El coronavirus marcará la vida humana en todos los países del mundo por
largo tiempo. Las noticias dicen que no habrá vacuna hasta el 2021 en el mejor
de los casos y que hay que aprender a vivir con ese problema, cuidando de que
la mortandad no crezca sin control.
Los efectos previsibles son muchos, pero los más importantes podrían ser
los que constan a continuación, que ya son evidentes en algunos casos y que, en
otros, se irán mostrando en los próximos meses con mayor o menor gravedad. Dios
quiera que el golpe inicial, que ha sido único en la historia mundial, sea
menos fuerte con el paso de los meses y que todos los países, especialmente el
nuestro, vayan normalizando su diario quehacer, cuyas características variarán
en forma notable, según el comportamiento de la población.
PELIGRO DE INFECCIÓN PARA TODAS LAS PERSONAS EN EL MUNDO. En la actualidad, todos los humanos nos despertamos con la espada de
Damocles en la cabeza. Puede que sí, puede que no, pero existe la posibilidad
de que alguien o algo nos contagie del virus y empecemos una tragedia que nos
puede llevar a la muerte o a una cura posible. Los expertos dicen que el índice
de mortalidad no es tan grave, pero la pregunta es: ¿Y si soy parte de la
estadística mortal? Los ricos, la clase media y los pobres, jóvenes o viejos, estamos
en el mismo planeta y como no hay remedio conocido, podemos estar entre los
“favorecidos”.
PELIGRO DE NUEVAS OLAS DEL VIRUS DONDE SUPUESTAMENTE SE HA CONTROLADO. El ansia de
algunos gobiernos por no afectar sus votos o sus ingresos y la de otros por
complacer a los empresarios grandes y chicos, ha hecho que se vayan
flexibilizando las medidas de control estatal. En varios países se apela a la
cura de “rebaño” como en Suecia, en otros a soltar de a poco las rigideces y,
en un tercer grupo, Ecuador incluido, a aplicar semáforos. Como resultado,
millones de personas vuelven a las calles como si nada estuviera pasando y no
guardan ningún tipo de precaución. Hay quienes dicen que después del tsunami
van a venir olas grandes o pequeñas, pero que tendremos que acostumbrarnos a
las cuarentenas focalizadas, nacionales o regionales y hasta mundiales.
REDUCCIÓN DE LOS CONTACTOS HUMANOS DE TODO TIPO. En todo caso, la precaución estatal y el recelo personal, sobre todo
si se vuelve complejo el control, van a llevar a que se reduzcan notablemente
los contactos entre las personas, en especial si hay las nuevas olas posibles.
Eso significa que los estados tendrán que educar rápidamente a las masas, sobre
todo a ciertos grupos ciudadanos, en el peligro personal y general del
contagio; aplicar medidas severas de control que pueden derivar en abusos de
autoridad o en nuevas normas cuasi dictatoriales; y, reformas culturales y
prácticas como las de mantener distancias entre personas, cambiar sus
ubicaciones en los establecimientos y grandes edificios, reducir los cupos en
los vehículos de transporte y las cadenas de producción de las empresas de
todos los sectores, supermercados, sitios de comida, iglesias, cines, etc.
INCREMENTO DE LAS ACTIVIDADES SANITARIAS PREVENTIVAS Y CURATIVAS ESTATALES.
Hasta hace poco, el porcentaje del Presupuesto General
del Estado para la Salud parecía adecuado; dependía del gobierno si se daba
mayor atención a la salud preventiva o a la curativa; el gobierno anterior hizo
muchos hospitales porque le interesaban los contratos de grandes obras y las
coimas, mientras le clavó al IESS la atención a miles de personas que no
aportan o que aportan cantidades menores a las requeridas. Desde ahora, la asignación
tendrá que ser mayor y efectiva en los dos campos de acción y también para
crear conciencia en la gente de la necesidad personal y comunitaria de prever
los efectos de toda epidemia en la vida. Como se decía en la prensa, la
atención de la salud ha vuelto a ser una prioridad para todos.
CAMBIOS IMPORTANTES EN EL SISTEMA PRODUCTIVO. Muchas empresas pequeñas y medianas que tienen ganancias reducidas no van a
poder resistir el tsunami actual de la cuarentena y las posibles olas
posteriores; dejarán en la desocupación a millones de trabajadores, no porque
sus dueños quieran hacerlo, sino porque la demanda actual va a sufrir un serio
golpe y quienes puedan van a ahorrar para posibles enfermedades como la actual,
aparte de que dejarán de hacer turismo, movilizarse incluso en las ciudades,
etc. Las grandes empresas preferirán incrementar la robotización y verán
disminuidas sus ganancias, por la reducción de la demanda y por el cambio en la
estructura de gasto de las familias aquí y en el exterior. También en ese caso,
la menor contratación será un efecto fuerte y en niveles de ingreso medios y
altos. Muchas empresas trabajarán en varios horarios con la misma gente,
encareciendo los productos por los sistemas de seguridad que deberán aplicar y
por los costos de la mano de obra, que puede incrementar el índice de ausencias
al trabajo por enfermad.
CAMBIOS IMPORTANTES EN EL SISTEMA EDUCATIVO. Los grandes centros educativos dejarán de ser atractivos para los padres,
por temor a los contagios. El Estado preferirá avanzar en la educación pública
y privada por vía electrónica, para que haya menos asistencia a clases y
eventualmente mejor información. Los salones de clase deberán albergar menos
estudiantes que ahora y por tanto se necesitará más profesores para el mismo
número de alumnos, lo cual encarecerá la educación pública y la privada.
REDUCCIÓN DE LAS ACTIVIDADES DE ASISTENCIA MASIVA. Por algún tiempo se dejará de ver estadios llenos, teatros con aforo
completo, coliseos al tope, plazas de toros llenas, desfiles de toda clase, procesiones,
concurrencia masiva a los centros turísticos de renombre mundial. Muchas de
esas actividades se realizarán, si la autoridad lo permite, con la presencia
del personal estrictamente necesario y para transmisión por televisión. Y, si
en alguna parte del mundo el efecto es un rebrote de los contagios, enseguida
se parará todo aquello que se parezca a un espectáculo de masas. Resultado:
muchos deportistas y artistas y personal de apoyo desocupados, obras de grandes
dimensiones transformadas en elefantes blancos.
CAMBIOS IMPORTANTES EN LOS SISTEMAS DE TRANSPORTE Y SUS COSTOS. La pandemia obligará a modificar las costumbres en materia de transporte.
En los aviones y los buses, eventualmente la mejor disposición de asientos será
una rectangular, con un amplio espacio al medio. Los costos de los pasajes y
los boletos, por tanto, se elevarán mucho y eso afectará a la movilización de
las personas, por negocios o por otras razones.
Las tarifas de los buses urbanos tendrán que ajustarse a la nueva realidad
y no habrá posibilidad de llevar pasajeros de pie; la tarifa a fijarse para el
metro de Quito tendrá que ser alta o recibir un fuerte subsidio municipal, lo
que incidirá en el costo de vida de la población. Las paradas ya no podrán ser
sitios de acumulación desmedida y sin orden de los usuarios, que además deberán
pasar controles sanitarios. Los vehículos de carga, especialmente de alimentos,
medicinas, insumos y equipos complementarios, deberán cumplir con estrictas
normas sanitarias, al igual que sus tripulaciones, lo que incidirá en los
fletes.
Será difícil que la gente se atreva a efectuar viajes fuera de su país y
hasta fuera de su ciudad, en el evento de que se renueve una cuarentena y tenga
que quedarse, como pasa ahora, no los 4 o 5 días programados, sino un mes o
más, hasta conseguir costoso viaje de retorno.
REDUCCIÓN DE LA DEMANDA DE COMBUSTIBLES. La menor
demanda de las empresas y la reducción del tránsito de vehículos que se
producirá en el mundo, sin duda alguna llevará a que se utilice menores
cantidades de combustibles. Por tanto, sus precios caerán, como ya sucedió,
afectando a los países que, como el nuestro, dependen de la venta de crudo en
gran parte de sus finanzas públicas y privadas.
MAYOR CONTROL ESTATAL DEL CUMPLIMIENTO DE NORMAS DE SALUD. El Estado tendrá que dedicar muchos recursos a controlar el tema de la
seguridad. Por lo menos en la primera etapa de retorno a la aparente
“normalidad” tiene que poner policías, guardias municipales, militares, a
exigir que la gente cumpla los mandatos de la autoridad y eso le llevará a
aumentar la nómina y el gasto. De otra parte, como estas situaciones dan pie
para que asomen los ladrones de cuello blanco a aprovecharse de las
circunstancias y vender productos y servicios de salud a precios muy elevados,
como se ha visto en los días pasados, también la Fiscalía y la Justicia tendrán
trabajo incrementado y necesidad, que ya había, de más personal.
MAYOR CONTROL SANITARIO DEL COMERCIO MUNDIAL DE ALIMENTOS. Las normas vigentes para los tratados internacionales dicen que los países,
cuando está de por medio la salud, pueden tomar medidas soberanas. Eso
significa que, en la actual pandemia, sin que afecten sus compromisos
bilaterales o multilaterales, los países pueden prohibir o limitar expresamente
cierto comercio, o pedir tantas garantías sanitarias de trazabilidad, que al
final resulte imposible o casi imposible venderles ciertos productos. Esto
puede afectar en alto grado a países como el nuestro, exportador de “entradas y
postres” y de flores para adornar la mesa.
MENOR CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA MUNDIAL. Varios organismos internacionales se han pronunciado ya, diciendo que la
economía mundial sufrirá un serio retroceso en este año y posiblemente en los siguientes,
debido al efecto del coronavirus y los aislamientos. Los países desarrollados y
China marcarán cifras negativas de crecimiento del PIB y desempleo fuerte. Ello
llevará a una grave e igualmente dura repercusión en los países
subdesarrollados, por la falta de demanda para sus productos de exportación.
Las cifras de la inversión, el PIB, el empleo, las exportaciones, bajarán
drásticamente; y, en cambio, las de la pobreza, la externa pobreza, el
subempleo, la inasistencia a las escuelas, el hambre y la desnutrición crecerán
rápidamente.
El turismo, el transporte por los diferentes medios, los precios de los
productos primarios sufrirán bajas considerables (la reciente del petróleo es
una muestra).
FUERTE REDUCCIÓN DEL EMPLEO, ESPECIALMENTE EN PAÍSES ABASTECEDORES. A este respecto hay varias consecuencias negativas. La primera, las grandes
empresas aumentarán su preferencia por la robotización, porque, como decía un
empresario, los robots no se enferman, trabajan 24 horas por 7 días, no piden
vacaciones ni aumento de sueldos y cuando no se los necesita se los dedica a
otras actividades o desecha; la segunda, las normas de tipo sanitario exigidas
por los estados significarán costos que muchas medianas, pequeñas y
microempresas no podrán sufragar, por lo que cerrarán sin remedio; la tercera,
el cambio en la estructura de consumo de las personas y las familias impulsará
a las empresas del área de la salud y a las de los sistemas electrónicos, pero
afectarán a otras. Incluso, para evitar la movilización de alimentos desde
granes distancias, puede ser que se incremente la agricultura urbana de
carácter comercial, se aumente la preferencia por los productos agropecuarios
procesados, se desvíe el consumo textil hacia ropa e implementos sanitarios.
REDUCCIÓN NOTABLE DEL TURISMO Y LA INMIGRACIÓN. Sobre todo, si hay frecuentes oleajes de la pandemia en ciertos lugares, el
efecto será un freno al turismo en todas partes, lo que incidirá sobre las
economías de los países acostumbrados hasta ahora a recibir decenas de millones
de turistas. Las grandes ciudades europeas perderán visitantes y negocios de
manera importante y sus finanzas, incluso del Vaticano, se van a sentir muy golpeadas.
Otro problema será que los países aprobarán medidas más severas de control
de la inmigración, incluyendo la prohibición de ingreso, por ejemplo, de
personas de la tercera edad, para las cuales la evidencia indica que la
pandemia es más peligrosa. De otra parte, ningún gobierno estará dispuesto a
atender la salud de personas extranjeras potencialmente portadoras del virus,
porque atentarían contra la vida de sus nacionales.
NECESIDAD DE PRODUCCIÓN LOCAL DE ALIMENTOS EN PAÍSES DEFICITARIOS. La pandemia demostró que algunos países necesitaron ciertos productos de
consumo alimenticio masivo importados y carecieron de ellos. Sus políticas de
producción futuras van a tratar de superar el problema produciendo
internamente, aunque sea a costos elevados, pero evitando el déficit de
abastecimiento. Esa decisión puede llevar a la sustitución de algunas
importaciones principales de países ahora exportadores, que verán reducida la
demanda y sus ingresos por exportaciones, lo cual golpeará en mayor medida a
los pequeños productores, generando desempleo y, sobre todo en la agricultura,
migración del campo a las ciudades, provocando problemas de atención a los servicios
básicos.
AUMENTO DE LA DELINCUENCIA. La OIT
calcula que 300 millones de personas quedarán sin empleo por la pandemia.
Muchas de ellas irán a la subocupación, pero un porcentaje derivará a la
delincuencia común, siendo también pasto del crimen organizado. Ello provocará
que la inseguridad en las ciudades aumente notablemente y que, más que antes,
empresas y personas tengan que cuidarse por diferentes medios o sufran en sus
personas o en su patrimonio.
PELIGRO DE PANDEMIA DE PROTESTAS SOCIALES POR FALTA DE ATENCIÓN ESTATAL. Con base en lo antes expuesto, el problema mayor que puede generarse es una
pandemia de protestas sociales por la falta de atención de los estados al virus.
Sobre todo, si no se lo llega a controlar en un tiempo razonable y se mantienen
los controles sanitarios con cierta rigurosidad, las poblaciones que sufran
muertes muy cercanas o que no tengan fuentes de ingreso, por modestas que sean,
van a salir a las calles en forma violenta, a generar no solo manifestaciones
públicas masivas, sino acciones delictivas en contra de la propiedad privada,
obligando a acciones dictatoriales de los gobiernos.
NOTA FINAL. Confiemos en que Dios se apiade del mundo, los
gobernantes tengan la capacidad de tomar las decisiones acertadas para
controlar el virus, los científicos den pronto con la vacuna o el remedio para
la pandemia y la sociedad aprenda a comportarse y evitar que muera más gente
por esta causa. Por otro lado, ojalá la economía mundial, ahora presionada,
despegue con el resorte de una demanda comprimida y rápidamente se recupere en
los sectores en que esto sea posible. Eso ayudaría mucho a los países subdesarrollados
porque generaría exportaciones y empleo que tanta falta hacen.
NOTA.
El autor de estos boletines, escritor de 30 libros sobre temas económicos y profesor
de posgrado por 25 años en varias universidades, ofrece sus servicios para dar
conferencias, efectuar seminarios, asesorar empresas, en Macroeconomía,
Desarrollo Económico, políticas de Comercio Internacional y Exterior, a partir
de julio. Teléfono: 0999 726954 Correo: llunao@uio.satnet.net
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