BOLETÍN 238: PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DEL ECUADOR 2021
El presente es un año electoral. Hasta el 11 de abril estará
afectado por la campaña de los miles de candidatos y el balotaje de las
elecciones presidenciales, y recién el 24 de mayo se posesionará el nuevo
presidente de la República. Por ahora, hay una incertidumbre total, porque las
opciones son opuestas: economía social de mercado y democracia o socialismo del
siglo XXI y autoritarismo. En cualquier caso, está y estará presente la
pandemia, que frena las actividades económicas e impacta fuertemente sobre la
sociedad.
Espero que en esta sucesión presidencial no suceda lo del año
2017, cuando el flamante presidente creía que la “mesa” estaba servida, trataba
de hermano a su antecesor, juraba que seguiría la senda del socialismo del
siglo XXI y aceptaba feliz no solo un programa de gobierno formulado por
Correa, sino un gabinete ministerial y una alta burocracia correístas.
También espero que el presidente, como ha hecho el presidente Joe Biden
en los Estados Unidos, tenga listos proyectos de ley y decretos fundamentales
para solucionar o atenuar los efectos de los problemas prioritarios del país,
en salud, empleo, finanzas, educación y seguridad.
Además, sería muy conveniente que, desde la primera semana
posterior al 11 de abril, ya esté definido el gabinete ministerial, para que
cada uno de los cercanos colaboradores del nuevo presidente empiecen a conocer
el verdadero estado de cada una de sus futuras carteras y preparen las
propuestas para tomar el toro por los cuernos desde el 24 de mayo de 2021. Junto
con ello, todos los funcionarios de libre remoción deberían firmar su
nombramiento y un compromiso de que, si la justicia los declara delincuentes,
entregarán al Estado su patrimonio familiar, no solo personal, en el país y en
el exterior.
Hay que advertir a quien
triunfe que, él y sus colaboradores, de ministros a porteros, deben ser
personajes honestos, espejos para el resto de los ecuatorianos, a fin de que el
país se enrumbe por donde siempre debió andar: una ruta de honradez, paz,
justicia y seguridad generales.
El mensaje y la práctica deben ir en el sentido de que todo aquel
que infrinja las leyes será castigado con el mayor peso de la ley, y ese peso,
sobre todo para los altos funcionarios, debe ser modificado, para que
signifique por lo menos el doble del que rige para los llamados presos
“comunes”, porque robar al Estado es robarnos a todos los ciudadanos,
especialmente a los pobres.
Para aportar a la información necesaria a la ciudadanía sobre las
perspectivas del Ecuador en el 2021, anoto varios indicadores económicos y
sociales valiosos. Si ya tienen los datos y los han analizado, mucho mejor. De
otra manera, conozcan el hoyo en el que está el país y del que todos debemos
apoyar para sacarlo urgentemente.
El Producto Interno Bruto (PIB) del 2020, según el BCE, fue menor
que el del 2019 en 9%, dato negativo primero en la historia nacional, y el de
este año se calcula será en poco mayor del 3%, si es que las políticas
gubernamentales posteriores a mayo son prontas y acertadas y en el mundo se
logra reducir de manera sustancial los efectos económicos de la pandemia.
La pobreza aumentó del 25% en 2019 al 32,4% en 2020, según las
últimas cifras del INEC. Lo más preocupante es que, en el campo, el 48% de la
población vive con menos de 2,80 dólares diarios y no hay visos de mejoramiento
en el corto plazo. Ese es un efecto directo de la paralización nacional que
hubo por varios meses y el lento y parcial abrir puertas de este año.
Los sectores productivos que más sufrieron con la pandemia son:
construcción, transporte y turismo.
El empleo adecuado, con protección social y salario básico cayó, de cerca del 39% de la PEA en 2019 a 32,5% en 2020. Si bien en los últimos meses ha mejorado la situación, hay que anotar que
La informalidad subió de 46,7% a 51,1%. Este problema, que ya era
grave antes de la pandemia, se agudizó con ella, porque cientos de miles de
empleados se quedaron sin empleo adecuado cuando tuvieron que cerrar o reducir
su actividad miles de empresas.
Las reservas internacionales, de enero 2020 a enero 2021 se duplicaron, pasando de 2.300 a 4.600 millones de dólares. Esto se debe en parte al aumento de los créditos del exterior.
El
comercio total de bienes se redujo un 15%, sin embargo, el saldo de la balanza
comercial fue favorable para el país, con un superávit de USD 3.240
millones originado en el ámbito petrolero de USD 2.599 millones, y
un superávit histórico en el ámbito no petrolero de USD 641
millones.
Las
exportaciones del país se redujeron en casi 10% con respecto a 2019,
principalmente por un decrecimiento del 40% en las exportaciones petroleras. Al
contrario, las exportaciones no petroleras presentaron un incremento del 10%
pese a sufrir algunos meses el impacto de la pandemia.
Los
productos primarios significaron el 90,6% de las exportaciones y los
industrializados el 20,4%. Los registros mayores tuvieron el petróleo (23%), el
camarón (18,9%), el banano (18,1%), los elaborados de pescado (6%), las flores
naturales (4,1%) y el cacao (4%).
Los
productos que aumentaron sus ventas externas fueron: madera (88%), cacao (24%),
abacá (17%), elaborados de cacao (11,5%), banano y plátano (11%), café (11%),
pescado (6,7%). Los otros productos crecieron en el 86,5%. Caídas
significativas se anotan en derivados del petróleo (40%), café soluble (16%) y
manufacturas de metal (12%).
La
Unión Europea fue el principal destino de los productos no petroleros; por
otro lado, el mercado estadounidense es el que mayor incremento de demanda
presentó en 2020. El comercio con China acortó la balanza comercial
bilateral este año, aun así, se mantiene muy negativa.
Las
importaciones se redujeron en 21% con respecto al 2019. Este
comportamiento se basó principalmente en la caída interanual de
importaciones de combustibles en un 36%, y de bienes de capital en 23%.
Hasta
el tercer trimestre de 2020, ingresaron por concepto de inversión
extranjera, USD 897 millones, que representan menos del 1% del PIB del
2020. Comparativamente, durante los últimos 10 años, Perú ha acumulado
diez veces más flujos de inversión extranjera directa que Ecuador.
Las
exportaciones de servicios se vieron reducidas a causa de las múltiples
restricciones a la movilidad, que afectaron directamente a servicios como
transporte y turismo.
Los ingresos del Gobierno central de 2020 fueron 5.100 millones de dólares menores que en 2019.
Los ingresos petroleros se derrumbaron en casi 3 mil millones de
dólares.
Los ingresos no petroleros cayeron en 3.500 millones de dólares.
Los gastos del Gobierno central de 2020 se redujeron en 3 mil
millones de dólares. Los gastos corrientes se redujeron en cerca de 2.500
millones y los de capital cayeron en 600 millones.
El déficit pasó de 5.358 millones de dólares a casi 7.500
millones.
En primer lugar, no ha habido oportunamente o no ha sido conocido un plan de vacunación de la población en relación con el Covid y por causas internas y externas no se ha logrado contar en estos meses con las vacunas en número suficiente, ni siquiera para los médicos y demás de la primera línea de atención al problema. Como se han hecho ofertas en campaña de inocular a millones de personas en los primeros meses de gobierno, hay que cumplir esas ofertas a rajatabla y solo con las preferencias indiscutibles, porque esa es una condición básica para entrar en la “nueva normalidad” ya sin la gran preocupación actual por la salud de las mayorías y lograr que la inversión, la producción, el empleo, la economía en general adquieran el ritmo necesario.
En segundo lugar, con respecto a las finanzas, se necesita
renegociar la deuda pública externa con los diferentes acreedores, para lograr
mejores condiciones en cuanto a periodos de gracia, tasas de interés y plazos,
pero también para eliminar condiciones lesivas al país. Debe acabarse con los
acuerdos secretos, las garantías petroleras, los megaproyectos llave en mano y
otras linduras.
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