BOLETÍN 102: HAY
YACHAY? ... HABRÁ YACHAY?
Eco.
Luis Luna Osorio MBA AGOSTO
11 de 2015
INTRODUCCIÓN.- El
artículo 385 de la Constitución, numeral 3, dice que el sistema nacional de
ciencia y tecnología tendrá como finalidad: “Desarrollar tecnologías e
innovaciones que impulsen la producción nacional, eleven la eficiencia y la
productividad, mejoren la calidad de vida y contribuyan a la realización del
buen vivir.”
Enmarcado en el Plan del Buen
Vivir del gobierno ecuatoriano, YACHAY es un proyecto orientado a cumplir con
ese precepto constitucional; primero, para formar en una Universidad copia de
las mejores del mundo, según dice el gobierno, los talentos humanos que se
requerirán para transformar la matriz productiva del Ecuador de primaria a
industrial y de servicios modernos, quemando etapas, utilizando una enorme
inversión, contratando a científicos y técnicos de primer nivel y seleccionado
de entre los estudiantes secundarios del país, los mejores entre los mejores,
para que se transformen en los científicos y técnicos que se coloquen en la
punta de la ola del desarrollo mundial; y, luego, tengan oportunidades de investigar,
inventar e innovar en la Ciudad del Conocimiento, dentro de la cual estará la
Universidad Tecnológica Experimental Yachay.
La Ciudad del Conocimiento
Yachay, según el gobierno, será la primera ciudad planificada del Ecuador como
una urbe de carácter universitario,
investigativo e industrial. El objetivo
gubernamental es lograr que en ella confluyan las acciones conjuntas del
sector público ecuatoriano, varias de las empresas mundiales de mayor
significación y muchos científicos, investigadores y académicos reconocidos
internacionalmente, para formar un gran centro de investigación científica,
aplicación tecnológica y producción industrial que haga posible la
transformación de la matriz productiva del Ecuador, de primaria a industrial ce
avanzada y de servicios modernos.
La 'Ciudad del Conocimiento,
según sus promotores, cuenta con su Plan Maestro, y tres etapas de desarrollo:
· De atracción, cuyas directrices apuntan a la construcción de la
Universidad y al fortalecimiento de la investigación y desarrollo del
conocimiento.
· De unificación, en la que se promoverá la introducción de la población a la nueva
ciudad por medio del traslado de los institutos de investigación pública y
otras unidades de administración estatal.
· De crecimiento, en la que se formará el Centro de Conocimiento basado en la
industria, academia e investigación, para elevar la competitividad de la
ciudad.
·
De Estrategia de Mercado, para la
Atracción de Inversiones.
El gobierno espera que a Yachay vengan las empresas
de mayor renombre en el mundo, para desde allí innovar, inventar y exportar muchos
bienes y servicios a todas partes, con el sello “Hecho en el Ecuador”.
En los últimos días se ha
producido un problema respecto a Yachay y los medios se han hecho eco,
argumentando que los sueldos de los directivos son muy altos, que tres de ellos
no viven en el Ecuador y que les pagan 300 dólares de viáticos por venir al
país. Sin embargo, lo importante no es eso. Científicos y técnicos reconocidos
mundialmente tienen derecho de ganar un sueldo que, ni de lejos, se parece al
de algunos futbolistas a los que se pugna por conocer y pedirle un autógrafo.
Científicos y técnicos como ellos pueden, en unas pocas horas de trabajo en el
país, rendirle mucho más que cientos de burócratas que no saben desempeñar sus
funciones y hacen caer al país en el ridículo en las negociaciones
internacionales. El viático fijado para ellos es el 56% de lo que se dice ganan
en un día; por tanto, debe cubrir por lo menos un “tren de vida” similar al que
tienen en sus ciudades sede y en sus casas.
Lo importante es saber si
Yachay efectivamente va a servir para lo planificado y lamentablemente parece que no será
así, por diversas circunstancias.
COMENTARIOS.- La idea
es excelente. En principio, todos deberíamos apoyarla. Pero, conviene analizar
si esa idea cuenta ahora con las bases suficientes, es práctica y es
beneficiosa para el país, o solamente será un gasto faraónico.
Primero, Yachay está mal
ubicada. El desarrollo científico y tecnológico se produce con el concurso del
Estado, las universidades y la empresa privada. Si falla el concurso de uno de
los actores mencionados, falla el sistema. Dónde están las grandes empresas
usuarias de la ciencia y la tecnología que ya están comprometidas para ubicarse
en Yachay, si ellas necesitan de mercados interno y externo grandes y con
proyección a largo plazo?
Imbabura no tiene puerto, no
tiene aeropuerto y ni siquiera está en la frontera. Cómo se va a desarrollar la
logística para las exportaciones e importaciones desde y hacia la Zona Especial
de Desarrollo Económico de Yachay? En todo caso, si el aeropuerto de Quito es
útil para la carga aérea, la carga hacia y desde un puerto marítimo tendrá
doble recargo por el transporte interno de ida y vuelta. Entonces, las empresas
que allí se ubiquen van a tener de entrada costos que les van a hacer perder
competitividad.
Segundo, Yachay, necesita excelentes
administradores y los sociólogos y los científicos, por formación, no lo son;
además de que los extranjeros no conocen el medio y al parecer ni siquiera les
han explicado claramente lo que el gobierno busca en Yachay. Ya se ve el
problema de poner a científicos a administrar. Ellos no están acostumbrados a
cumplir objetivos para mañana, llevar control sobre el dinero, leer balances,
evaluar financieramente los proyectos, menos cuando se acepta que trabajen en
un grupo de cuatro, tres de los cuales deciden a distancia y están preocupados
de otros proyectos.
Los científicos y técnicos no
vendrán para efectuar investigación por cuenta del Estado, si se levanta una
polvareda por los sueldos y viáticos que cobran, se exige que haya resultados a
corto plazo y se carece de la infraestructura, la maquinaria y los equipos que
necesitan, y tampoco tienen los ayudantes nacionales requeridos. Es más, al
primer prestigioso científico que se hace cargo del proyecto ya se lo amenaza
con enjuiciarlo por el manejo de los fondos.
Tercero, la inversión del
Estado en el conjunto de Yachay se verá seriamente afectada por la coyuntura en
relación con el precio del petróleo, que reducirá los fondos públicos y que, a
menos que el gobierno recapacite, se seguirán destinando a subsidios, gasto
corriente e intereses de deuda, dirigiendo a la inversión un porcentaje cada
vez menor.
Cuarto, la inversión privada
no llegará mientras no haya seguridad jurídica, se siga achicando la cancha de
las empresas privadas, se continúe elevando la carga tributaria y los
impuestos, se limite los sueldos de los gerentes, se incrementen los controles
ministeriales para todo lo imaginable, se aduzca cualquier cosa para hacerse de
recursos privados para engordar la caja fiscal, se siga denostando de las
actividades de los empresarios privados y se reitere mil veces que hay que
poner al hombre sobre el capital, mientras al capital se lo vuelve arena
movediza.
Quinto, la inversión privada
no llegará mientras el Ecuador no tenga una red de acuerdos comerciales que le
permitan contar con mercados asegurados en todo el mundo; lo cual,
lamentablemente, no sucede ni sucederá en este gobierno, que piensa que los
mejores socios comerciales del país (Estados Unidos y la Unión Europea) se han
aprovechado siempre de sus riquezas, esquilmándolo, y que hay otros países que
pueden llegar a ser mejores socios; ignorando, como decía un viejo Embajador
afín al gobierno, que todo país, como es lógico, “primero cuida sus propios
intereses”, como lo hace China y está a la vista, sobre todo en sus compras de
petróleo con pago anticipado y en sus créditos, de condiciones más onerosas que
las de los organismos multilaterales.
Sobre la base de lo expuesto,
la primera pregunta es: Hay Yachay?
La segunda pregunta es: Habrá
resultados positivos de Yachay? No hay que olvidar que este es un proyecto de
largo aliento y que sus productos propios recién saldrán a la luz en más de una
década. Para analizar aquello hay que tener en cuenta lo siguiente:
El mundo está cada vez más
globalizado y empequeñecido. Nos comunicamos en tiempo real con cualquier lugar
del mundo (ya no hay distancias en este aspecto), el internet nos permite
transmitir y recibir información de cualquier tema del conocimiento universal
en pocos minutos, las universidades presenciales van perdiendo importancia, los
aviones comerciales nos permiten dar la vuelta al mundo en menos de tres días
de viaje; los trenes ya no corren por las rieles, literalmente vuelan sobre
ellas; Airbus está construyendo un avión 4 o 5 veces más rápido que el sonido;
ya está en prueba un cohete turístico o de carga para vuelos intercontinentales
de pocas horas; la nanotecnología hace maravillas, sobre todo en el campo de la
medicina; la química ofrece en menos de una década más que duplicar los
productos existentes.
La globalización tecnológica
exige que todos entremos en la era de electrónica, la informática y las
telecomunicaciones, la nanotecnología, la robótica, no para desarrollarlas,
sino para aplicarlas, porque tales avances se han vuelto necesidades vitales
para las personas, las empresas, los estados y los organismos internacionales.
La globalización económica
determina que aparezcan cada día empresas financieras y no financieras cada vez
más grandes, con enorme desarrollo tecnológico y cada vez con mayor capacidad
de concentración monopólica (una solo oferente domina el mercado), oligopólica (pocos oferentes dominan el
mercado) o monopsónica (un solo
demandante domina el mercado), haciendo que las empresas de la gran mayoría de
los países se vuelvan irrelevantes en el mercado mundial.
Evidentemente, en todos los
países se demanda científicos y tecnólogos preparados en esos campos y en otros
muy importantes, como la astrofísica, la bioquímica y la genética, que sean
capaces de inventar e innovar al ritmo que exigen la globalización tecnológica y
la globalización económica de avanzada. Para los países desarrollados eso no es
problema. Cuentan con las políticas futuristas de Estado, las mejores
universidades del mundo y los aportes de capital de las empresas transnacionales
que se hallan en la cúspide del desarrollo tecnológico y no quieren
abandonarlo, incursionando cada día en nuevos frentes y registrando nuevos avances
científicos y tecnológicos.
Para los países como el
Ecuador, el problema es empezar y en esa situación está América Latina en su
conjunto. Los gobiernos van y vienen con políticas de investigación y desarrollo
huérfanas de recursos económicos; las universidades cumplen a duras penas con
su tarea de enseñar y preparar profesionales, y no investigan porque carecen de
dinero y profesores investigadores; las empresas consideran a la investigación
y desarrollo como gasto, no como inversión, porque en sus países hay un
canibalismo permanente de profesionales inteligentes, bien preparados en sus
áreas de trabajo y con experiencia, canibalismo que se lleva a los mejores de
una a otra empresa, en plazos muy cortos,
“por un puñado de dólares”.
El Ecuador quiere empezar,
pero sabe que necesita quemar etapas urgentemente, para salir del subdesarrollo
y evitar en los años futuros una separación mayor de la que tiene con los
países desarrollados en materia de ciencia y tecnología. El Presidente Correa
conoce esa urgencia y cree que el país debe aprovechar la globalización
tecnológica; por ello, ha puesto muchos esfuerzos y bastante dinero para
mejorar la educación en todos sus niveles. Lamentablemente, no ha sabido
incorporar al país a la globalización económica, dice que busca aplicar el
Socialismo del Siglo XXI y va contracorriente de lo que sucede en la gran
mayoría de países y con el 90% de la economía mundial.
El desarrollo nacional no va
en el sentido esperado, cuando debería producirse a un ritmo dinámico, paralelo
al previsto para la universidad y la Ciudad del Conocimiento Yachay y al que
debería tener toda la educación superior nacional; pero, los últimos cuatro años
el ritmo de crecimiento de la economía nacional es cada vez más lento y hasta
es posible que en este año y el 2016 haya decrecimiento.
Entonces, el país va a
invertir enormes cantidades de dinero en formar profesionales de élite que no
podrán trabajar en el Ecuador y que migrarán; con lo cual se habrá hecho un
esfuerzo nacional enorme e inútil, beneficioso para otros países, como sucede
con Venezuela, de donde ha emigrado casi un millón de profesionales.
El deseo de todos los
ecuatorianos es que el proyecto Yachay sea positivo; pero, en sus inicios
necesita correctivos que lo hagan verdaderamente impactante en el desarrollo
nacional. Ojalá el gobierno escuche el clamor ciudadano, en este tema, de
enorme importancia para el futuro nacional.
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