BOLETÍN 78: LA IMPORTANCIA DEL AGUA
Eco. Luis Luna Osorio MBA JUNIO 26 de 2014
La superficie
de la Tierra está compuesta de tres cuartas partes de agua y una de tierra. Los
océanos son cinco: Atlántico, Pacífico,
Índico, Ártico y Antártico;
y, a ellos se suman algunos mares. Todos están llenos de agua salada, que
significa más del 97% del agua existente en el planeta. Desde la prehistoria,
han servido para la pesca y el transporte; y, en los siglos más recientes, han
empezado a entregar, gracias a la tecnología, algunas de sus riquezas hidrocarburíferas,
minerales y de otros tipos que, por su ubicación o por su naturaleza, antes era
imposible obtener. El transporte marítimo es el principal modo de llevar millones
de toneladas de carga de unos países a otros y también es un importante medio
de generar turismo en enormes barcos que cuentan con medios para dar confort y
diversión a miles de pasajeros por unidad.
El agua dulce
existente en el mundo es poco menos del tres por ciento (3%) de toda el agua planetaria
y solo el uno por ciento (1%) está disponible para el consumo humano; pues, el
resto se halla en los glaciares, las cumbres de las montañas y en el subsuelo,
donde siempre será difícil utilizarla.
De otro lado,
la distribución del agua dulce en el planeta es muy desigual; como se sabe desde los primeros años de escuela, hay
grandes desiertos como el Sahara de África y Atacama en Chile, en donde no hay
agua y nunca llueve, y zonas como la amazónica de Sudamérica, en donde hay
enormes caudales de agua y las lluvias son frecuentes y diluviales.
La enorme
población existente en la Tierra, que ya sobrepasa los 7.200 millones de
habitantes y la satisfacción diaria de sus necesidades vitales, han hecho que
el agua dulce pura y disponible sea cada vez más escasa y que la contaminación
de los ríos, los lagos y el aire crezca en proporciones alarmantes, sobre todo
en aquellos países y ciudades donde la densidad de población (habitantes por
kilómetro cuadrado) es mayor, como China, India, Beiging, México, Sao Paulo.
Por esa
razón, se dice que las guerras focalizadas del futuro serán por apropiarse del
agua dulce o evitar esa acción; y, que, algunos países están organizando sus
fuerzas militares con el propósito de cuidar sus reservas de agua y los
territorios aledaños, que significan vida, alimentación, materias primas para
muchas actividades y medios de transporte barato.
Al igual que
en el mundo, en los países también se da la situación de que unas regiones
poseen ingentes cantidades de agua y otras carecen de ella. De allí que, por
ejemplo, varias de las grandes urbes de muchos países, tengan que canalizar por
cientos de kilómetros las aguas necesarias para atender a sus poblaciones,
reduciendo la posibilidad de que la gente de las riberas de los ríos aprovechen
el líquido vital para sus necesidades y para la agricultura, que es
generalmente su medio de vida,
El petróleo y
las minas son de los mayores contaminantes existentes. La extracción del crudo
genera agua “de formación” con alto contenido metálico y tóxico. Generalmente,
los gobiernos exigen que esa agua se reinyecte y prohíbe que se la vierta en
los cauces de los ríos. Además, cuando por descuido de quienes están obligados
a vigilar los oleoductos o por desastres naturales, las fugas del petróleo se
vierten sobre las quebradas, los arroyos y los ríos, ellas van contaminando los
cauces y eliminando las posibilidades de vida por donde cruzan hacia el mar. Las
minas, sobre todo las de altura y ubicadas en zonas agrícolas, vierten
minerales tóxicos en los ríos y las aguas subterráneas.
Las ciudades,
en general, son productoras de contaminación; pues, sus sectores industriales,
en la medida que progresan sin control suficiente sobre las aguas que
aprovechan, determinan fluidos llenos de mezclas minerales tóxicas que atentan
contra la vida humana, animal y vegetal en las partes inferiores de los cauces
de los ríos y otras fuentes de agua natural.
Para que la
población pueda aprovechar de la mejor manera el agua para sus necesidades
vitales hay tres posibilidades: la una, tomarla directamente de sus fuentes
naturales y utilizarla, lo que por su pureza tiene un riesgo mínimo, sobre todo
en los orígenes de los cauces o en los afloramientos; la segunda, purificarla
por medio de la potabilización, lo que hace que las poblaciones de las ciudades
pueda abastecerse con seguridad para su salud; y, la tercera, la de tratar el
agua ya utilizada, purificarla y volverla a utilizar; pero, las estadísticas
dicen que en el mundo solamente un 14 por ciento del agua aprovechada recibe
algún tipo de tratamiento posterior. El 60% de las aguas llamadas “grises”,
provienen de usos que generan poca contaminación y por tanto, con un
tratamiento mínimo pueden volver a ser utilizables. El otro 40% es de “aguas
negras”, peligrosas para la salud, que no pueden mezclarse con las “aguas
grises” y que exigen un tratamiento mucho más riguroso y un destino especial.
Estas aguas son las que provienen de los servicios higiénicos y usos
industriales.
En consecuencia,
cada día más, en el mundo y en cada país es fundamental la disponibilidad suficiente
de agua dulce utilizable por los habitantes para sus múltiples necesidades.
La Asamblea
Nacional del Ecuador acaba de aprobar la “Ley Orgánica de Recursos Hídricos, Usos y Aprovechamiento del Agua”, la
misma que ha sido materia de discusión por más de cuatro años, debido a su
importancia política, económica y social; y que solamente se refiere al uso y
aprovechamiento del agua dulce, no de la del mar, cuyo volumen seguramente es mayor que el de la primera.
La
Constitución de la República, aprobada en Referéndum el 28 de septiembre de
2008 y publicada en el Registro Oficial 449 del 20 de octubre de 2008, en la
Primera Disposición Transitoria dispone la aprobación, en el plazo máximo de
trecientos sesenta días, de la ‘ley que regule los recursos hídricos, usos y
aprovechamiento del agua, que incluirá los permisos de uso y aprovechamiento,
actuales y futuros, sus plazos, condiciones, mecanismos de revisión y auditoría,
para asegurar la formalización y distribución equitativa de este patrimonio”,
lo cual se ha cumplido con mucho retraso, pero ya se lo ha hecho.
La Ley tiene
cuatro títulos: I.- Naturaleza jurídica, ámbito de aplicación y objeto de la
Ley; II Derechos; III Garantías de los Derechos; y, IV.- Infracciones administrativas; además,
varias disposiciones generales, transitorias y derogatorias.
El artículo 1
Naturaleza jurídica, dice: “El Estado unitario, intercultural y plurinacional
del Ecuador reconoce y garantiza el derecho humano al agua. El derecho humano
al agua es fundamental e irrenunciable, así como la garantía del ejercicio de
los derechos de la naturaleza. El agua es patrimonio nacional estratégico de
uso público, inalienable, imprescriptible, inembargable y esencial para la
vida, elemento vital de la naturaleza y fundamental para garantizar la
soberanía alimentaria. Los recursos hídricos son parte del patrimonio natural
del Estado y serán de su competencia exclusiva, se ejerce concurrentemente
entre el Gobierno Central y los Gobiernos Autónomos Descentralizados, se
garantizan sus derechos a través de la institucionalidad de la Autoridad Única
del Agua en coordinación con los sistemas comunitarios, de conformidad con
especialmente los de sustentabilidad.”
El artículo 3
define el objeto de la Ley: “... garantizar el derecho humano al agua, así como
regular y controlar la autorización, gestión, preservación, conservación, restauración, uso y aprovechamiento del agua,
el manejo integral y su recuperación, en sus distintas fases, Sumak Kawsay o
Buen Vivir.
El artículo 5
de la Ley define que “... el agua constituye un sector estratégico de decisión y
de control exclusivo del Estado a través de la institucionalidad de la
Autoridad Única del Agua. Su gestión se orienta al pleno ejercicio de los
derechos y al interés público, en atención cultural, política, ambiental y
económica. El Estado tendrá la obligación de administrar, regular, controlar y
gestionar este sector estratégico, de conformidad con los derechos colectivos,
y los principios de sustentabilidad, sostenibilidad, precaución, prevención, participación, conservación y
responsabilidad ambiental.
De otra
parte, el agua presenta las siguientes dimensiones: “... a) Agua para la Vida.
Representa su función esencial como fuente de vida humana y natural, y comprende
su uso para el desarrollo de actividades básicas e indispensables para la
existencia tales como el consumo humano, salud, alimentación, cultura, riego en
garantía de la subsistencia y soberanía alimentaria, y la preservación de la
Pacha Mama; b) Agua para el ejercicio integral de la ciudadanía. Alude a sus
funciones sociales y culturales necesarias para el desarrollo de actividades y
servicios públicos de interés general de las personas y su bienestar así como
la democratización de la gestión de los recursos hídricos; c) Agua para la
Sustentabilidad.”
El Ecuador es
uno de los países con mayor disponibilidad relativa de agua. Se espera que el gobierno
sepa administrar de la mejor manera este recurso estratégico de cada vez mayor
importancia para la vida, la generación de hidroelectricidad, los usos
agropecuario, minero, industrial y de otros tipos; sin embargo, la Ley se
aprueba sin considerar la gran importancia de que varios entes regionales, prioritariamente
los gobiernos provinciales, coparticipen en la administración del recurso en
sus respectivas jurisdicciones, reclamada con insistencia por el Asambleísta
René Yandún y otros legisladores, creando un vacío muy importante de gestión
local; y de que las comunidades y nacionalidades indígenas, al igual que los
usuarios, sobre todo en el caso del riego, tengan las capacidades financiera y
de control suficientes para lograr que el agua cumpla satisfactoriamente sus
funciones sociales y económicas fundamentales.
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