios campos y crearon una inseguridad jurídica que no será fácil eliminar
mientras rija tal Constitución, por más leyes de excepción e incentivos que se
aprueben.
Contrasta el registro de captación de
IED del Ecuador con el de sus vecinos Colombia y Perú, que en varios años supera
los 6 mil y hasta los 10 mil millones de dólares, con todas las repercusiones favorables
que ello trae para la economía de esos países. Colombia en 2018 recibió, según informó el Banco
de la República el 14 de enero de 2019, USD 8.679,2 millones, mientras en 2017
la cifra fue de USD 10.109 millones. El Perú, según el jefe de Estudios
Económicos de Citibank
para la región Andina, recibió 6.800 millones de dólares en 2017 y llegará a 8.000
millones de dólares en 2018. Mientras tanto, según el Banco Central del
Ecuador, la IED que llegó al país sumó 618,4 millones en el año 2017 y estaría
entre 800 y 900 millones de dólares en el 2018, considerando lo recibido en los
tres primeros trimestres.
El riesgo país del Ecuador se ha
mantenido siempre alto. Dice en su libro la economista Herrera: “El caso del Ecuador es preocupante, pues su
EMBI mantiene un promedio de alrededor de 900 puntos para los últimos 10 años y
de 610 en los 10 primeros meses de 2018, mientras Colombia y Perú registran un
EMBI promedio de aproximadamente 200 y 180 puntos, en el mismo orden, para la
última década”
Entre 2015 y 2016 el EMBI del Ecuador superó
los 1.500 puntos; bajó hasta 442 puntos en enero de 2018 y después de
mantenerse alrededor de los 670 puntos entre abril y mayo, llegó a 731 puntos
al 17 de junio de ese año, su valor más alto desde noviembre de 2016. En parte,
la razón para que eso suceda se debe al nivel muy alto de endeudamiento externo
del país; por otra parte, al comportamiento del precio del petróleo y,
ratificando lo dicho, a la inseguridad jurídica hasta ahora vigente, generada
por Correa. Al 1 de marzo de 2019 el riesgo país estaba en 594 puntos, 232
menos que en diciembre de 2018, debido a los acuerdos logrados con el FMI y
otras entidades financieras internacionales.
Naturalmente, el riesgo país y la IED
tienen íntima relación, pues ningún inversionista extranjero que piense en el
mediano y largo plazo va a llegar con su capital a un país en el que el riesgo
país es alto, lo que demuestra que el Estado tiene problemas para cumplir
disciplinadamente con el pago de sus obligaciones externas y que cualquier
momento puede tomar medidas que afecten al sector privado, ya sea por más
impuestos o por otras medidas destinadas a ganar o ahorrar divisas.
Para finalizar este documento, conviene
reproducir las recomendaciones que hace la economista María Herrera en su
libro, pues ellas son fruto de su profunda reflexión sobre los temas analizados
y conviene que los lectores las valoren en su justa medida:
“Al
ser la IED una fuente de capital relativamente onerosa es preciso dirigir esos
flujos a proyectos productivos, que permitan la formación bruta de capital fijo
y modernicen la estructura productiva de los receptores, concepto que conforme
la nueva división internacional del trabajo caracteriza a los procesos de
desarrollo y cuyos beneficios se concretan en factores como productividad,
competitividad, empleo, etc.
La
diversificación en el destino de los recursos es otro factor que deberían
considerar los países receptores, ampliar el direccionamiento de los capitales
hacia sectores como las telecomunicaciones, la industria automotriz, energías
renovables, sectores líderes de la economía moderna y global, como mecanismo
para determinar el aprovechamiento de fortalezas y agrandar las perspectivas
nacionales.
Es
preciso establecer un balance de la IED, medido por la rentabilidad en la
economía receptora con base en la adopción de prácticas y tendencias
productivas, comerciales generadas por los grandes actores de la economía del
siglo XXI, como Estados Unidos, China, Europa, y sobre esa base centrar la
atención en el fortalecimiento de las capacidades locales y dinámicas de
inversiones locales que consoliden el desarrollo interno.
El
objetivo nacional no deberá centrarse en atraer mayores montos de IED, sino en
su calidad; inversiones que contribuyan a implantar un desarrollo sostenible
del país receptor y de la región, tecnología que ayude a mejorar la estructura
productiva, con transformaciones importantes en su matriz productiva superando
el segmento de las actividades primario – extractivas de manera de alcanzar
productividad, la competitividad internacional en un marco de conservación y
protección ambiental y uso de energías renovables.
El
fin deberá ser alcanzar el bienestar social, ampliar y mejorar los servicios
básicos, educación de calidad, cobertura y eficiencia en los servicios de
salud, reducción de la pobreza y la inequidad, aminorar las brechas económicas,
laborales, sociales, para lo cual es importante que las políticas de atracción
de IED se integren a los planes de desarrollo, se focalice la IED en sectores
con capacidad de promover un cambio estructural y de desarrollo sostenible y
sustentable.”
Los amables lectores harán sus propios
juicios de valor sobre las recomendaciones.
Al autor de este Boletín le queda
solamente felicitar a la amiga y colega María Herrera por su esfuerzo de
analizar los temas tratados en el libro, interrelacionarlos y obtener
conclusiones y recomendaciones importantes. Aspiro a que su libro tenga gran
acogida en el país y en el exterior y que las ediciones sean varias.
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