BOLETÍN 156 ECUADOR: LAS EMPRESAS Y EL ESTADO
Eco. Luis Luna Osorio MBA Noviembre 11 de 2017
El Ecuador está inmerso en la globalización
tecnológica y en la globalización económica, sean o no del gusto de algunos de sus
habitantes y especialmente del gobierno. Las políticas y normas de los países
desarrollados, las decisiones de los organismos internacionales, incluso las
acciones de muchas empresas transnacionales, inciden sobre el qué hacer
nacional, a veces de manera muy importante y sin que el país pueda neutralizar todos
sus efectos.
Por esa razón, las políticas estatales (de largo
plazo) deben partir del conocimiento de esa realidad y no formularse pensando
en un país autárquico, en el que las decisiones son autónomas e influyen sobre
los ciudadanos y las empresas, al margen de lo que sucede en el entorno
internacional y regional.
Ahorristas nacionales, inversionistas extranjeros,
productores nacionales y de terceros países, exportadores, importadores, turistas,
bancos, transportistas, abastecedores de servicios financieros y de comunicaciones,
son afectados por cualquier medida gubernamental que se tome y sea favorable o
negativa a sus intereses o a sus normas; pero, cuando les es posible, se acogen
a disposiciones foráneas más convenientes, se van del país o si aún no están en
él simplemente no llegan. También se afectan otros gobiernos y organismos
internacionales,
En el caso de las empresas, el Estado debe ser muy
cuidadoso con lo que hace o deja de hacer, pues de eso depende que ellas tengan
posibilidades de efectuar buenos negocios o de registrar pérdidas. En mi
criterio, el gobierno no debe segmentar a las empresas nacionales, para subsidiar
o incentivar a las llamadas micro, pequeñas y medianas (MIPYMES), argumentando
que son las que más empleo generan y castigar a las llamadas grandes empresas con
normas, tributación, procedimientos y trámites exagerados, porque todas las
empresas con domicilio en el país están sujetas al comportamiento del mercado
internacional y dentro de ese mercado, las consideradas “grandes” empresas
nacionales, son apenas micro o pequeñas y algunas quizás medianas.
Pruebas al canto. Según Economipedia, las 5 empresas
más grandes del mundo del año 2017, por su capital bursátil, en miles de millones
de euros, son: Apple, de tecnología (686,14); Alphabet,
de comunicaciones (544,23); Microsoft, de tecnología (467,23); Amazon, de comunicaciones (399,53); y, Facebook también de
comunicaciones (383,2). Todas pertenecen a Estados Unidos, son de servicios
modernos y crean o desarrollan tecnología de punta.
Entre las
100 empresas más grandes del mundo de 2016, recién en el puesto 88 aparece una
empresa brasilera: AMBEV SA, de consumo no cíclico, con 84,2 miles de millones
de euros de capital bursátil (12% del capital de Apple) y no hay ninguna más de
América Latina en esa lista.
Por otra
parte, entre las 100 empresas mayores de América Latina en 2015, según la misma
fuente, no aparece ninguna del Ecuador; y, la revista América Economía señala
que, entre las 500 mayores empresas de la Región del año 2011, La Favorita
consta en el puesto 343, América Móvil en el 419 y pare de contar, lo que
confirma que las empresas del Ecuador a nivel internacional son de pequeña
magnitud.
La revista
VISTAZO No. 1202, de septiembre último, basada en cifras de la Superintendencia
de Compañías, dice que las 500 empresas mayores del país vendieron en 2016 un
total de 65 mil millones de dólares, cifra inferior a la del año 2011 en mil
millones. La mayor de todas es Petroecuador, empresa petrolera estatal con
ingresos por 8.213 millones de dólares, que está muy por arriba de la segunda
empresa, perteneciente al sector privado, Corporación Favorita, que llega a
1.887 millones, cifra menor a la cuarta parte de la anteriormente indicada.
Los 10
sectores de actividad con mayores ingresos en 2016 fueron: Petróleo (21,3%),
Comercio (10%), Construcción y afines (10%), Alimentos (8%), Pesca y
Acuacultura (5,9%), Telecomunicaciones (5,8%), Agroindustria (5,6%), Automotriz
(5,3%), Salud (5,2%), Energía (4,8%). Les siguieron otros 10 sectores: bebidas,
aseo y belleza, electrodomésticos, balanceados, transporte aéreo, papel y
cartón, servicios concesionados, envases, plásticos y químicos.
Las 10
mayores empresas privadas del país apenas dan empleo a 65.190 personas, sobre
una población económicamente activa de 8,1 millones de personas (menos del 1
por ciento), aun cuando hay que mencionar que, en esas empresas, los niveles
salariales promedio son bastante más altos que en el promedio del total de
empresas y con respecto al salario básico.
Lo que hay
que buscar es que las empresas existentes en el país se encadenen, fusionen o
absorban, a fin de que dispongan de capitales más grandes y condiciones de
producción mucho mejores; por otra parte, y quizás la más importante, hay que
definir políticas de atracción de empresas multinacionales que lleguen a
producir bienes y servicios con las más modernas tecnologías y con objetivos
claros de explotación del mercado internacional.
Por tanto, el
Estado ecuatoriano tiene la obligación de generar condiciones para que en el
país se multipliquen las verdaderas “grandes empresas”. Eso no se logra afectando
jurídica y tributariamente a las llamadas grandes empresas y supuestamente
incentivando a las MIPYMES, porque son las primeras las que efectúan grandes
inversiones, aportan con alrededor del 70% del PIB, tienen proyectos de muy
largo aliento, requieren personal especializado y bien remunerado, captan
tecnología de punta, generan exportaciones, demandan cantidades importantes de
bienes y servicios de las MIPYMES; en tanto que éstas realizan inversiones
modestas, aportan con alrededor del 30% del PIB, registran alta mortalidad, dan
empleo sin mayor especialización y no muy bien remunerado, utilizan tecnologías
obsoletas, exportan muy poco.
¿A qué
vienen estas menciones? A que, según mi parecer, cuando el gobierno, para
efectos tributarios o para el otorgamiento de incentivos, divide a las empresas
del país en micro, pequeñas, medianas y grandes, considero que está equivocado,
porque el análisis del cual parte sugiere que el Ecuador es un país cerrado, en
el cual no influyen para nada la globalización y los efectos de ella sobre la
producción y el comercio internacional e interno.
Los
gobiernos, sobre todo en países como el Ecuador, están en la obligación de
apoyar a todas sus empresas sin distingo de tamaño, generando sinergias entre
ellas y conscientes de que lo ideal es que se produzcan encadenamientos
productivos, clusters, asociaciones de productores o exportadores, y otras
formas de desarrollo empresarial, que permitan competir con alguna ventaja en
el mercado internacional.
Los
encadenamientos productivos pueden efectuarse para la integración vertical u
horizontal de las empresas, con el propósito de reducir costos o asegurar
demanda y características de la producción, en beneficio general. Integración
vertical, por ejemplo, entre productores de algodón y fábricas de hilos, telas,
confecciones y diseñadores de modas. Integración horizontal, cuando empresas de
diverso orden se asocian para formar parques industriales o importar juntas.
Los clusters
son conjuntos de empresas en los cuales un producto es el núcleo y los demás se
ubican en la periferia. Si el camarón es el producto base, alrededor estarán
los laboratorios productores de larvas, las constructoras de piscinas, las
productoras de alimento camaronero, las importadoras de equipos de frío, las
industrias de cartón y plástico para embalar los productos y así sucesivamente,
además de todos los entes estatales o no vinculados al desarrollo del producto.
Si la exportación de camarón mejora, todos ganan; si se reduce, todos pierden.
Consecuencia: su trabajo debe ser coordinado y destinado a mejorar
consistentemente la productividad y la competitividad.
Las
asociaciones de productores o exportadores van en el mismo sentido, pero en el
caso de los exportadores, las acciones tienen que destinarse a reducir los
costos de la logística internacional, que son una parte sustancial del precio
al consumidor del producto, y a mejorar las condiciones de negociación del
producto en los mercados conocidos o a lograr nuevos mercados.
Con esos
antecedentes, el Estado (no solo el gobierno, porque para el desarrollo
empresarial se necesitan políticas de Estado), debe entender cuatro realidades
innegables: una, el mercado externo es fundamental para Ecuador, porque sin su
aporte el país no puede desarrollarse, debido a que el mercado nacional es muy
pequeño, sobre todo para las industrias que no son las básicas de alimentos,
vestido y muebles; dos, apenas significamos el uno por mil del PIB mundial, lo
que confirma que el conjunto de nuestras empresas es “micro” o pequeño en
comparación con el conjunto de las empresas del mundo; tres, nuestra
contribución al comercio internacional también suma alrededor del uno por mil y
necesitamos ampliarlo significativamente; y, cuatro, son las llamadas grandes
empresas nacionales (las sociedades de capital), las que aportan el más grande
porcentaje de la producción nacional y por tanto, su efecto multiplicador
contribuye a que las demás, llamadas MIPYMES, se beneficien del incremento de
la demanda, del mejoramiento tecnológico, del aumento del empleo, de las
mejores condiciones de la mano de obra.
El país
tiene que apuntar hacia cuatro objetivos, que no deben ser parte de un plan de
desarrollo cuatrienal, sino de una estrategia estatal de largo plazo:
integrarse mucho más al mercado mundial, lograr que se expandan las empresas
nacionales, conseguir que grandes empresas industriales internacionales
establezcan en el Ecuador sucursales para fabricar productos de exportación y
facilitar que las producciones lleguen a los consumidores nacionales y extranjeros
en las mejores condiciones de competitividad.
Para lo
primero, se requiere suscribir acuerdos de facilitación de las inversiones y el
comercio, con los países del mundo que son o que presentan posibilidades de
llegar a ser mercados importantes para el país. Tenemos ya como referencia para
las negociaciones el Acuerdo Multipartes con la Unión Europea y negociar con
otros países y bloques será menos complejo. En la lista, el primero es Estados
Unidos, nuestro principal cliente y abastecedor; luego, los países de la
Asociación de Libre Comercio de Europa (EFTA), con los cuales parece que las
negociaciones están avanzadas; después, Corea del Sur, China, Rusia.
Para lo
segundo, hay que generar condiciones favorables a la inversión extranjera
directa, manteniendo la estabilidad política constitucional, dando la seguridad
jurídica necesaria para que los dueños de los capitales y las utilidades puedan
repatriarlos cuando quieran, respetando los contratos y fijando por décadas la
proporción de impuestos que deben pagar las empresas, dándoles la posibilidad de contratar empleados capaces
para su actividad, por los tiempos que los requieran; evitando que se asfixien
con procedimientos y trámites; eliminando y no creando reglas exageradas sobre
calidad, precios, reparto de utilidades, sueldos máximos de sus autoridades,
informes periódicos, etc.
Para
provocar la competitividad de las empresas, el Estado tiene varias grandes responsabilidades:
dotar al país de infraestructura (especialmente puertos y aeropuertos modernos)
y servicios públicos suficientes a costos mínimos; inducirlas con incentivos tributarios
y financieros para que se fusionen o asocien y establezcan encadenamientos
productivos y clusters; proveerles de trabajadores especializados, preparados
con las mayores exigencias modernas; hacerles participar de los desarrollos
tecnológicos más avanzados; liberar de todo impuesto a la importación de los
bienes de capital y materias primas que no se produzcan en el país y devolver a
las empresas, en el menor tiempo, los impuestos indirectos pagados; dotar al
servicio comercial en el exterior, de los medios suficientes para que cumpla su
labor de agente de promoción de las exportaciones y atracción de inversiones;
volver a la profesionalidad de los diplomáticos, para que apoyen las tareas del
servicio comercial.
Solo así,
las empresas domiciliadas en el territorio nacional podrán adquirir en conjunto
los tamaños y las cualidades que requieren para darle al Ecuador una mayor y
mejor participación en la producción y la exportación mundial.
POR FAVOR, LEA EL LIBRO “ECONOMÍA
INTERNACIONAL Y DE AMÉRICA LATINA, de Luis Luna Osorio y Claudia Marcela Bastidas. Edición
2017.
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